Por Andrés Díaz Larios, colaborador en Allenza
Darwin, decía que la especie que sobrevive no es la más fuerte, ni la más inteligente, sino la que mejor se adapta a los cambios. Durante siglos -desde Heráclito hasta Steve Jobs- se ha dicho que el cambio es lo único permanente, ¿por qué aún no lo asumimos y por qué no nos preparamos para recibirlo?
Efectivamente, todos los días cambiamos. La realidad es que todos los días estamos tratando de que algo que no esperamos, no nos afecte en magnitudes catastróficas. Esa es la razón por la que tomamos decisiones como: ahorrar para el retiro, comprar seguros o por lo que decidimos hacer una inversión; para que ante cualquier crisis el impacto que recibamos sea lo menos negativo posible.
Lo mismo pasa en una empresa, es necesario tomar decisiones, antes que el cambio, y con ello me refiero a crisis, la alcance. Desde mi experiencia, he detectado algunas situaciones que evitarían que las empresas pudieran hacer para evitar que las crisis externas las desaparezcan.
Es imprescindible la evaluación de cualquier situación. A veces damos por hecho, que conocemos el escenario por completo, pero la realidad es que no es así. Analizar los contextos externos e internos, nos ayuda a identificar qué áreas de la empresa son más vulnerables y con ello predecir los posibles riesgos.
Además, la comunicación debe ser efectiva, y con esto me refiero a mantener informadas a todas las partes, sobre situaciones en concreto sobre cómo se están abordando las crisis. La comunicación debe de ser abierta y transparente, para mantener equilibrio y confianza.
Es preciso establecer un equipo de gestión de crisis. El personal, que es el activo más importante de la empresa, debe estar preparado para atender cualquier dificultad. Es decir, es necesario tener un equipo resiliente.
Pero las empresas no pueden estar como entes aislados, pues forman parte de un todo que tiene un fin mayor. La cooperación entre la política, el gobierno y las empresas es esencial para prevenir y mitigar los efectos constantes de los cambios.
Para que este círculo de colaboración pueda ser virtuoso, es necesario que los puntos que desarrollamos sean llevados al plano público, y que las políticas públicas sean dirigidas a cuestiones concretas, tales como: tener un marco regulatorio estable; crear incentivos para la responsabilidad empresarial; fortalecer la educación pública; desarrollar infraestructura; inversión en investigación y desarrollo; incentivar la sostenibilidad y desarrollo, entre muchas otras.
Para evitar crisis externas, o para que afecten lo menos posible, una empresa debe enfocarse en la gestión proactiva de riesgos y la construcción de resiliencia. Lo mismo debe de pasar desde el sector público. Esto implica una vigilancia constante del entorno, así como procesos que fortalezcan la agilidad y adaptabilidad. Una comunicación transparente y efectiva con sus partes interesadas, así como la construcción de relaciones sólidas con gobierno y la comunidad en general, pueden ser clave para prevenir o mitigar crisis y para afrontar diariamente el cambio.