Por: Xicoténcatl Morales Hurtado. CEO Gestión Avanzada
Muy pocos directivos de empresa han atravesado por su trayectoria organizacional sin experimentar el daño provocado a sus carreras por personas malintencionadas. La mayoría de los miembros que integran las unidades de negocio se han enfrentado a desprestigios y críticas agudas sobre su liderazgo.
Obtener un cargo ejecutivo de primera línea puede abrigar historias de resiliencia y superación, pero también de lucha y descalificación por parte de antiguos jefes, colegas o subordinados.
El mal clima laboral conocido como ambiente tóxico es un contexto devastador que afecta la vida emocional y productiva de muchas personas talentosas. Aprender a reconocerlo puede ayudarnos a cambiar nuestra perspectiva sobre este grave asunto.
Antecedentes
En los últimos veinte años, a medida que los investigadores del tema han llevado a cabo estudios serios sobre los riesgos psicosociales en los entornos de trabajo, hemos escuchado suficientes detalles que dan razón del dolor personal y crisis institucional que el ambiente tóxico puede generar.
Particularmente, los estudios sobre malas prácticas que se acompañan de diversos modelos de encuestas sobre gerencia negativa hoy están al alcance de la mayoría de nosotros.
Un empelado maltratado por un supervisor durante tres años consecutivos a causa de los deseos del primero de obtener un mejor puesto; una encargada de área cuyo gerente intenta despedirla (y la invisibiliza en cada junta) por sus aspiraciones de mejorar la cadena de valor; el reiterado mobbing entre colegas que fractura las ya de por sí malas relaciones entre compañeros de la línea de producción; múltiples intentos de nulificar las sugerencias de los miembros de un equipo que pugnan por un mejor reglamento interno; atropello constante a los roles ejecutivos por parte de una directiva controladora que teme perder su autoridad si se muestra flexible; casos de burnout, presencia de bossing, hostigamiento, etc., etc., todos estos temas tienen un común denominador: se producen en o debido a la presencia de un ambiente tóxico altamente nocivo al desempeño.
Dice G. Edwards: “Las empresas se construyen como las historias, pero se ambientan en medio de una encarnizada lucha de egos, manías y actitudes violentas que dejan demasiados heridos en el camino”.
¿Qué hacer ante las condiciones o contextos tóxicos?
No es una pregunta sencilla por donde se la quiera ver, por lo que su respuesta tampoco debe ser simple. “Renuncia a tu empleo” es quizás la frase más usada por los amigos o familiares de una persona que confiesa vivir en una empresa tóxica. Pero no es tan simple como parece.
Los ambientes tóxicos pueden combatirse desde dentro y se requiere mucha determinación para cambiar su dinámica.
Una empresa es, en realidad, un conjunto de personas que tratan de alcanzar metas y expectativas. La presencia de un ambiente tóxico quizás esté reflejando un desajuste grave entre los medios y fines para lograr dichos objetivos.
Aclarado esto, hay ciertas medidas serias que se pueden tomar para frenar sus perniciosos efectos:
- Encarar el problema puede comenzar con una indagación congruente sobre el clima laboral (preferentemente guardando el anonimato de los encuestados) para conocer la frecuencia y profundidad del problema. Este tipo de diagnósticos no sólo es la base de los planes de acción para erradicar el ambiente tóxico, sino un pilar fundamental de la cultura organizacional que se quiere promover.
- Actualizar los protocolos internos ante casos de acoso, abuso de poder, y otras malas prácticas y difundir su contenido entre todos los miembros de la empresa suelen ser medidas preventivas que ponen al centro las metodologías claras para denunciar, amonestar y, en casos necesarios, despedir a los principales causantes del ambiente tóxico, también conocidos como depredadores laborales.
- Acudir a los recursos que se contemplan en las nuevas normativas (como la NOM-035-STPS para el caso mexicano). Tomarlos en serio para renovar la cultura laboral, atendiendo las cusas y consecuencias de los riesgos psicosociales, es una forma muy efectiva de priorizar la importancia de un entorno saludable.
- El reacondicionamiento de áreas, rotación programada de personal y evaluación sistemática de los cargos ejecutivos para detectar intenciones dolosas, favoritismos, bromas pesadas, exclusión, aislamiento, humillación, entre otros problemas frecuentes del ambiente tóxico. Estas medidas se pueden llevar de forma paralela para alinear el clima laboral a un mejor esquema de rendimiento y satisfacción.
- Finalmente, hay páginas y recursos como los que se proponen en el Observatorio Laboral (a cargo del Servicio Nacional de Empleo), el IMSS o la PROFEDET (Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo), que pueden ayudar a los empresarios a sentar las bases de un contexto libre de toxicidad.