Por: Sandra Martínez Suárez
Hoy por hoy los retos éticos a los que se enfrentan los negocios no se solucionan únicamente contratando profesionistas que rindieron protesta al momento de graduarse jurando ejercer su carrera de forma ética, honesta y responsable.
La diferencia entre el SER y el DEBER SER es muy frágil y un “SÍ, PROTESTO” no es suficiente para entenderlo. Basta con encender la radio o la televisión para enterarse de escándalos como PEMEX, Odebrecht y muchos otros que se han vuelto parte de nuestra cotidianidad.
Primero que nada, tenemos que reconocer que el contexto cambiante en el que nos desenvolvemos representa una gran presión y que la mayoría de las veces lo subestimamos. El comportamiento humano es determinado por la situación que se vive. Pensar que todo se resume a calidad moral es un gran error.
Por otro lado, la mayoría de las instituciones educativas de negocios, se enfocan en desarrollar las habilidades y competencias que garanticen la rentabilidad y permanencia de las empresas dejando de lado las relacionadas con las características propias del ser humano como lo son la integridad, la honestidad y la responsabilidad.
Pero, ¿cómo podemos desarrollar tanto las empresas como las instituciones educativas la conexión entre toma de decisiones de negocios, liderazgo y valores?
- Identificando los valores personales y los valores en las empresas para cerrar la brecha.
- Resolviendo dilemas éticos en equipo que les dará a nuestros líderes o futuros líderes el entendimiento de la complejidad de las decisiones que se deben de tomar bajo mucha presión y que podrían representar una amenaza a sus valores.
- Propiciando el diálogo constante entre alumnos, ex alumnos y profesores en el caso de las universidades, y entre colaboradores y jefes en el caso de las empresas para aprender a exigir el cumplimiento de los compromisos hechos.
- Aprovechando las buenas prácticas de otras instituciones o empresas mediante el uso de las tecnologías abordando todo tipo de temas relacionados con la toma de decisiones responsable mediante sesiones de trabajo.
En conclusión, tanto las empresas como las universidades deberán generar un estrecho canal de comunicación y colaboración para preparar cada vez más y mejor a líderes de negocios capaces de vivir los principios y valores institucionales tomando decisiones difíciles, procurando la rentabilidad y permanencia de la empresa sin que esto represente un riesgo o conflicto ético, y dándole vida a su misión.