Don Salvador Rodríguez Aldrete no comulga ni por asomo con la idea convencional del retiro. El empresario expresa su firme creencia en que, mientras sus capacidades mentales y físicas se mantengan intactas, no hay razón para detenerse.
“La mayoría de las personas que hemos trabajado durante toda nuestra vida estamos habituadas a hacer algo, a aportar valor. Yo nunca he tenido la intención de que llegue un día y diga ‘hasta aquí llegué, ya no hago nada’”, se sincera.
Para él, la clave es planificar y adaptar el ritmo de trabajo a medida que uno va avanzando de edad, si bien reconoce que uno no puede mantener el mismo ímpetu de la juventud.
“Un coche deportivo que está nuevecito no es lo mismo que un coche viejito con un motor bien corrido, ya que no pueden correr a la misma velocidad y tampoco necesariamente tienen la misma tecnología. Sin embargo, lo que siempre he creído y sigo creyendo es que no existen límites mientras se tengan las capacidades mentales en buen estado. No hay límite para aprender, uno siempre puede adquirir nuevos conocimientos y aportar a los demás”, defiende.
Don Salvador Rodríguez también recalca la importancia de la planificación y de ser dueño de su propio tiempo. Trabaja para sus propias empresas, lo que le permite decidir cómo quiere manejar su agenda.
“Es necesario planificar y no dejar que las cosas simplemente sucedan. Yo mismo determino mi ritmo de trabajo y decido en qué actividades me interesa participar”, añade.
Por ejemplo, actualmente está construyendo una casa. Dice que alguien le podría cuestionar para qué, si no sabe si vivirá ahí quince años o cinco meses. «No lo sé, pero me tiene divertido. Y me hace enojar también. Las personas necesitamos emociones. Necesitamos estar enojados, felices«,
“Algo que ha sido fundamental para mí es lo que considero los dos pilares de la edad madura: la familia, indudablemente, y los amigos. Pobre del hombre o mujer que llega a su edad madura solo. La soledad es el peor enemigo de vivir”, afirma Don Salvador Rodríguez