El 18 de octubre de este año se disputarán dos elecciones en México, una en el estado de Coahuila, donde se renovará su Congreso, y otra en el estado de Hidalgo, donde se renovará el total de Ayuntamientos. Sin entrar en detalles sobre el número de curules y municipios en disputa, lo que parece avecinarse son sendas derrotas estrepitosas para el PAN.
Este escenario será el pretexto ideal para que inicie para los panistas una discusión sobre la pertinencia de mantener o no a Marko Cortés al frente del partido. Cortés, según encuestas de Mitofsky, no es popular ni siquiera en su natal Michoacán.
La derrota inminente sentará en un lado de la mesa a los gobernadores agrupados en la GOAN, en otra parte podría estar el grupo que un tiempo respaldó al michoacano, grupo dominado por Ricardo Anaya y en el otro Cortés y su séquito.
Este domingo, comentan, pudieron haber iniciado las hostilidades en San Miguel de Allende, Guanajuato, donde Luis Alberto Villarreal, alcalde de aquel municipio, presentó su informe, al que presuntamente acudiría Marko Cortés para adelantar las malas noticias a los blanquiazules ahí reunidos.
El periodo formal de Cortés concluye en noviembre del año entrante, es decir cuatro meses después de la elección del año 2021 en la que el PAN sólo podría retener la gubernatura de Querétaro, según los números que tiene el presidente López Obrardor.
Parecería que el partido que gobernó México los primeros 12 años de este siglo, si quiere conseguir algún resultado decoroso, tendrá que aliarse con su enemigo natural: el PRI.
¿Qué pensaría Manuel Gómez Morín si hoy viviera al ver a su partido considerar una alianza pragmática con el PRI? El PAN parece no estar pensando en refundarse y aprender de sus errores, sino en conservar a como dé lugar posiciones y presupuesto.
Octubre, pues, será clave para los panistas, si consideran realmente que vale la pena dejar el barco en manos de Cortés o si pueden dar un golpe de timón para quitarle la presidencia para descansarla, tal vez, en algún miembro del GOAN o en el ex gobernador de Guanajuato, Miguel Márquez Márquez. En un mes sabremos por dónde empieza la cacería al interior del PAN.
Si esto es en el PAN, donde aparentemente se podría empezar a ver un repunte importante es en Movimiento Ciudadano. El año entrante, si todo sigue como hasta hoy, el hijo de Luis Donaldo Colosio Murrieta, Luis Donaldo Colosio Riojas, será el alcalde de la ciudad de Monterrey. Colosio Riojas, poco conocido en el resto del país, será el estandarte de los naranjas para aumentar la votación de ese partido hasta ahora marginal en la mayor parte del país.
No fue casualidad la visita del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, a Nuevo León, a donde acudió a mostrar que respalda a sus correligionarios del partido naranja en aquella entidad.
Si bien, Colosio papá parece haber desaparecido del imaginario colectivo de las nuevas generaciones, aún está guardado en la memoria de algunos nostálgicos de finales de siglo XX, lo que puede ayudar a desempolvar el recuerdo del finado candidato priista en aquel ya lejano 1994. Resucitar su memoria, pues, parece otro buen movimiento comercial del partido que probablemente mejor comunicación mercadológica hace en México. Al tiempo.