A lo largo de los años se han creado muchas tradiciones alrededor de la festividad del Día de Muertos en México. Altares de muertos, ofrendas, desfiles, dulces típicos, realizar recorridos en panteones y muchas más, incluidas las calaveritas literarias.
Las calaveritas literarias o panteones son un tipo de composición poética que se realiza durante los festejos de Días de Muertos, y que aborda temas y personajes específicos buscando satirizarlos, es decir, realizar una crítica con tintes cómicos.
¿Cómo se compone una calaverita literaria?
La Casa Universitaria del Libro (Casul) de la UNAM menciona que las calaveritas literarias están conformadas por una serie de versos con rima que tienden a ser breves y expresar pensamientos de manera satírica o ingeniosa. De esta manera, en este tipo de composiciones la muerte es representada de manera irónica o pícara y muchas veces puede ir acompañada de una imágen caricaturesca referente a la persona o temática que se aborda.
Para hacer una te recomendamos tomar en cuenta las siguientes recomendaciones:
- Elige un personaje: Puede ser un político, actor, celebridad, atleta o incluso el estereotipo de una profesión como un profesor, un contador, etc.
- Selecciona los rasgos característicos del personaje, pueden ser físicos o de su personalidad.
- Realiza un poema en el que el tema central sea la muerte, manteniendo un tono de burla. Recuerda que los versos deben rimar.
Estos son algunos ejemplos de calaveritas literarias que puedes tomar en cuenta:
Adiós a los maestros
A la escuela fue la muerte
A buscar a los maestros
Pero no logró encontrarlos
Todos ya estaban muertos.
Habían muerto de tristeza
Porque alumnos no tenían
Daban clase por computadora
Y los alumnos caso no hacían.
(Isabel Vázquez)
Para Eduardo trabajador del Almacén
Como de costumbre en su almacén
Eduardo trabajaba arduamente
En eso llegó una amiga
Dijo que era la muerte.
Eduardo la saludó
Con especial cortesía
Que le gustaba la muerte
A Eduardo se le veía.
¿Cuál es el origen de esta las calaveritas literarias?
La referencia más antigua que se tiene hasta el momento de las calaveritas literarias es de 1792 en el texto La portentosa vida de la muerte. El autor de esta obra fue Fray Joaquín Bolaños y se considera que este trabajo es importante debido a su aportación a la “estética de la muerte novohispana”.
Posteriormente, a mediados del siglo XIX aparecieron las primeras calaveritas oficiales, las cuales criticaban a la alta sociedad por quererse asemejar a las élites europeas. Por lo que los escritores se basaban en los lujos que este grupo tenía y en su personalidad. De esta manera, desde un inicio las calaveritas literarias se usaban para reclamar las injusticias sociales.
Dentro de este mismo contexto surgió la “Calavera Garbancera” o la Catrina en 1910. Un grabado de Guadalupe Posada, quien por medio de su obra buscaba burlarse de las indígenas vendedoras de garbanzo que aparentaban pertenecer a la clase alta, despreciando sus orígenes y costumbres.
Junto a la aparición de esta imagen se acompañaba la calaverita: “Remate de calaveras alegres y sandungueras/ las que hoy son empolvadas garbanceras,/ pararán en deformes calaveras”.
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