Por: Francisco Espinosa
Lupita va y viene por las escaleras con envases vacíos de cerveza en sus manos. Su cara se va llenando de angustia conforme avanza el partido. Abajo, en la cancha, Necaxa le va ganando 3-1 al Atlante y se está clasificando a una nueva final del ascenso. La grada está llena, algo poco habitual en todo el año, incluso para los vendedores de cerveza como Lupita, quien ahora va de cliente en cliente con cara de pena para decirles que en todo el Estadio Victoria no queda una sola cerveza para vender, faltando 15 minutos para el final.
Juan Villoro explicó una vez que su Necaxa, el que nació en Cuatitlán Itzcalli y jugaba en el glorioso Estadio Azteca, se había mudado a la patagonía mexicana al referirse a Aguascalientes (2003) y su fría afición, amante de lo nuevo pero infiel con el paso del tiempo. Además de la indiferencia, los bautizados como «Hidrorayos» aportaron al término con un futbol de infamia que terminó por encaminarlos al ascenso del futbol mexicano –segunda división–, provocando el desamor aguascalentense y sepultando un proyecto ambicioso –estadio nuevo incluido– en solo seis años.
Tras un breve regreso a Primera División y un nuevo descenso, Necaxa se ha estancado en el infierno que significa estar en el ascenso, desde lo deportivo hasta lo económico. En el medio, el cambio de dueño –de Televisa a Ernesto Tinajero– generó una pausa a las frustraciones de cinco años, llenas de rumores sobre una nueva mudanza para alejarse del fracaso hidrocálido que no ha terminado de hacer sentir como en casa al Necaxa. Desde 2011, los Rayos han perdido tres finales en el Estadio Victoria: frente a Neza, Leones Negros, y la última, frente a Dorados hace un año; demasiado dolor para una sociedad que solo se arrima al inmueble de la Colonia Héroes en las finales, cumpliendo con la moda.
Sin embargo, la nueva directiva jugará su primer final en tan solo dos años. Eso –una buena campaña en redes sociales y un buen accionar con la pelota– ha logrado atraer a una afición que luce enamorada en la previa de una nueva final en el Victoria frente a Mineros, tras ganar 2-0 en suelo zacatecano. Nadie juega mejor que Necaxa en el ascenso y el campeonato del Clausura 2016 es muy posible. Eso le daría el boleto para enfrentar al FC Juárez -campeón del Apertura- quien espera al monarca del torneo para ver quién ocupará el lugar de Dorados de Sinaloa en Primera División.
En las calles de Aguascalientes, las playeras rojiblancas han vuelto a adornar la mancha urbana. La ilusión de una victoria de renombre que termine por hacer del Victoria un hogar está más viva que nunca. Necaxa tiene a tiro volver al máximo circuito del futbol nacional y dejar atrás cinco años –diez torneos– en el fastidioso ascenso, un lastre a la altura de las dos desapariciones en la historia del club. El equipo de Alfonso Sosa tiene dos goles de ventaja y el buen trato a la pelota en su ADN. Se ha confirmado que los boletos están agotados. La fría patagonía mexicana buscará quitarse la mala fama y llenará las gradas. Lupita también se asegurará que la cerveza no se termine en medio de lo que parece, será una fiesta.
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