El compromiso con la palabra le ha abierto las puertas del mundo a Raúl Ávalos. Tanto en México, como en Estados Unidos y Cuba, el empresario ha dado un alto valor a sus relaciones de negocios. Utilizando estrategia, empatía y respeto, asimiló los rasgos más importantes de cada cultura para identificar las necesidades del país y cómo satisfacerlas por el lado comercial.
Aunque esta historia de éxito inició en Gómez Palacio, Durango; tiene fuertes raíces zacatecanas. Raúl Ávalos nos lleva de viaje a través de su vida, deteniéndose en los escenarios más importantes de su experiencia y conociendo los sueños que lo formaron como empresario. A medida que avanzamos conoceremos el lado humano de un hombre que ha hecho todo para mantener la integridad en un sector altamente competitivo.
Sueños, posibilidades y anhelos
La familia Ávalos se trasladó a Zacatecas desde que Raúl era muy joven. Por cuestiones de trabajo, su padre se convirtió en el primer arquitecto en llegar al estado, pues se hizo cargo de la construcción del seminario, que en ese momento estaba a cargo del señor obispo Antonio López.
Estudió en el Colegio Margil la primaria y la secundaria; después se inscribió a la preparatoria de la UAZ. Como la escuela pasaba por un periodo de huelga, sus padres decidieron trasladarlo al Instituto Francés de la Laguna, en Gómez Palacio. Al concluir su preparación ingresó al ITESM para estudiar Administración de Empresas.
Debido a la relación con la arquitectura, Raúl vio desde temprana edad las posibilidades que ofrecía la vida empresarial. Justo en el momento en el que se involucró en algunos proyectos, México pasaba por una gran escasez de cemento. En un contexto en el que existía un exceso de demanda y poca oferta, las fábricas tenían que dar el cemento necesario para realizar obras hidráulicas.
“Fueron 800 toneladas, no se me olvida. Fuimos a dos plantas de Cementos Mexicanos, la planta de Torreón y otra de Cementos Anáhuac en Tamuín, San Luis Potosí. Como había tanta escasez, empecé a vender lo que nosotros no necesitábamos. Lo acomodé con tanta facilidad que en ese momento se me ocurrió solicitar una distribución a Cementos Mexicanos para vender cemento en el estado”, mencionó.
Si bien en ese momento la escasez no permitió que le dieran la distribución, dos años después la compañía se contactó con él para anunciarle que ya era posible. Al principio no contaba con los recursos, pero la forma en la que se manejaba el dinero en los bancos le facilitó la tarea.
Te puede interesar:
“En dos ocasiones se me devolvieron cheques por falta de dinero. Cuando lo tenía que cobrar no pasaba, entonces tardaba una semana en venir el cheque y otra semana en regresar. Cuándo se regresaba yo ya había depositado. Debido a que pasó eso, la compañía me advirtió que la próxima vez me iban a pedir cheques certificados. Afortunadamente no se repitió y así fue como inicie en el mundo de los negocios”, recordó.
Desde el inicio de su trayectoria y hasta la fecha, Raúl Ávalos sostiene que las cosas que valen la pena requieren tiempo, esfuerzo y constancia. Por fortuna, su visión empresarial equilibra las tres. Como se dijo con anterioridad, es un hombre de palabra, así que siempre se asegura de que los contratos se honren a como dé el lugar.
“Las cosas han cambiado mucho en el mundo, yo empecé a los 22 años y ya tengo 66. En aquel entonces había muchas oportunidades que ahora no y viceversa. Creo que yo le diría a todo el mundo que si imaginan y hacen las cosas bien, correrán el riesgo de que sus sueños se vuelvan realidad”.
El buen recibimiento de Cuba
Ser empresario durante la segunda mitad del siglo XX en México conllevaba una serie de desafíos. Tal vez uno de los más importantes e imprevisibles fue el “Error de Diciembre” en 1994, cuando una serie de decisiones provocaron la devaluación del peso mexicano. Raúl no fue la excepción, pues al tener créditos en dólares y adeudos en pesos, se duplicó el problema.
“De la noche a la mañana viene la devaluación. Debía a tres bancos, donde yo traté de llegar a una negociación porque no les podía pagar, tenía mis propiedades en garantía y acordamos que se iba a repartir parte proporcional de lo que yo tenía y empezar de nuevo. Tardé 10 años en salir, nunca me metieron a la cárcel porque mi problema fue devaluatorio, no fue porque no haya aplicado bien el origen de los créditos”, dejó en claro.
Después del caos surgió una oportunidad. La refinería de Tula, Hidalgo, estaba subastando 17 mil toneladas de varilla por obras inconclusas mientras Raúl no advertía lo que vendría después. Una persona que vivía en Monterrey comentó al empresario que un amigo estaba yendo a Cuba; así que él podría aprovechar para vender la varilla recién adquirida.
“Vamos a Cuba y empezamos a ofrecer la varilla. Nunca nos la compraron, pero antes de la devaluación en el 95 las cosas del extranjero eran muy baratas. Aproveché eso para comprar piso cerámico, casas prefabricadas… me empezó a ir muy bien en ese sentido. Cuando viene la devaluación se me ocurre empezar a vender productos de acero de México hacia Cuba, me tardé más o menos 2 años en hacer mi primera venta”.
Antes de concretar las posibilidades de negocio apostó por hacer una visita a la isla cada mes. Cuenta que aunque al principio fue complicado, después del primer pedido de alambre de púas vinieron muchos más. Han pasado alrededor de 30 años desde que inició sus negocios con Cuba y actualmente es una de las empresas con más trascendencia en aquel país. Una de las operaciones más importantes que encabezó Raúl fue antes de que Fidel Castro enfermara:
“Nos solicitan mandar 400 toneladas de tubos para hacer astas de bandera frente a las oficinas de intereses de Estados Unidos. Se contrató el segundo avión de carga más grande del mundo y abrimos el aeropuerto de Monterrey 24 horas durante una semana. El primer cargamento fue muy tenso porque Fidel hablaba a las tres de la mañana preguntando sobre el estatus del pedido y había que darle el reporte. Cuando suben los tubos al avión me habla el encargado y me dice: ‘oye Raúl el avión tiene capacidad de 100 toneladas y ya cargamos 130, el viceministro dice que así lo mandemos y que no le digamos nada al piloto’. Le dije que bajaran todos los tubos y subieran sólo lo permitido, pues si ocurría un percance la responsabilidad iba a recaer en nosotros. Al final fue una experiencia muy bonita y salió bien”.
Tras el éxito conseguido con la venta de acero, Raúl Ávalos tomó la decisión de incorporar productos alimenticios y de primera necesidad, lo que también ha resultado provechoso. El empresario, que ha visitado el país más de 300 veces, explica que aun cuando la pandemia ha retrasado algunos pagos y ha traído otras dificultades, todo marcha viento en popa.
“Algo muy importante es que los fondos que tengo en Estados Unidos se generan en México, no tiene absolutamente nada que ver con el tema de negocio en Cuba. Ese es un tema muy delicado por el bloqueo. Soy muy cuidadoso de respetar las leyes de cada país”.
Un as en el sector de la construcción
Con el apoyo de sus hijos, Raúl Ávalos se ha internado con mayor fuerza en el área de la construcción; a tal grado que AMASA es la empresa líder en Zacatecas de productos especializados. El empresario comenta con alegría que la empresa se surte de la planta de Torreón de Cementos Mexicanos, compitiendo con gigantes de otros estados.
“Distribuidora AMASA se debe a sus clientes. Estamos comprometidos con nuestra gente y tratamos de hacer las cosas cada vez mejor que el día anterior; en especial por el servicio y la calidad de los productos que entregamos”, aseveró.
Atendiendo a la necesidad de diversificación dentro del mismo rubro, se han incorporado insumos de ferretería, han desarrollado sus propios fraccionamientos e integraron al negocio inmobiliario en Estados Unidos. Entre las ventajas de la empresa, es que cuenta con su propio equipo de transporte para mover las mercancías; mismo que da servicio a terceros. De acuerdo con lo explicado por el empresario, no todo han sido victorias:
“Ha habido fracasos, indiscutiblemente, en Cancún y Playa del Carmen teníamos un negocio de cocinas de importación argentina. Lamentablemente nos fue mal porque la inflación interna del país afectaba a las personas que viven ahí y al exterior. Siempre rectificamos el camino, estamos tratando de incorporar nuevos productos y tener más sucursales pequeñas para llegar a diferentes lugares”.
Raúl Ávalos se enorgullece de elegir el camino de la rectitud y el trabajo colectivo para salir adelante. Explica que un error diminuto “te puede hacer delincuente de la noche a la mañana”, sin importar que sea por temas totalmente ajenos. Basándose en esa lógica, considera que se debe tener un trato humano hacia sus colaboradores.
“Hay gente que tiene más de 30 años trabajando con nosotros. Le damos empleo a más de 200 familias. Aunque te canses de los problemas, de batallar y muchas otras cosas, nunca debes claudicar. Detrás de ti está la gente que te entregó toda la vida. Es bien importante que hagamos todo un esfuerzo por el país y colaboremos con un granito de arena para lograr mejores cosas”, recordó.
Espera que en los próximos años sus hijos y nietos se involucren en el mundo de los negocios; aunque también desea que ellos generen sus propios proyectos. En particular, anhela continuar abriendo puntos de venta y distribución en diferentes estados de la república.
En el interior del empresario
La esencia de Raúl Ávalos se percibe auténtica, es un hombre con buen gusto y mente ágil. Sabe el valor de la cultura y la historia, de los viajes y la música. De acuerdo con su memoria, en su juventud se interesó por el atletismo, tanto que su pasión lo llevó a diferentes ciudades y países. Ahora disfruta jugar golf y está empeñado en concluir la etapa que le falta del Camino de Santiago.
“En el futuro espero viajar mucho con mis amigos, mi esposa María del Pilar Alba Díaz Torre; mis hijos Raúl, María del Pilar, Santiago, Rodrigo y Fernando; mis nueras Jessica y Arlene; mi yerno Alejandro y nietos. No quisiera dejar de mencionar que en todo este trayecto, en todos estos años, mi esposa ha jugado un papel muy importante en mi vida, siempre me ha apoyado en mis decisiones. Creo que hemos superado todos los problemas, simplemente muchos de mis logros como empresario han sido gracias a ella”, explicó emocionado.
De no haber sido empresario, Raúl Ávalos hubiera elegido el camino de la arqueología o hubiera sido anticuario. Dice que disfruta mucho del arte, por lo que tiene una gran colección en la que se integran pintores zacatecanos, nacionales y extranjeros, algunos de los artistas que lo han encantado son los hermanos Coronel, Alejandro Nava, Alfonso López Monreal, Ismael Guardado, José Esteban Martínez; así como los cubanos Alberto Hernández Reyes, Alfredo Sosa Bravo y Cosme Proenza.
Entre otras curiosidades, se declara como un amante de las motocicletas y de recorrer grandes distancias en ellas. Asimismo, reconoce la belleza de las formaciones geológicas, disfruta del cine y tiene un espacio en su casa destinado a los juegos. Desde sus inicios y hasta ahora, Raúl Ávalos ha demostrado la humanidad que se alberga en el corazón de un visionario.