Ahora no sólo es el cambio climático, la población de México y el mundo se enfrentan a un rápido envejecimiento, según destaca el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su reciente estudio «El envejecimiento, la auténtica bomba demográfica«.
El informe señala que las personas viven más y tienen menos hijos. La esperanza de vida mundial ha experimentado un aumento significativo, al pasar de 34 años en 1913 a 72 años en 2022, mientras la fecundidad se redujo en todos los países del mundo a partir de 1970.
Desde hace varios años, México se encuentra en un proceso de envejecimiento poblacional, de acuerdo al Consejo Nacional de Población (CONAPO).
Según las proyecciones del organismo, en 1990 había un aproximado de 5.1 millones de mexicanos con 60 años, para 2010 ascendió a 7.1 millones, para 2020 se duplicó a 14.4 millones y para 2050 podría llegar a 33.3 millones en México.
Este cambio se refleja en el índice de envejecimiento. Dicho índice muestra una relación de 93.7% entre menores de 14 años y personas de 65 años o más. Significa que, por cada 100 niños, habría 93 adultos mayores para 2050.
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Frente a este escenario, adquiere relevancia la contratación de un seguro que permita al beneficiario disponer de liquidez según sus preferencias. De esta forma, se accede a coberturas e indemnizaciones adicionales, como gastos funerarios o el pago de la suma en caso de sobrevivencia del asegurado.
Sin embargo, la adopción del seguro en México es baja: sólo 21% de la población cuenta con algún tipo de seguro, según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2021.
En esta misma encuesta, la población adulta que nunca ha tenido un producto de seguros afirma no haberlo contratado debido a: falta de dinero o trabajo (31.2%), ingresos variables (31.2%), desinterés o falta de necesidad (25.8%), o considerarlos demasiado costosos (15.8%).
Panorama de las aseguradas ante el envejecimiento en México
El informe «El sistema de seguros y el financiamiento de riesgos en México» del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) resalta que la dificultad de la población radica en la falta de percepción de los beneficios asociados a contar con un seguro, así como la opinión de que son costosos y de utilidad limitada.
Además, se identifican barreras adicionales como el desconocimiento sobre el funcionamiento de los seguros:
- Ahorro informal.
- Bajos ingresos de la población.
- En menor medida, desconfianza hacia las aseguradoras.
Según el informe del PNUD, las aseguradoras se enfrentan a costos significativos para la introducción de nuevos servicios o productos, así como a una burocracia elevada en el proceso de contratación y la carencia de un marco regulatorio que fomente la innovación, entre otros obstáculos que restringen su crecimiento en el mercado.
No obstante, la industria muestra una tendencia conservadora al no desarrollar esquemas novedosos para ampliar su oferta de seguros inclusivos. Adicionalmente, existe una marcada concentración de mercado en manos de pocas compañías.
¿Cómo revertir la tendencia?
En este contexto, el PNUD recomienda la creación de productos adaptados a las necesidades específicas de diversos grupos poblacionales. Propone la aplicación de procesos de design thinking y economía del comportamiento, centrados en comprender las necesidades del segmento a atender y los riesgos que se pretenden cubrir.
Al considerar que el sector asegurador busca una mayor rentabilidad con una menor exposición de riesgos y costos, se sugiere internalizar criterios de sostenibilidad y/o aspectos ambientales, sociales y de gobernanza (ASG).
La recomendación también incluye la utilización de metodologías cuantitativas y cualitativas para probar y ajustar prototipos. También recomienda mejorar los canales de publicidad y atención a quejas.
Además, se destaca el potencial de las cooperativas y mutuales de seguros. A ello se suma la aplicación de tecnología ampliar los canales de difusión y venta, así como modernizar sistemas de seguimiento y reducir costos.
El rol de la tecnología
Según Hannover Re, plataforma global de seguros en línea, las aseguradoras deben emplear las últimas tecnologías para comprender de manera más precisa la esperanza de vida y satisfacer las necesidades de las personas mayores.
Hannover Re señala que el envejecimiento tiene implicaciones que trascienden las rentas vitalicias. Por esta razón, las aseguradoras de vida y salud necesitarán datos más sólidos para abordar la evolución de los riesgos en lo que, para muchos, será un período de jubilación prolongado.
Por ejemplo, las soluciones de monitorización digital, como los wearables y las aplicaciones móviles podrían proporcionar datos y análisis de salud procesables para diversas situaciones de suscripción y siniestros.
“Ante la tendencia de los dispositivos de ‘envejecimiento en el lugar’ para controlar la salud y el bienestar, es posible que veamos a las aseguradoras trabajar con socios tecnológicos que ayudan a los consumidores de edad avanzada y cuyas innovaciones tienen una vertiente aseguradora”, abunda la plataforma.
¿Cómo garantizar un futuro sostenible para el envejecimiento en México?
Para abordar todas estas dificultades, agrega el FMI, será preciso introducir cambios significativos en los estilos de vida. Lo mismo para la inversión pública y privada, las reformas institucionales y de política, así como la innovación y adopción tecnológicas.
Entre sus propuestas destaca:
- Incremento en la actividad físico.
- Crear espacios de salud adaptados a las personas de edad.
- Más opciones para la jubilación.
- Incentivar el ahorro personal para el retiro.
- Promover sectores económicos que brindan oportunidades a los trabajadores de más edad.
- Prevención y detección precoz de enfermedades.
El FMI advierte que, de no hacer cambios, habría una población activa cada vez más reducida para financiar a un número creciente de jubilados.
Además, podría haber un descenso de la calidad de vida de las personas mayores debido a la falta de recursos humanos, financieros e institucionales.