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Olimpia Coral Melo: «Que el privilegio no les nuble la empatía»

Las redes sociales y medios digitales son espacios en los que se ha potenciado la violencia de género, a partir de factores como el anonimato y la viralización. Alrededor de 9.4 millones de mujeres han sufrido ciberacoso, en el que el 55% de los agresores son hombres. 

A pesar de que la violencia digital puede presentarse en diferentes formatos, afecta de manera diferente a hombres y mujeres. Los hombres son víctimas principalmente de fraude, robo de cuentas o extorsiones, mientras que las mujeres pueden ser víctimas de: 

Según el Banco Estatal de Datos sobre la Violencia Contra las Mujeres (Banevim), el 26% de casos de violencia digital son de carácter sexual. Al menos 4 de cada 10 mujeres han recibido propuestas o insinuaciones de tipo sexual y el 38% recibe contenido sexual no solicitado. 

Por lo menos 1 de cada 100 mujeres han sido víctimas de alguna agresión en espacios digitales. Actualmente, en Zacatecas hay 88 casos de violencia digital, siendo las víctimas mujeres de entre 18 y 29 años de edad. Aproximadamente el 91.4% de las violencias en estos espacios no se denuncian. 

En entrevista para Líder Empresarial, Olimpia Coral Melo revela cuál es la realidad de las mujeres en los medios digitales; tema que domina y la ha llevado a convertirse en una de las figuras más influyentes del Mundo, según la revista Time.

LE: Desde tu perspectiva, ¿cómo impacta la violencia digital en los individuos?

OCM: A mí me hizo sentirme culpable, incluso de mi existencia, de mi cuerpo, de mi sexualidad, de mi significado y de mi simbología como mujer hembra. Aunque hombres y mujeres podemos ser víctimas, la violencia no se mide igual, no se jode igual; se entraña más en el cuerpo de las niñas y mujeres, eso sin minimizar lo que pueden pasar los hombres y las identidades de género. Mujeres y niñas siempre hemos sido estigmatizadas, reducidas a ser hoyos con carne para ser penetrados; hoyos para ser productos de un sistema capital y profundamente patriarcal. 

Yo me encontré en una situación, la cual no sabía que se llamaba “sexting”.. No es algo que te enseñan en la escuela o que tuviera una identidad, mucho menos sabía que era un tipo de violencia lo que me estaba pasando. Lo primero que vino fue culpa, rechazo completamente hacia mí; me sentía en escrutinio público, social y político; me vi minimizada a sólo ser un cuerpo que todos y todas podían poseer sin siquiera verme físicamente.

¿Cómo impactó socialmente? Ahora ya tiene una identidad, hoy podemos decirle “violencia digital” y sabemos que hacer sexting es sexualidad online. Todas podemos cuestionar todo, no hay que normalizarlo, ni promoverlo, ni hablarlo a la deriva. En el sexting hay peligro cuando no hay espacios seguros. Todavía hay mucho para hablar en temas de consentimiento, libre albedrío, sobre relaciones heteronormadas en el internet. En estos casos participa un tercero, las empresas socio-digitales que no se han hecho cargo de la protección de nuestros cuerpos. 

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Nos hacen creer que la única manera en que las mujeres pueden ganar es mediante la explotación de nuestros cuerpos, a través de internet. No es culpable la mujer que abrió sus cuentas de only fans, ni la que hizo sexting, el culpable es el sistema que nos ha llevado a esas condiciones. Creo que no hay sexting seguro en un internet patriarcal; pero eso nos lleva a querer conquistar el algoritmo, a tener espacios seguros para tener sexualidad y romper los tabús sobre las heterosexualidades obligatorias; empezar a ver desde la lesbiandad, desde las identidades en donde principalmente las mujeres y niñas no tenemos acceso a estas tecnologías. 

Yo tuve un privilegio que tal vez no tengan muchas mujeres, no fui culpada por mi familia, ni revictimizada. Eso es lo que me hizo diferente a otras víctimas, lo que me hizo hacerme responsable. 

LE: ¿Cómo concientizar a las generaciones venideras sobre sus derechos sexuales? ¿Cómo evitar que vulneren y sean vulnerados?

OCM: Todo parte de cuestionarnos, hasta la profundidad de nuestras entrañas, si es algo que realmente queremos hacer o porque lo creemos. La gran mayoría de las mujeres que tuvimos sexting es porque nuestras parejas nos pidieron hacerlo; las jóvenes de entre 12 y 17 años que lo han hecho ha sido a petición de una pareja, también menor de edad; influenciada por la cultura porno, sin educación sexual, sin medidas de ciberseguridad, sin medidas de prevención de sus identidades y muchas veces sin placer.  

No me crean nada, cuestiónenlo todo, yo utilizo esta analogía con las adolescentes: el sexting es como rasurarse las piernas, ¿lo hacemos porque queremos o porque buscamos la aprobación social de un sistema patriarcal? Durante la pandemia no nos rasuramos porque estábamos a gusto con nuestros cuerpos y no necesitábamos cumplir reglas sociales. ¿Vemos lindas las piernas rasuradas porque queremos o porque nos enseñaron que eso es el ideal de belleza? Para mí, el sexting es eso, debemos cuestionarnos si es algo que realmente queremos o algo que nos están presionando para hacer bajo el sistema de dominación de nuestros cuerpos.

LE: ¿Qué nos dice que cuatro de cada diez mujeres que compartieron contenido sexual propio fue porque alguien se los pidió?

OCM: Aquí podría aplicar la de: “es mi cuerpo y hago lo que quiero”; pero, como he venido diciendo, debemos cuestionar todo en nuestra sexualidad. Quien lea este artículo desde el conservadurismo podrá decir: “Ah, está perfecto. Me encanta. Estas niñas tienen la razón, cierren las piernas, pórtense bien. Aquí dice Olimpia que no lo hagas”. Hay una línea muy delgada en este discurso, que puede ser peligroso para el movimiento feminista. No tienen la misma génesis, porque la de ellos es conservadora, religiosa, de opresión; la de nosotras no, la de nosotras es radical, queremos que cuando lo hagas sea libre, consciente y que te cuestiones si es algo que a ti te da placer. 

Nueve de cada diez víctimas que hemos recibido en Defensoras Digitales, han sido porque tuvieron sexting, aunque no quiere decir que todas las que lo hagan serán víctimas. A nivel nacional sólo tenemos un caso en el que una mujer difundió a otra mujer. No se debe basar la educación sexual en el abstencionismo, sino una educación en el espacio digital, basada en las libertades y en los cuestionamientos, para habitar nuestros cuerpos.

LE: ¿Cuántos casos de violencia digital reciben actualmente?

OCM: Antes de la pandemia COVID-19 y antes de que se hiciera más viral la Ley Olimpia, recibíamos en promedio de tres a cinco al día. En mis redes sociales recibo alrededor de 20 diarios; el día que recibí más fueron 42, de mujeres solicitando ayuda. Por semana estoy recibiendo hasta 300 casos en todas mis redes… Esto no significa que sean casos reportados en la Fiscalía, sino que son peticiones de ayuda. No nos damos abasto porque no tenemos recursos. No pertenecemos a ningún partido político, a ninguna institución pública ni privada, nos mantenemos de recursos propios. 

Es algo de lo que pocas veces hablo, porque cuando eres mujer y te ponen en un pedestal, la sociedad te empieza a cuestionar por qué estás ahí, un pedestal que yo no pedí. No deseé que un día difundieran un video sexual de mí, que luego me hiciera famosa y que saliera en la revista Time. Si pudiera regresar el tiempo, claro que me gustaría conocer a todas esas personas, pero no era necesario el dolor. Ojalá que no nos hiciéramos feministas con nuestras propias historias de dolor, ojalá que fuera algo que nos enseñaran, así nos evitaríamos muchas cosas, dolores y angustias

El cuestionamiento no es para hacer aliados, sino que lo hacen con toda la saña patriarcal. La Ley Olimpia tiene que ser reformada, vamos a reformar la reforma, tiene que ser examinada, por lo que me parece saña jurídica el minimizarla, no pedir su aprobación, en lugar de poner los derechos de las mujeres sobre la mesa. Creo que si la gente quiere salvar vidas, ahí están las de las mujeres, incluso la de las hembras, de las vacas, de las puercas, las gallinas, las perras, las lobas… las hembras que también son violadas, obligadas a parir, a ser carne. Desde el antiespecismo también se ve que las hembras son las que sufren a causa del sistema patriarcal. 

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LE: ¿Qué sí y qué no es la Ley Olimpia?

OCM: Es un conjunto de reformas legislativas que primero reconocen a la violencia digital como una modalidad de violencia en la Ley General para el Acceso a una Vida Libre de Violencia, esto recae en todas las personas que dañen la privacidad, la dignidad y que laceren a una personas y que sea a través de la digitalidad son violencia digital; aunque eso no quiere decir que todo sea punible. También es una reforma al Código Penal para reconocer los delitos contra la intimidad sexual, con dos verbos rectores principales: difundir o producir material íntimo sexual sin el consentimiento de las personas

Por el momento no hay manera de reparar el daño a las víctimas de violencia sexual en internet. Hay que descubrirlo, avanzar a eso. Dejo en claro que nosotras no estamos esperanzadas a que el estado nos dé lo que merecemos desde la justicia patriarcal. Hicimos lo urgente, que era el reconocimiento de esta violencia, que hubiese un castigo; ahora vamos por lo importante, la prevención, reformularnos atropológicamente la misma definición del delito y las condiciones de educación sexual en línea

LE: Debido a que la ONU considera que este un hito para Latinoamérica ¿En cuántos países está presente la Ley Olimpia?

OCM: Estamos en vísperas de que se presente en Argentina. Es un coraje grandísimo ver que todavía los medios de Argentina difundan fotos y audios como antes en México. Creo que eso está cambiando, los medios ya no se atreven a difundir cosas. La verdad, no sé si la Ley Olimpia sirve de forma justiciera por el estado, pero lo que sí estoy segura es que ya cambiamos la forma en que nos vemos y se lleva a cabo en esta línea. 

Actualmente está en Bolivia, Ecuador, Argentina y me voy a EUA el 8 de mayo donde espero reunirme con algunas legisladoras en Washington. Esto no lo hice sola, lo hicimos todas: las que quemaron, las que rompieron, las capuchas, el bloque negro, todas las muejeres. Yo hubiese querido 40 mil veces que rayaran mi casa a que hayan dejado una huella imborrable en mi cuerpo

LE: ¿Qué fue lo más difícil de convencer a los legisladores sobre la importancia de la Ley Olimpia?

OCM: Hay que hacer un recuento, cuando te sientes atacado hay una barrera importante, lo que nos costó convencer a ciertos sectores sobre la necesidad de que existiera la Ley. Empezamos a hablar de las alianzas, de que el liderazgo no se mide en la pared de la egolatría. Yo sólo les diría: que el privilegio no les nuble la empatía, no nacieron machos, no nacimos víctimas.

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