En todas las facetas de su vida, Mario Castañeda se ha regido por un objetivo claro: despertar la conciencia de que todos formamos parte de una comunidad.
Siempre ha buscado hacer patente que estamos inmersos en un contexto, cada uno con sus propias necesidades —donde, muchas veces, las de otros son más grandes que las nuestras—. Por ello, todos podemos incidir positivamente en aquellas personas que se encuentran en condiciones menos favorables. Esa filosofía está profundamente marcada por el ejemplo de sus papás y sus hermanas:
“La perspectiva de vida más significativa que me transmitieron mis padres fue la importancia de compartir. A medida que experimentamos un mayor crecimiento personal, es crucial compartirlo con nuestro entorno: con nuestra familia, con nuestro equipo de trabajo en la empresa y, siempre que sea posible (que casi siempre lo es), con aquellos que realmente tienen una necesidad imperante. Este enfoque actúa como un motor fundamental en mi vida”.
Empresario versátil, cuyos negocios abarcan desde la consultoría empresarial hasta el sector restaurantero, y activista con una clara vocación altruista, la historia y el propósito de vida de Mario Castañeda se resumen en una premisa clara: impactar positivamente en su tierra natal.
Continuar el legado de sus padres
Además de la generosidad y la empatía, los padres de Mario le inculcaron otros valores como el trabajo y la responsabilidad.
«Mi familia no era privilegiada y enfrentamos dificultades económicas, pero siempre intentaban encontrar formas de sacarnos adelante a través del trabajo. Pasamos por momentos económicos muy difíciles, pero nunca buscaron otra alternativa que no fuera esforzarse aún más, trabajar aún más«, comparte.
Su padre tenía una carnicería y su madre era ama de casa, aunque también colaboraba con su esposo en la venta de carne. Motivado por ayudar a sus padres, Mario Castañeda comenzó a trabajar desde los doce años como cerillito en el Agropecuario. Su experiencia laboral también lo llevó a desenvolverse en diversos lugares, como en Sanborns, en un spa y en el sector de la construcción como albañil.
«Lo que más aprendí de esas experiencias fue que es fundamental evitar prejuicios y etiquetas, ya que las personas siempre pueden sorprender. La actitud del servicio, primordial tanto para proveedores como clientes, requiere flexibilidad y empatía para abordar las necesidades de ambas partes«, menciona.
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