“Ojalá existiera una receta para hacer un buen vino”, suele decir el enólogo Matías Utrero cada vez que le preguntan el secreto para preparar esta bebida milenaria.
La realidad es que no hay ningún secreto para alguien que aprendió a caminar entre los viñedos de Mendoza, Argentina; que nunca se cansa de investigar para la vitivinicultura y que tiene un arraigo cultural por nacer en una de las capitales del vino a nivel mundial.
Lo que sí existe, asegura, es un método que involucra a la ciencia, el arte y la estética para desarrollar el mejor producto posible, auténtico y fiel al campo.
Si se aplican las decisiones correctas, resaltó, el resultado puede generar una obra de arte.
“El vino debe expresar el lugar de donde viene, pero primero hay que conocer bien el lugar. Y para poder hablar a la gente sobre este vino hay que investigar, tenemos muchísimo trabajo por delante en aprender y aplicar la ciencia para ofrecer muy buenos productos al consumidor”, explicó.
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A su juicio, elaborar un buen vino tampoco tiene que ver con los premios y reconocimientos que miden a la vitivinicultura sino con la responsabilidad de crear un alimento genuino e inocuo para el consumo, además de poseer cualidades sensoriales exquisitas, que al igual que el resto de los alimentos tiene propiedades nutritivas.
Matías Utrero tiene cerca de 16 años de trabajar en el mundo del vino, la mitad en su país natal y el resto en México. Actualmente radica en San Luis Potosí; previamente recorrió terruños en Querétaro, Guanajuato y Baja California.
Como enólogo, su función es intervenir desde el viñedo hasta el producto embotellado y etiquetado, listo para su venta y consumo.
Para ello, se involucra en la investigación e interpretación de fenómenos climáticos, suelo, seguimiento de las etapas de la planta, punto de cosecha y análisis fisicoquímicos.
Cada decisión es clave en todas las etapas para diseñar el estilo del vino, y estar al frente de la producción implica trabajar sobre un sustento científico en campos de las ciencias exactas. Adicional a un sentido sensorial que se adquiere con entrenamiento y experiencia.
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