Víctor Manuel Zamarripa Alférez es considerado un referente artístico a nivel nacional e internacional por su habilidad en el arte de la papiropoda. Hijo del periodista don Porfirio Zamarripa y doña Luz María Alférez, Víctor Manuel destacó desde su infancia y adolescencia por su capacidad para crear figuras con papel y cartoncillo; autodidacta, nunca nadie le enseñó la técnica que él domina. Fue un proceso de aprendizaje continuo derivado de hacer por años lo que más le gustaba. Era alumno y maestro a la vez.
Sin embargo, como él mismo reconoce, nunca tuvo la intención de convertirse en artista. Tras superar una fuerte enfermedad en el hígado, sus amigos lo instaron a que diera a conocer su trabajo, lo convencieron de que sus obras podían ser exhibidas en cualquier museo o galería. Se sucedieron trabajos, exposiciones, reconocimientos y distinciones; uno de los más importantes fue el premio «Per L’ Arte», otorgado en el 2000 por la Vetrina Internazionale Degli Artisti Latino Americani, en Florencia, Italia.
Entre sus obras más destacadas, se encuentran los murales La Catrina y La Maestranza.
Líder Empresarial (LE): ¿Cómo descubrió su vocación artística?
Víctor Zamarripa (VZ): En mi infancia fui muy inquieto, muy activo. Mis papás no me dejaban salir, así que agarraba las tijeras y hacía figuras con papel y cartoncillo: revolucionarios, vikingos, dependía de la película que viera en el cine con mi papá, aunque mi mamá me escondía las tijeras con el temor de que me fuera a lastimar. Sin embargo, al entrar al kinder, las maestras le dijeron a mi madre que tenía una habilidad natural para crear figuras y ahí fue cuando me tomaron más en serio.
LE: ¿Cuándo reconoció que quería dedicarse al arte?
VZ: Yo no me dedicaba al arte, trabajaba en el casino y estaba a cargo de las unidades nuevas de una marca de automóviles. En 1985, tras un problema de salud muy fuerte, Carlos Lozano, Héctor Reynoso y Enrique Brand me animaron a exponer mi trabajo. A partir de ahí, se fueron sucediendo exposiciones e invitaciones a casas de cultura, universidades, galerías… Yo nunca pensé que fuera a trascender mi trabajo, nunca estudié Historia del Arte o alguna manualidad: llegó la oportunidad y se me dio.
LE: ¿Por qué se decantó por la técnica de la papiropoda?
VZ: Por la facilidad con la que me desenvuelvo en ella. Además, desde muy joven estuve enamorado de la obra de José Guadalupe Posada, y hay una similitud entre mi trabajo y el grabado.
LE: ¿Cuál es su obra preferida?
VZ: A todos mis trabajos les he metido mucho empeño y los he disfrutado; pero tal vez mi obra más personal y preferida sea La Maestranza, porque me tocó vivir la historia del ferrocarril. Participé en la convocatoria para realizar el mural presentando una propuesta en papiropoda mecánica y les gustó, la eligieron; pero nunca se imaginaron que la obra narraría la historia del ferrocarril en Aguascalientes. Al principio me tildaron de loco, pero ahí está trabajando. Incluso me ha tocado ver gente llorando al ver y escuchar el mural.
Cuando uno es partícipe de la historia, tiene que introducir una parte de parte de sí mismo en su obra.
LE: ¿Qué es lo más valioso que ha vivido durante su trayectoria?
VZ: En abril, me hizo una distinción el Gobierno del Estado cuando se inauguró el Patio Posada; pero en términos de reconocimiento, tal vez los recibidos fuera del país, en Nueva York, en Canadá, en Florencia. Los he sentido más cuando estoy afuera de mi patria.