Si tienes la inquietud de emprender un negocio de servicios, debes analizar distintos elementos que te permitirán orientar, fundamentar y respaldar tu decisión.
Primeramente, tienes que definir el tipo de servicio y el mercado objetivo al cual te dirigirás. Te conviene analizar propuestas similares a la tuya y preguntarte: ¿de qué manera seré diferente?, ¿cómo daré a conocer mi oferta comercial?, ¿tengo experiencia en el ramo o empezaré a adquirirla?
Desde luego, es mucho mejor contar con experiencia; pero si no es tu caso, es momento de acelerar el aprendizaje teórico y validarlo mediante la práctica.
Ahora bien, con base en el mercado objetivo y la competencia, deberás establecer los precios que permitan generar las ventas requeridas con la rentabilidad adecuada. Ten en cuenta que un costo demasiado bajo puede afectar la percepción de valor de tus clientes; mientras que uno muy elevado puede limitar las ventas, aunque aporte mayor margen de utilidad. Por está razón, es útil plantearte cuánto se te haría justo pagar si tú fueras el comprador. Además, deberás comparar tu proyecto con otros para establecer precios pertinentes según el mercado. Recuerda, la sobrevaloración es un error común el cual tiene como resultado no vender.
Otro aspecto importante a considerar es cómo harás promoción. ¿Será por medios electrónicos, impresos, ubicación del local, recomendaciones, medios masivos de comunicación o con una combinación de varios elementos? Abrir un negocio de servicios y esperar que los clientes lleguen por suerte, puede llevarte a la frustración o a arranques letárgicos.
Al final, y no por eso menos relevante, considera el flujo de efectivo, uno de los principales retos al emprender. Tendrás que estimar un tiempo en el cual consideres superar el punto de equilibrio; por ejemplo, cuando tus ingresos sean iguales a los egresos.
Muchos emprendedores del sector de servicios con potencial han claudicado al no tomar en cuenta el flujo de efectivo característico de su giro. Si es posible, te convendrá combinar un componente de ingreso fijo, que logre cubrir o superar los gastos regulares, y uno de ingreso variable, el cual sirva para ahorro e inversión. Esto es recomendable porque cuando solo existe el primero y al inicio es pequeño, se pierde la motivación. Y cuando únicamente se cuenta con el segundo, quizá la rentabilidad de este sea adecuada, pero si la frecuencia de ingreso es demasiado baja, simplemente no se podrá mantener una operación continua, sostenible.
Una vez considerado lo anterior, hay que dar paso al mejor maestro de todos: emprender.