En 2021, se cumplieron 130 años en que Hermenegildo Bustos realizó su célebre autorretrato: una de las obras maestras del género dentro de la plástica mexicana del siglo XIX y que a su factura pictórica impecable añade la peculiaridad de la leyenda plasmada al reverso, presuntamente por su autor: “Me retraté para ver si podía”.
A trece décadas de realizado, ese magistral cuadro, que desde hace casi 30 años forma parte de la colección del Museo Nacional de Arte, regresa a su cuna para protagonizar la exposición “Lo secular y lo sagrado en la obra de Hermenegildo Bustos”, presentada por el museo homónimo en Purísima del Rincón, Gto.
Se trata de una de las más importantes muestras dedicadas a Hermenegildo Bustos en Guanajuato, con más de medio centenar de obras originales, entre dibujos y óleos; además de reproducciones y una docena de máscaras de la Judea, la tradicional representación purisimense de Semana Santa, a la que también contribuyó el artista.
La exhibición, con la curaduría de Gutierre Aceves, destacado estudioso de la obra de Bustos, examina las dos aristas principales en el quehacer del guanajuatense: lo secular y lo profano, el universo de los santos y vírgenes y los terrenales señoríos de los humanos.
“Hermenegildo Bustos fue un artista que, con la misma vigilancia copió una estampa o pintó la visión de un cometa, y con la misma intensidad retrató la piel de una fruta o la epidermis de un rostro”, señala Gutierre Aceves.
El discurso museográfico de la exposición se articula en siete núcleos temáticos que recorren distintos segmentos de la pintura religiosa realizada por Hermenegildo Bustos: imágenes marianas, pinturas de santos y escenas bíblicas para el culto doméstico, una pequeña sección de exvotos y reproducciones de sus imágenes plasmadas en las pechinas de la parroquia de Purísima de Bustos.
No sólo en temática, sino en lenguaje plástico, la pintura religiosa y los retratos de Bustos son especialmente divergentes.
Según explica Gutierre Aceves: “Para la factura de las pinturas de tema religioso, Bustos se enfrentó a un problema: copiar los modelos que se le presentaban, o los que él mismo conocía a través de estampas o reproducciones en libros. Por ello, el realismo que practicaba Hermenegildo Bustos en el retrato y su afán naturalista, eran incompatibles con las características de la pintura religiosa que realizaba, pues en ésta tenía que ceñirse a los elementos señalados por la iconografía tradicional».
El hemisferio de lo profano en la exposición se nutre con una sección dedicada a la Judea, con las máscaras de los distintos personajes que diseñó Bustos hace más de 140 años para esa representación popular, devota pero también sarcástica y el extenso núcleo de retratos, con más de una veintena de piezas procedentes de acervos como los del Museo Soumaya, el Instituto Nacional de Bellas Artes, Mi Museo Universitario De La Salle Bajío y el Museo del Pueblo.
Hermenegildo Bustos nació el 13 de abril de 1832. A lo largo de su vida ejerció indistintamente los oficios de pintor, nevero y agricultor. También se desempeñó como carpintero y músico y tuvo una activa participación en las dramatizaciones rituales de la Semana Santa. Falleció el 28 de junio de 1907 y fue hasta la segunda mitad del siglo XX que se le reconocería como uno de los grandes artistas de la pintura mexicana.
“Lo secular y lo sagrado en la obra de Hermenegildo Bustos” estará abierta al público en el Museo Hermenegildo Bustos, en Purísima del Rincón, hasta junio de 2022.