Por: Claudia Santa-Ana, directora de Zorro Solar. Ingeniería de la creatividad
“Ningún progreso puede ser duradero si no tiene una componente cultural fuerte: toda economía requiere responsabilidad cultural”.
ONU
Parte I de III
La crisis económica y de salud mental que dejó la pandemia nos exige repensar las políticas públicas y las fórmulas con las que se ha promovido el desarrollo socioeconómico. La cultura es un factor clave para acelerar la reactivación económica, en tanto que la creatividad y la innovación son recursos renovables.
Los vínculos entre cultura y economía son más estrechos de lo que suele creerse. La cultura posee una dualidad que pocas veces dimensionamos: tiene un valor económico y un valor simbólico; el primero genera empleo y riqueza, mientras que el segundo aporta bienestar social, identidades, conocimiento, valores. En este ámbito, se desarrolla la economía creativa, un concepto que suele tergiversarse. En realidad, se trata de un modelo de desarrollo que se basa en la creatividad y que, según la UNESCO, genera un capital de 2.25 billones de dólares a nivel mundial (BID); de ahí que se le conozca como “el oro” de la economía del siglo XXI. Su motor son las industrias culturales y creativas, las cuales, se encuentran situadas en una intersección poderosa: arte, cultura, comercio, tecnología y derechos de autor.
Estas industrias promueven el desarrollo social, a la vez que impulsan el crecimiento económico: pueden afirmar la identidad distintiva de un territorio, mejorar la imagen y el prestigio locales volviendo a las ciudades focos dinámicos de interés turístico internacional, crear empleos, facilitar la revaloración de marcas y productos y su exportación, así como generar beneficios poco explorados por las empresas, pues la creatividad impulsa tanto la innovación como la tecnología y crea ventajas comparativas en el desarrollo de los negocios.
La economía creativa juega un papel muy relevante para el crecimiento de las empresas: es altamente recomendable que estas se modernicen no solamente en temas tecnológicos, sino al integrar la creatividad en sus procesos y al proveer de actividades culturales a sus empleados y sus familias. Esto puede facilitar la aplicación de buenas prácticas para el desarrollo sostenible y es una forma de dar respuesta a la Norma Oficial Mexicana NOM-035-STPS-2018, pues permite mejorar el entorno laboral y el clima organizacional al crear equipos de trabajo más creativos y más resilientes para enfrentar cambios, así como mejorar la salud psicosocial, reducir la rotación de personal y obtener impactos positivos en la producción.
Las empresas también pueden colaborar hacia afuera y de la mano de este sector, a través de una gestión adecuada de intervención, para llegar a colonias y comunidades vulnerables en donde pueden ejercer juntos su responsabilidad social fortaleciendo el sentido de pertenencia y la cultura de paz.
El antropólogo Néstor García Canclini ha referido que hoy, cuando hablamos de cultura, “no estamos refiriéndonos ya a una cuestión bohemia o suntuaria, algo para el tiempo libre o los fines de semana, sino ocupándonos de movimientos de amplia escala en la economía mundial”. La economía creativa tiene ese alcance y abarca sectores que van desde el cine, el diseño (industrial, moda, editorial, arquitectónico), las artes escénicas (música, teatro, danza), la gastronomía, la artesanía, la animación y el patrimonio, hasta la publicidad y el software. La UNESCO establece también que la economía creativa es el sector productivo que más trabajo da a los jóvenes y que, aunque representa el 3% del PIB nacional, se estima que su valor se duplica al considerar el consumo cultural en los hogares (por ejemplo, Día de Muertos).
La indiscutible tradición cultural que caracteriza a Aguascalientes ha contribuido, a lo largo del tiempo, a la consolidación de proyectos culturales emblemáticos a nivel nacional, pero la cultura ha sido promovida, principalmente, en su dimensión social; nos falta consolidar procesos y mecanismos que también atiendan sus dimensiones económica y ambiental.
Ciertamente, se han sentado ya las bases para dar continuidad a acciones estratégicas que promuevan este enfoque: en 2019, por ejemplo, se creó un primer programa estatal impulsado por el Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA) y operado por la Secretaría de Desarrollo Económico que brinda financiamientos a emprendedores y empresas de la cadena de valor de la economía creativa (creación, producción, difusión, distribución y acceso).
Asimismo, se logró crear una agenda de trabajo con la colaboración de la UNESCO, logrando atraer para Aguascalientes importantes programas mundiales Geoparques, Ciudades Creativas, Paisaje Urbano Histórico y ResiliArt, con el objetivo de ampliar las posibilidades para una mejor gestión del patrimonio natural y cultural de la mano de las comunidades, el ejercicio de los derechos culturales y nuevos sistemas sostenibles de gobernanza en los que es posible vincular las acciones del gobierno con el sector cultural y la iniciativa privada, con una mirada amplia, que va mucho más allá del patrocinio y el mecenazgo.
La gestión y la política cultural requieren hoy de una visión moderna y holística ―más allá de la mera programación de eventos para el espectáculo y el entretenimiento―, con un enfoque de desarrollo sostenible y, con ello, la introducción de medidas que mejoren las condiciones laborales y de vida de los artistas y los profesionales de la creación. El reto es darle continuidad al trabajo institucional hecho para sostener el anclaje de la cultura en las políticas de desarrollo en educación, salud, economía, turismo y medio ambiente y consolidar iniciativas como el EFIAGS, un proyecto diseñado y promovido por el ICA en 2020 que plantea la creación de un mecanismo de estímulo fiscal con el cual las empresas puedan decidir hacer deducible el ISN para financiar proyectos específicos que impulsen la economía creativa.
Esto implica dejar a un lado las fórmulas de siempre; es necesario, como dice el escritor José Gordon, salir de la caja para ampliar, con los ojos que nos da el arte, nuestra percepción y detonar estrategias basadas en el patrimonio y la creatividad, entendiéndolos como lo que son: reparadores orgánicos del tejido social y potenciales activadores de la economía.