Los sueños son tan fuertes que pueden necesitar una vida entera para hacerse realidad, sin embargo, hay quienes tienen la fortaleza para “construir puentes” que apresuren su materialización. Javier Reynoso, uno de los ingenieros civiles más emblemáticos de Zacatecas, nos muestra cómo las inquietudes de la infancia se pueden convertir en una larga y exitosa trayectoria.
Esta historia inició en Juchipila, municipio del sur del estado, donde el joven Javier Reynoso descubrió su interés por la ingeniería a través de juegos con sus amigos. Según relata, eran cinco niños en total, quienes se divertían haciendo puentes y carreteras. Desde ahí supo hacia dónde quería dirigirse, así que fue cuestión de tiempo para que lo lograra.
“Mis inclinaciones a esta área empezaron desde niño, porque tuve una niñez muy bonita. Entonces en ese tiempo empecé a desarrollar lo que me gustaba. Además de caminos, hacíamos camioncitos de madera para jugar con ellos. Así empezó la idea de estudiar ingeniería, aunque mi mamá insistía en que estudiara medicina. Gracias a Dios tuve la oportunidad de llevarlo a cabo”, explica.
Aquí y de allá
Al concluir la primaria, su maestro de sexto grado lo apoyó para que se trasladara a la entonces Ciudad de México para ingresar a la secundaria. Sólo cursó el primer año allá, después viajó a la capital zacatecana para estudiar los niveles faltantes.
Algunos años más tarde, el destino lo volvió a llevar a la Ciudad de México. La metrópoli atestiguó la preparación universitaria de Javier Reynoso, quien desde su etapa como estudiante demostró una actitud inquebrantable y una fuerte pasión por el conocimiento.
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“Estudié la carrera en la UNAM, gracias a Dios siempre me fue muy bien. En cuanto terminé tuve la buena fortuna de que me ofrecieran un trabajo importante en una compañía en la que estuve muchos años. Empecé como ayudante, de ingeniero residente, en Uruapan Michoacán. Después me asignaron obras especialmente para mí, sobre todo en Ciudad Obregón y Veracruz”, recuerda.
La relevancia de sus trabajos fue tal, que incluso uno de sus proyectos contó con la supervisión directa de autoridades mexicanas de primera. Tras adquirir una amplia lista de experiencias satisfactorias en su vida laboral, Javier Reynoso se dispuso a dar otro paso importante.
“Me llamaron de Zacatecas para ser maestro de Ingeniería y ahí me cambió la vida. Estuve 16 años de maestro en la universidad, fue una experiencia muy bonita y llena de gratificaciones. Para mí significaba mucho que consideraran a mis alumnos como bien preparados a donde quiera que iban ”, menciona.
Un líder del presente, un ejemplo para el futuro
Para Javier Reynoso, un líder es aquel que tiene la capacidad de dar lo mejor de sí, busca la innovación y facilita el trabajo de equipo. Casi sin percibirlo, su forma de actuar demuestra que él está a la altura de sus propias expectativas.
Además de la docencia, el ingeniero explica que tiene muy buenos recuerdos de obras realizadas en Zacatecas, tanto dentro de la universidad como por todo el estado:
“Hice varias obras en mi vida… pero una sí fue llamada ‘Monumental’. Participé en la construcción de todos los edificios de las instalaciones de la Feria; principalmente la Monumental Plaza de Toros que la terminamos en tiempo récord. También tuve a mi cargo el teleférico, el crucero del boulevard con la González Ortega, entre otros”, menciona.
Décadas de experiencia le permiten a Javier Reynoso brindar un mensaje contundente a los jóvenes, no solo a aquellos que quieren seguir un camino similar al suyo, sino a todos por igual:
“Con base en mi experiencia le diría a los jóvenes que sean conscientes de que es una enmienda, que las actividades se le confían a uno y hay que cumplirlas bien. La docencia para mí ha sido la más importante. Tuve alumnos muy capaces que se desempeñaron muy bien; así que creo que las capacidades determinan la edad en la que uno está listo para empezar un proyecto”, concluye.