El encuentro de los conquistadores con los habitantes de Mesoamérica también representó el primer contacto con el caballo. Este debió ser domado para servir en las guerras, en actividades de carga, de arado, en la ganadería. En el México virreinal, la naturaleza indómita de este equino fue llevada a una expresión ecuestre que se cuajó principalmente en las haciendas edificadas en el Reinado de Nueva Galicia (Nayarit, Jalisco, Aguascalientes, Zacatecas y Sinaloa): la charrería, considerada el “deporte nacional” del país.
Este símbolo mexicano, en el 2016, fue inscrito en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), lo que avala la labor de preservación que han hecho las generaciones insertas en esta tradición, conservando así una identidad propia que se suma a la diversidad cultural de México.
La charrería, inherente a nuestro estado, tiene en su haber a una joven vocera, Jacqueline Raygoza Muñoz, cuya jerga ecuestre ha sido su hábito y pasión: en el mismo año en que este deporte fue inscrito en la UNESCO, la escaramuza hidrocálida fue coronada como reina de la Unión de Asociaciones de Charros de Aguascalientes, lo que para la recién egresada en Administración y Gestión Fiscal, de la UAA, significó reafirmar su fe en esta disciplina.
Además de guiar las suertes que exigen temple y valor para dominar el caballo, Jacqueline, junto con sus padres Patricia Muñoz y José Manuel Raygoza, es también quien proyecta un modelo de negocio que se fue consolidando conforme el gremio reconocía -y solicitaba- la hechura de los trajes que portaban sus hermanos y su padre, un trabajo de confección hecho por su madre, y que fue lo que sentó la base de Vestir Charro PM, una empresa familiar esencialmente aguascalentense.
Los códigos de la vestimenta charra, explica Jaqueline Raygoza, son tan específicos que los bordados de las prendas (trajes, camisas, sombreros, vestidos, moños), y que gestiona su mamá, son elaborados por manos ágiles de más de 20 madres de familia que viven en San José de Gracia y en Calvillo, principalmente, las cuales siguen un patrón para hilarlos o su propia imaginación para crear finísimos y únicos rococós que engalanan tanto a charros como a escaramuzas, ya sea para portarlos en galas charras o para un evento social, como lo es una boda.
De esa manera, cobra aún más relevancia el modelo de “negocio familiar”, ya que para Jaqueline la charrería en nuestro estado se nutre del esfuerzo de mujeres aguascalentenses que, a su vez, plasman esa identidad que caracteriza a Vestir Charro PM, y que ha traspasado fronteras puesto que el gremio taurino en España y el gremio charro en Texas y California han visitado su tienda o sus redes sociales para solicitar la confección de trajes charros que portan orgullosamente, y es que, tal como lo afirma Jaqueline, “es una manera de sentir México”.
Como buena representante y defensora de esta tradición, Jaqueline Raygoza ha sabido galopar en ámbitos empresariales pero también en la vida dentro y fuera de un lienzo charro, y es que siendo de una generación muy joven, ha sabido defender un patrimonio cultural que le da nombre y permanencia a un México diverso. Para esta vocera de la charrería, vestir de escaramuza es enaltecer “la presencia de la mujer mexicana”.