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¿Qué tan coherente es tu cultura organizacional?

Por: Xicoténcatl Morales Hurtado. Consultor Senior en Direktia

Lo que declaras en tu visión y misión empresariales es de poco valor en comparación con la aplicación que das a su significado.

El trato que das a las personas, la forma de referirte a un colega con el que acabas de tener un conflicto, el comportamiento que exhibes en los momentos de mayor estrés, la forma en que ayudas a tu personal a crecer y superar sus inquietudes, la manera positiva en que incides en la cultura organizacional interna, todos estos elementos que “saltan a la vista” son mucho más profundos, valiosos y significativos para tu equipo de trabajo que la repetición vacía de frases que poco se parecen a la realidad de su entorno productivo.

¿De qué sirven los conceptos?

No quiero decir que tener una visión y misión no tenga sentido, sino que es su actuación y no su “confesión” lo que les da un valor especial.  

Un concepto correcto es esencial para fijar una filosofía institucional capaz de infundir sentido al personal de toda la compañía. No obstante, la práctica sistemática de ese concepto es lo que, al final del día, hará que pueda superar la prueba del tiempo —volviéndose un lugar deseable para muchas personas—. 

Los conceptos ayudan a definir la búsqueda de mejores metas, pero las acciones son las que operan su consecución. Abrazar leyendas, mantras y lemas que jamás se ponen en práctica es la forma más rápida de hacerle sentir a las personas que trabajan a tu lado que están paradas en una institución incongruente.  

Vayamos más allá

Estoy convencido de que no hay ningún fallo en la redacción de muchas empresas que se han esforzado en plasmar en documentos sumamente ilustrativos lo que son o desean ser (o mostrar que su visión del futuro está repleta de optimismo). También estoy seguro de lo fácil que es alejarse de esos valores rectores cada vez que ciertas personas, que tienen a su cargo el privilegio de dirigir a otras, pierden el control mostrando la peor y más oscura versión de su liderazgo.

Si tienes enmarcadas en la oficina de juntas, en los pasillos de mayor concurrencia o en la oficina principal de tu negocio visión y misión empresariales, asegúrate de que sean más que un grupo de enunciados estimulantes. Las máximas huecas son más nocivas que su ausencia. 

La cultura es acción 

Decía Jon R. Katzenbach, en su libro Equipos de Alta Gerencia, que los grupos de trabajo prefieren ser apoyados por sus jefes directos más que recibir lecciones sobre sanas prácticas o consejos sobre productividad. 

En su opinión, pasar de la simple proclamación a la práctica real de los valores sobre los que se funda una unidad de negocio es la clave para que las personas asuman realmente su papel intransferible.  

Si quieres recibir una recomendación conclusiva, trabaja intencionalmente en que la visión y misión se vuelvan el eje de los estilos de trabajo por medio de su ejemplo. Busca que sirvan como base de mejores conductas que no sólo se ilustran en manuales sino en las reuniones del personal. Deben fungir como el pilar de las funciones, conductas y actitudes que quieres ver confirmadas por tu equipo más cercano  Jon R. Katzenbach —exigiendo que sean quehaceres diarios—.     

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