¿Qué tanto debe influir el director general de una empresa en la contabilidad, finanzas y planeación fiscal? ¿Debe alejarse por completo del trabajo realizado en estas áreas, o bien, debe orientar el rumbo que tomen? Desde mi punto de vista, lo segundo es lo que debiera ser; pero, cómo realizarlo de la mejor manera.
Todo empieza con tener un entendimiento básico de dichas disciplinas. Si aún no se cuenta con él, es importante adquirirlo por medio de la lectura, la asistencia a cursos básicos, interacción con personal de esos departamentos, etcétera. Luego, es necesario conocer los alcances generales de cada área de la organización para poder dilucidar lo que se puede lograr y, de esta manera, definir metas en conjunto con el personal encargado.
El director en cada una de las áreas
En cuanto a materia contable, así es como yo lo considero, es fundamental tener, periódicamente, información resumida del flujo de efectivo del negocio y el estado de resultados mensual. Con estos documentos, se podrán analizar las cuentas por cobrar, por pagar; además de la proporción en que estas contribuyen al renglón de ingresos y egresos. También, conviene plantear metas anuales de ingresos y egresos (estado proforma) y comparar el desempeño real con lo planeado.
En cuestión financiera, es importante poseer un análisis de la rentabilidad de distintas alternativas a lo largo del tiempo, con la finalidad de decidir qué productos o servicios conviene agregar, eliminar o modificar de nuestra oferta comercial actual.
Respecto a lo fiscal, es necesario tener información actualizada y oportuna de aquellas estrategias fiscales que permiten fomentar la inversión productiva en la organización, y los incentivos fiscales que existen para ello. Asimismo, se debe determinar correctamente las formas fiscales de remuneración que existen en la empresa, a partir de cómo se lleva a cabo el trabajo: por proyecto, salarios fijos, fijo/variable, variable, etcétera.
Al poner la atención debida a esta terna (contabilidad, finanzas y fiscal), se tendrá la posibilidad de impactar positivamente en las estrategias que se utilizan en el negocio para lograr los objetivos planteados. Por supuesto, esto no solo le compete al director general, sino también a los colaboradores encargados de cada área.