Carlos de Luna
MINT Mercadotecnia Integral
“El éxito no está en vencer siempre, sino en no desanimarse nunca.”
Napoleón Bonaparte
Una de las cosas que más disfruto es encontrarme y platicar con personas estables emocionalmente, que comparten su entusiasmo y vigorizan la vida de los demás; su energía positiva se transforma en un estado anímico siempre sensato, objetivo y práctico.
Una persona preparada le invierte a la lectura, se documenta, observa lo que funciona y lo que no, distingue lo ético de lo que no lo es. Además, tiene muy claro a donde quiere llegar, persigue objetivos, traza su ruta y planea cómo conquistar su meta; no busca el camino más sencillo, sino la vía que exige mayor preparación.
En estos años vivimos una lucha entre la generación X y la Y (millennials) en diversos campos de batalla: empresas, familias, educación, política… la sociedad, en general. A las personas de la generación X les tocó vivir un mundo sin celular, sin internet; el ocio lo conciben como un espacio de tiempo increíble para disfrutar el mundo a un ritmo más tranquilo; se han adaptado a la tecnología y la ponen a su servicio; les tocó jugar en la calle, comprar un disco para escuchar música y disfrutar un buen libro. En cambio, los millennials suelen consultar y resolver casi todo en el mundo a través de internet, no conciben su vida sin un celular, conocen de idiomas, se alejan de la rutina, trabajan más en equipo y buscan no comprometerse tan fácilmente para poder tener la elección de viajar por el mundo; el hedonismo es su gran distintivo de vida, todo esto sin importar el nivel socioeconómico que tengan.
Entonces, ¿quién es mejor para conversar?, ¿generación X o Y? Para mí, sin lugar a dudas, es aquel que aporta, con su contenido y su sustancia, la esencia de trascender. ¿Por qué toma tanta importancia el tema del conflicto generacional entre estas dos etapas de los seres humanos? Porque es ahora cuando ambas tienen que aportar a la creación de un mundo mejor, con más sensatez y ecuanimidad. Ambas generaciones deben contribuir a un crecimiento humano que nos permita generar una mejor calidad de vida.