A los 73 años, falleció Manuel Ramírez de la Torre, reconocido aficionado taurino en el estado y quien se desempeñó como juez de plaza en los emblemáticos cosos San Marcos y La Monumental de Aguascalientes.
Hijo del ilustre abogado y acérrimo seguidor de la Fiesta Brava, Don Jesús Ramírez Gamez, ‘Manolo’ deja tras de sí a su esposa doña Estela Morones y sus hijas Toto y María.
Manuel Ramírez era un devoto hombre de familia, a quien se dedicó cien por ciento. “Era un ser humano extraordinario, llevó una relación muy estrecha con su familia hasta el último día”, comparte Gonzalo García, uno de los mejores amigos de Manolo, cuya amistad se remonta más de 50 años atrás.
Economista por el Tecnológico de Monterrey, Don Manuel laboró en varias dependencias de gobierno, como la Secretaría de Desarrollo Rural y Agroempresarial, el área de Comunicación Social y el Patronato de la Feria Nacional de San Marcos, donde tejió grandes amistades, dejando gran impresión allá donde fuere.
De su padre heredó la fiebre por la Fiesta Brava, convirtiéndose en uno de los fundadores del Centro Taurino México-España hace más de tres décadas. Destacó por su pasión y conocimiento de la tauromaquia, donde labró relaciones cercanas con matadores, empresarios, ganaderos, todos los actores alrededor de los toros.
«Llevó una entrañable amistad con Manolo Martínez, una de las figuras taurinas más importantes de nuestro país. Otro de sus amigos personales fue Miguel Armilla, aunque era querido por toda la dinastía», señala Gonzalo.
Su amplia cultura y entendimiento de la tauromaquia lo llevaron a desempeñarse como juez de plaza de la San Marcos y la Monumental, algo que Gonzalo define como “una de las realizaciones en la vida de Manolo”.
Manuel siempre procuró a sus amigos, reuniéndose periódicamente con sus grandes amigos, el propio Gonzalo, Martín Jaúregui, Carlos Gómez Ibarra, Juan Orozco, Fernando Macías, para hablar del toro. “Él nunca puso una traba a una amistad. Se entregaba a sus amigos, si te podía ayudar en cualquier cuestión que le dijeras, lo hacía con agrado. Era de muy fácil trato. Siempre se brindó como amigo”, señala García.
Su partida deja un hueco irreparable en su familia, amigos, mundo taurino y en todo aquel que tuvo la fortuna de conocerlo.
“Aún con todo el pesar que deja su partida, estoy seguro que su familia se queda con un gran sabor de boca por lo que vivieron con él. Fue un ejemplo”, menciona Gonzalo.
“Con los amigos no se diga: se brindaba hacia nosotros. Era un hombre alegre quien siempre tenía una palabra de aliento para sus seres queridos. Un hombre que siempre supo distinguir la amistad y darle valor a esa palabra”, finaliza. Don Manuel Ramírez de la Torre, descanse en paz.
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