La meta que Daniela Ramírez cumplió a través de una zapatilla
A sus 21 años, Daniela Ramírez dice tener claro cuáles son sus principales objetivos en la vida. Estos no involucran algún logro personal o profesional en específico, sino algo más simbólico: devolver la chispa que muchas personas sembraron en ella. Daniela nació con una discapacidad; pero eso nunca fue impedimento para exigirse nuevas metas. El apoyo que obtuvo de sus padres y amigos la motivó a salir avante de cualquier limitación que se le presentara.
Hace poco más de dos años, ella encontró otro motivo más para seguir adelante. Una nueva familia le mostró cómo el deporte puede formar mejores seres humanos. Lifex Store le enseñó que para ser bueno en cualquier disciplina, el físico pasa a segundo plano: tener una pasión y una mentalidad fuertes es lo principal para alcanzar un objetivo.
Desde pequeña, se visualizó como una persona igual a los demás. Ella pedía patines y bicicletas como regalos de navidad y sus papás nunca se los negaron. Sin embargo, al entrar a la escuela, se percató de que tenía algunas diferencias físicas, ya que sus compañeros le hacían comentarios al respecto.
A pesar de esto, el apoyo de sus padres la motivaba a seguir. En clínicas de rehabilitación, los médicos le explicaron que debía ejercitarse más para fortalecer sus huesos. La idea no le gustaba mucho, porque el deporte no le llamaba la atención; pero sus padres la alentaron hasta que encontró un lado que desconocía de las disciplinas deportivas: la competencia.
A Daniela le atrajo el reto de exigirse más: “Si otros pueden hacerlo, ¿por qué yo no?” Esto fue suficiente para iniciar una trayectoria de más de ocho años en el atletismo. En 2008, participó en la Paralimpiada Nacional y consiguió dos medallas de oro. Posteriormente, entró a la selección nacional de deportistas paralímpicos; sin embargo, decidió abandonarla porque no se sintió cómoda con el manejo del equipo.
Sus ganas de seguir practicando deporte aumentaron, pero definió a cuál quería dedicarse hasta el día en el que conoció a Juanjo Méndez. En una competencia de ciclismo de pista, observó a un hombrecillo español que corría a la mayor velocidad que había visto hasta entonces. En una de las vueltas por el circuito, la atleta se percató de que Juanjo no tenía la pierna ni el brazo izquierdos. En ese momento, la única pregunta que le surgió fue “¿cómo se sentirá el viento a esa velocidad?”.
Daniela se enamoró inmediatamente del ciclismo. No podía pasar un día más sin imaginar la emoción de rodar a una velocidad tan alta. La entrenadora Ruth Prado fue quien decidió enseñarle cómo hacerlo.
“No tenía el equilibrio, me caí muchas veces. Ella corría al lado de mí hasta que pude dar mi primera vuelta sola. Me mostró un carácter fuerte y me hizo ver que en ningún momento debía de tratarme diferente por mi discapacidad… Me exigió lo máximo” comenta la deportista.
Ruth estaba tan contenta con el crecimiento de Daniela, que un día decidió grabar uno de sus entrenamientos para compartirlo con sus colegas del deporte. Entonces, el talento de esta atleta se volvió todo un tema en el ambiente ciclista. Lifex Store se enamoró inmediatamente de su historia, por lo que la convirtió en un nuevo miembro de su familia. Todo a través de una zapatilla.
“Era pesado pedalear solo con mi tenis derecho, necesitaba una zapatilla especial. Mi madre la buscó en Lifex Store. Cuando les contó mi historia, supieron inmediatamente quién era. A partir de ahí, me han acompañado en todo mi camino como ciclista… Nos volvimos grandes amigos”.
Con el apoyo de grandes personas en su vida, Daniela lleva ya dos años como ciclista profesional. Además, ha abierto brecha en el deporte femenino al ser la única mujer paraciclista que representa al país. Ahora, buscará continuar su trayecto profesional y personal. Terminará sus estudios en kinesiología con el fin de devolver el buen trato que mucha gente le ha dado y mejorará sus marcas en velocidad para poder competir a nivel internacional.