La mujer puede ser exitosa incluso en aquellas áreas donde tiene poco tiempo figurando. Se ha creído, por error, que si es madre compromete sus logros personales o viceversa. Sin embargo, ¿Qué ocurre cuando se queire ser madre y profesionista con determinación en ambos roles?
Gabriela Campos es un ejemplo de lo que se logra cuando las virtudes femeninas se anteponen en el mundo laboral y que
la maternidad, desarrollada a cabalidad, es esencial para el enriquecimiento de los valores en las relaciones interpersonales.
La niñez es destino
Gabriela creció en una familia en la que el respeto a los demás era esencial. Desde niña, junto a sus seis hermanas y tres hermanos, se divertía durante el trayecto del sol a media tarde. Entre juegos, ella hilvanaba su sueño más grande, tener una familia. “Yo desde chiquita jugaba mucho a las muñecas, decía que quería tener una familia muy bonita. Hoy yo siento que los sueños se cumplen”.
Cuando le llegó el amor la sorprendió muy joven de la mano de Pablo Reimers. Seguido al noviazgo vino la propuesta de matrimonio y con ella, la etapa de mayor crecimiento personal para ambos. “Es hermoso empezar juntos en el matrimonio, platicar mucho en las noches, platicar en el café de las mañanas, sorprenderse con detalles, pero también acompañarse cuando hay que solucionar un problema y ser apoyo incondicional en los momentos dificiles ”
Una vez formada la familia con sus tres hijos, decidió que se enfocaría prinicpalmente en su desarrollo y estabilidad emocional. “ La niñez es destino, se necesita que sea estable tranquila y armoniosa. Siempre me preocupó darles los principios éticos y de honradez que les dieran las bases para ser adultos felices y hombres de bien. Este ha sido mi mayor orgullo”.
Para ella, la mujer es la base del hogar, la encargada de que todo funcione en el interior, de enseñar lo que sea necesario para proyectar armonía en el exterior. “En las relaciones personales es importante entender la educación, saber que no es la que viene solo con las reglas de etiqueta, sino aquella en la que se valora el prójimo y se respeta a los demás”.
Si la siembra es abundante, la cosecha también lo será. Gabriela considera
que hasta la fecha ha tenido la familia que esperaba. Cada miércoles reafirma la unión mediante una comida, a la que acuden sus hijos, diez nietos y tres nueras. Procura siempre tener un lugar de reunión en donde pasar momentos agradables en familia.
El equilibrio en el diseño
Gabriela se acercó desde pequeña al arte, ahí descubrió sus fuertes inclinaciones a lo bello, a la composición correcta de colores y texturas. Tomó clases de arte con el pintor zacatecano Daniel Peralta. Ella dice “dejé de pintar cuando me casé, pero me quedé con la delicadeza, con la feminidad necesaria para decidir qué me parecía agradable y qué no”.
Cuando Cesantoni salió al mercado, fue la sensibilidad a lo estético la que la hizo contemplar la posibilidad de nacer como una empresa diferente, en lugar de producir el común azulejo de formato 11×11, decidió lanzar el primer formato 20×20 en México. Así surgió Cesantoni, con el espacio para que ella demostrara sus aptitudes.
Aptitudes que se reforzaron durante un viaje de aprendizaje a Italia en el que estuvo 4 meses en la ciudad de Modena. A su esposo Pablo le entusiasmaba que ella formara parte del equipo de trabajo, por eso le sugirió que viajara a Europa para aprender sobre las nuevas técnicas y tendencias en cerámica. Algo indecisa por dejar a sus hijos en México, con el más pequeño de tan solo 8 meses, aceptó la oportunidad.
Después de ese viaje vinieron otros y con ellos nuevos aprendizajes, supo colocarse ante los europeos como una mujer multifacética, siempre informada sobre las últimas tendencias del medio, sobre política y cultura. La historia se convirtió en su lectura recurrente, parte de su visión humanista sobre la vida.
La influencia esteticista española e italiana sigue siendo parte del diseño en Cesantoni. Gabriela se considera “muy estricta con los colores y texturas”, lo cual es indispensable para lograr la calidad que los distingue. El secreto de su éxito es estar a la vanguardia, atender al buen gusto mientras se mantiene el estilo que ha funcionado desde siempre, en el que se busca crear ambientes acogedores que inviten a la paz.
Es interesante cómo gran parte del éxito de Cesantoni se debe a la inter- vención femenina. Como dijo Gabriela, “las mujeres somos elementales en el mundo”, porque el orden natural de las cosas exige equilibrio y ella supo introducir en la empresa la creatividad necesaria para diferenciarse, porque siempre se abanderó de los valores y el buen gusto, del trato humanitario y la sencillez, para lograr aquello que al día sigue escrito en el ADN de la empresa.