Héctor López Santillana dirige Guanajuato Puerto Interior (GPI), uno de los principales complejos logísticos a nivel nacional. Cuenta con una amplia trayectoria tanto en el sector público como en el privado, con la que personifica la dedicación, la perseverancia y una búsqueda constante de crecimiento que va más allá del aspecto personal.
La primera fase de su trayectoria se desarrolló en el sector privado, concretamente dentro de la industria internacional del calzado de piel. Como figura pionera, López Santillana fue de los primeros en reconocer el potencial de los mercados globales y se embarcó en viajes internacionales para abrir puertas a las empresas. Ello dotó de una perspectiva profunda sobre el comercio, particularmente en un momento en que México comenzaba a comprender su dinámica.
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“Mi vida ha sido un balance entre mantener esta concepción de credibilidad y convicción de la libertad, del emprendimiento, de los riesgos. Pero, desde el lenguaje de lo privado, entiendo muy bien los modelos de negocios; ahora estoy aprendiendo desde lo público. Somos muy pocos a nivel nacional los que entendemos los dos lenguajes o las dos culturas, la pública y la privada”, enfatiza el director de GPI.
De esta forma, su filosofía se centra en la participación activa. Durante su periodo como alcalde de la ciudad de León alentó a los ciudadanos a participar activamente en las soluciones. Esta creencia en el compromiso colectivo impulsó su contribución al plan Guanajuato siglo XXI.
“Tengo una frase: ‘el que no participa, pierde su derecho a quejarse’. Yo prefiero expresar mi opinión con el riesgo de equivocarme. Me he arrepentido más veces en la vida de haberme quedado callado que de lo que digo. Pero también he aprendido a decir las cosas con respeto a las personas”, agrega.
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No obstante, el trayecto de Héctor López Santillana no ha estado exento de desafíos, uno de ellos ha sido la resistencia de las personas al cambio, ya que proyectos como GPI no son de corto plazo e involucran muchos factores. Sin embargo, siente satisfacción al ver los logros tangibles que remodelan el futuro de Guanajuato.
Sin embargo, se mantiene firme en su creencia de que el éxito no debe conducir a la complacencia. En cambio, lo ve como un catalizador para crear oportunidades aún mejores para las generaciones futuras. Reconoce que construir una sociedad unida y próspera requiere alinear esfuerzos, aceptar el cambio y fomentar un sueño común para México.
“Fuimos de los primeros en hablar de un puerto seco, la gente de los puertos marítimos de México se reía de nosotros. Entonces, el escepticismo, la indiferencia, el separatismo, la falta de conjunción de esfuerzos conforman el primer reto en todo lo que estamos haciendo[…] Creo firmemente que la educación es una de nuestras principales vías de solución”, apunta.
Con valores arraigados en la libertad, la dignidad y la participación, visualiza un futuro en el que Guanajuato prospere como un centro vibrante de innovación, oportunidad y unidad, por lo que llama a los empresarios a involucrarse en la formación de las siguientes generaciones.