El 14 de marzo del presente año, la Ciudad de México activó una contingencia ambiental. La pésima condición del aire que encendió los focos rojos no se presentaba desde hace más de una década en la capital del país.
La fase uno de emergencia se activó y un gran número de vehículos salió de circulación. Las autoridades advirtieron que esta medida se podría mantener y hasta recrudecerse, si no bajaban los niveles de contaminación.
Ante este hecho, los escasos propietarios de autos eléctricos seguramente se sintieron aliviados de tener uno, a pesar de que su inversión para adquirirlo haya sido mucho más alta que si hubieran comprado un coche de gasolina o diesel.
Pese a los avances tecnológicos y la mayor inversión, la fabricación en masa de vehículos eléctricos aún no es posible debido a sus altos costos de producción.
Hasta hace un par de años, el interés de las armadoras hacía previsible que para 2022, tener un auto eléctrico sería igual de fácil que tener uno de gasolina.
Lamentablemente, la baja en los precios del petróleo ha decrementado la inversión en el sector y en la actualidad, ya no se considera posible cumplir dicho pronóstico.
Malas noticias para la ecología.