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NOM 035 ante el Coronavirus: Un detonador de buenas prácticas y productividad

Por Octavio Gómez Tobón

Parece ya muy lejano aquel marzo de 2009 cuando en México la Influenza H1N1 paralizó de manera importante las actividades sociales, provocó consecuentes impactos en la economía y prácticamente todas las empresas vieron mermadas en menor o mayor medida sus resultados operativos. 

A la vez, esta epidemia marcó un periodo en el que muchos negocios perdieron la oportunidad de ser empáticos con sus trabajadores y activar protocolos de crisis acordes a la situación; organizaciones no industriales no se percataron de que el Home Office pudo haber sido una medida que generara mejores resultados que estar todo el día con un tapabocas o sin aire acondicionado, abonando incluso más al miedo colectivo que todos vivimos en aquella ocasión. 

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Hoy el Coronavirus activa una nueva oportunidad para que las empresas activen sus protocolos de crisis, aunque en muchas ocasiones estos no existen. Si ese fuera el caso, la fiebre del COVID-19 marca un momento idóneo para crearlos y hacer una evaluación real de cuántas de nuestras operaciones están basadas en presentismo. 

Así, las malas prácticas de gestión y comunicación podrían evitarse en los lugares donde casi el 100% de las actividades podrían gestionarse desde casa. En México la NOM035-STPS-2018 pide activar protocolos de atención a emergencias familiares y los Centros de Trabajo deberían establecerlos considerando estas circunstancias de manera efectiva y consecuente con lo que se está viviendo.

Los protocolos de prevención son siempre una ventaja competitiva, más aún en escenarios de crisis. Las vacunas son uno de los mejores ejemplos en temas de salud que permitieron incrementar la esperanza de vida en términos mundiales de forma radical en la segunda mitad del siglo XX; la expectativa media incrementó alrededor de 20 años en medio siglo, pasando de los 46.5 años que se vivían entre 1950 y 1955, a 65.2 años en el 2002, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. 

Existen diferencias radicales entre los países que están viviendo este brote; algunos con acceso a servicios de salud avanzados y otros que no. Este mismo hecho ocurre con las empresas, pero la era digital en los últimos años ha permitido reducir de manera muy importante esas brechas ya que la conectividad actualmente ya no se requiere de grandes inversiones como ocurría apenas hace 10 años.

Las jornadas de trabajo reducidas han demostrado efectividad en empresas como Microsoft, que en Japón realizó el experimento en el mes de agosto de 2019, dando a sus trabajadores tres días de descanso de viernes a domingo y obteniendo un incremento en su productividad del 40% contra el mismo mes de 2018. 

La aplicación de este tipo de medidas requiere compromisos por parte de los empleados para enfocarse en los resultados y contar son las mejores herramientas tecnológicas y de gestión. La NOM035-STPS-2018 determina cómo uno de los factores de riesgo psicosocial que deben ser prevenidos y gestionados por las empresas son las cargas de trabajo y la jornada laboral; dos de los dominios con resultados más negativos en la mayoría de los centros de trabajo que ya han realizado los diagnósticos de la norma.

China, Japón, Italia y ahora España han tenido que aplicar estrictos protocolos de reducción de las actividades de las personas de manera emergente producto de la crisis del Coronavirus  (COVID-19).

En mayor o menor medida y probablemente más temprano que tarde tendremos que aplicar estos protocolos en México, así que estamos muy a tiempo de tomarnos en serio activar los mecanismos de trabajo a distancia, home office, jornadas reducidas y los mecanismos de comunicación y logísticos que permitan reducir en lo posible los impactos.

Las oportunidades están, depende de los líderes de las organizaciones si los aprovechan para bien o esperan a sólo reaccionar y culpar a los factores externos de su mala suerte.

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