Por: Xicoténcatl Morales Hurtado, CEO Gestión Avanzada
Todo deseo de cambio nos obliga a reinventarnos, salir de la famosa zona de confort y afrontar las decisiones necesarias para alcanzar nuestro siguiente nivel.
La gestión del cambio, dice Juan Ferrer, es el principal atributo de un liderazgo que se plantea nuevos anhelos. No tenemos que vivir una crisis severa (aunque lo hayamos hecho) para desear modificar varias cosas.
La vida de los líderes empresariales ha comenzado a volver a su formato de normalidad: juntas presenciales, trabajo en espacios que permiten mayor interacción (ya sin cubrebocas en algunos casos), acercamiento directo a sus equipos, etc.
Sin embargo, para muchos de ellos, regresar a la “normalidad” es precisamente el problema. En el interior de muchas mentes creativas algo no suena del todo bien cuando escuchan la frase: “regresemos a las cosas tal y como estaban”.
Si bien la pandemia fue un lapso prolongado que obligó a realizar ajustes dramáticos en la manera de dirigir la empresa, hay asuntos que no pueden (o no deben) volver al estado donde los dejamos.
¿Por qué cambiar?
John Eldredge dice: “Todos nos hemos escapado para encontrar alegría después de años de estrés, trauma y privaciones. Pero no está funcionando; nunca funcionará. Volvemos a nuestra normalidad de lunes a viernes, decepcionados, y esa decepción se convertirá en desilusión”. Quizás sea una forma muy extrema de plantear la situación, pero muy cierta.
La “normalidad” entendida como “volver a hacer lo mismo” no es siquiera un puerto atractivo. Cambiar es parte de nuestra naturaleza humana y una inclinación deseable en los líderes de negocio, a pesar del miedo que el tema les genere.
Cambiamos porque los procesos se vuelven arcaicos, porque toda unidad de negocio llega a su momento de obsolescencia, porque no queremos sentirnos rebasados, porque la monotonía es letal, porque la competencia lo exige. Cambiamos porque… (agregue la razón que guste).
Los procesos de transformación que ciñen la vida de las empresas no deberían parecernos una excepción, sino una regla, es decir, una constante que de tiempo en tiempo nos haga pensar en nuevas formas de hacer las cosas. A eso decidimos llamarlo nuevo comienzo.
Razones del cambio
Pero seamos honestos, la gestión del cambio es costosa y, en muchos casos, conflictiva. Así que, si vamos a comenzar de nuevo, tengamos presentes varios principios:
- No lo hagas por aburrimiento o incertidumbre, sino porque estás buscando reinventar un proceso que será crucial para toda tu unidad de negocio.
- No copies a otros y disimules que no lo estás haciendo. Los cambios más genuinos son los más profundos. Se vale inspirarte en otros negocios, pero no al extremo de plagiar sus métodos.
- Gestiona el cambio desde un modelo claro o un esquema teórico que te permita comunicar tus ideas de forma sencilla a todo tu personal. Los modelos de Lewin o Kotter son bastante recomendados. Otras opciones son: Teoría U, Liderazgo adaptativo o Indagación Apreciativa.
- El cambio es un proceso, no un evento. No trates de hacer todos los cambios en un solo día. Si decides gestionarlo desde algunos de los modelos citados, estos incluyen fases y claves para ir ajustando tu empresa a su nueva identidad de forma progresiva.
- La gestión del cambio es principalmente un asunto de adaptación, no sólo de adquirir nuevos aprendizajes. Haz que el cambio sea en los conceptos, valores, actitudes y herramientas tecnológicas de tu empresa (sin dejar ningún elemento fuera).
- Hay que desear el cambio. Me refiero a desearlo profundamente. Ninguna destreza o procedimiento será realmente transformado si no gestionamos el cambio con pasión y entusiasmo.
Finalmente, si quieres vivir como un aliado del cambio no dejes que las rutinas improductivas o los “usos y costumbres” vuelvan a tomar el control de tu organización. La identificación de las áreas que requieren una transformación es un primer paso para promover al interior de tu firma un proceso innovador que, sin duda, muchos miembros de tu equipo estarán dispuestos a afrontar.