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La vejez: más allá de las pérdidas, un viaje hacia la sabiduría

Foto de Matthias Zomer

Foto de Matthias Zomer

El psicólogo y maestro en Investigación en Psicología, Israel García, quien también es profesor y asesor dentro de la Escuela de Pedagogía y Psicología de la Universidad Panamericana campus Aguascalientes, nos comparte su postura profesional en el marco del Día del Abuelo, desde el concepto de sabiduría y generatividad como un aspecto propio de la tercera edad y como características positivas de la vejez.

La vejez: más allá de las pérdidas, un viaje hacia la sabiduría

La vejez es una etapa asociada al ocaso de nuestra vida, un periodo repleto de cambios que van encaminados a la disminución, pérdida y deterioro; sin embargo, así como se pierde, se gana. El proceso de envejecer es un fenómeno biológico programado en la materia viva. Todas las células de nuestro cuerpo están sujetas a la entropía, a morir y llevarnos a la muerte. En la vejez, estos cambios se vuelven cada vez más notorios. Comienza a disminuir la visión, el oído, nuestros músculos y huesos comienzan a deteriorarse, nuestra piel pierde flexibilidad, el pelo se cae o cambia de color y, en general, nuestro organismo entero sufre una serie de transformaciones que lo llevan a un declive de sus funciones.

«Por otro lado, las pérdidas no solo ocurren a nivel biológico. La vejez también conlleva a la experimentación de la muerte de los seres queridos, la disminución de los coetáneos, la pérdida de la pareja y una serie de situaciones que nos hacen replantearnos nuestros vínculos afectivos. Pero de las pérdidas es de donde más se aprende, y en la vejez encontramos una serie de ganancias que llegan a su punto más alto del desarrollo psicológico», destaca el Mtro. Israel.

Teoría Ciclo Vital

Para entender la idea anterior, es necesario remitirnos a la propuesta realizada por Erik Erikson en 1982. En su teoría del Ciclo Vital, Erikson afirmaba que las etapas de la vida están delimitadas por una serie de conflictos y crisis que entablamos con nosotros mismos y nuestro entorno. Estos conflictos se presentan de manera dialéctica, es decir, a través de fuerzas contrapuestas de las que se desprende una resolución que abona para la construcción de nuestra personalidad.

Foto de sabinevanerp

A medida que vamos resolviendo dichos conflictos, nos definen quienes somos y cómo nos relacionamos con los demás. Así como la construcción de un edificio en donde los cimientos sirven de base para los pisos ulteriores, la forma en que resolvemos estas crisis sirve de base para la resolución positiva de las crisis posteriores. En la vejez, el edificio del desarrollo psicológico aún no ha terminado de construirse; falta el último piso, el penthouse, el último nivel, la cúspide del desarrollo.

En la vejez, se plantea uno de los conflictos más importantes del Ciclo Vital que Erikson llamó Integridad VS Desesperación. En él se pone de manifiesto la reflexión en torno al camino recorrido y la posibilidad de darle un sentido profundo a la historia de nuestra vida. Para llegar a este punto, es necesario que la persona tome consciencia en relación a la pregunta central de si sus vidas han sido significativas y han tenido un propósito. Esto implica una reflexión profunda de la vida en donde no existen propósitos pequeños. Ser madre o padre, tener una empresa exitosa, convertirse en una pareja que amó y fue amada, cuidar de una parcela que nos dio alimento y sacó adelante a la familia, comenzar una revolución y ser ejemplo de lucha para mantener nuestros ideales; cualquier propósito cuenta y podría ser significativo para darle sentido a la vida.

Además, el conflicto de Integridad VS Desesperación también requiere de una noción de integridad. Este elemento hace referencia a la aceptación de todas las experiencias vividas en una narrativa coherente y significativa con nuestros propósitos. Se trata de abrazar todas las partes de la vida, desde las experiencias adversas hasta los éxitos, las alegrías, tristezas y demás vivencias, llevándolas a un sentido de trascendencia.

Erikson afirma que esta sensación de integridad se enfatiza más cuando se ha contribuido al bienestar de los demás, cuando las personas buscan dejar un legado positivo e incidir en las futuras generaciones. La persona que ha encontrado su propósito y la integridad experimenta una sensación de paz y satisfacción al aceptar su vida en su totalidad, incluyendo los momentos difíciles. Se siente en paz consigo misma y ha llegado a aceptar la realidad de su propia mortalidad.

Foto de Andrea Piacquadio

Asimismo, el maestro hace énfasis en que a pesar de que pueda sonar difícil alcanzar este punto, las personas durante la vejez cuentan con una enorme ventaja que solo se obtiene después de años de experiencias vividas: la sabiduría. Este concepto no tiene nada que ver con el coeficiente intelectual ni una inteligencia superior; la sabiduría va más allá de eso.

«La sabiduría es comprender las incoherencias como parte de la verdad; la comprensión profunda de la naturaleza humana, la vida, la moralidad y la complejidad de las situaciones; es la reflexión en la toma de decisiones ponderadas y contribuir a la sociedad con una perspectiva enriquecida por las vivencias. Es aquello que hace a los abuelos tratar distinto a sus nietos; es el consejo de una madre o un padre a su hijo adulto; es aquello que se transmite entre las generaciones y que vamos replicando sin saber por qué y al final cobra sentido cuando nos volvemos viejos. La sabiduría hace que busquemos esa integración y ese propósito que se convertirá en el último edificio de nuestro desarrollo psicológico», expresa.

En conclusión, más que quedarnos con la idea de que la vejez es una etapa de pérdidas, seamos sabios y resignifiquemos este período del ciclo vital como lo que verdaderamente es: un momento de la vida en donde nos damos cuenta de que ganamos más de lo que hemos perdido.

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