La pasión crece en el campo, rodeada de pastos y rocío, de la misma forma que la expectación por los animales llevó a Rafael Olmos a ser un referente de la ganadería en Zacatecas y más allá de sus límites. Desde muy joven, entre juegos y convivencias con su padre, aprendió que dedicaría su vida al medio rural, desempeñándose en la agricultura y ganadería, acompañado de las voces de sus ancestros.
Nacido en Ojocaliente, Zacatecas, Rafael Olmos tuvo la oportunidad de afianzar su admiración por la tierra. Con el paso del tiempo se convirtió en un niño solitario que, por fortuna, tenía un patio en el que habitaban vacas y caballos. Las experiencias que reunió durante su juventud le trazaron el camino que debía seguir a partir de entonces:
“Desde hace 60 años estoy aquí, en ‘El Marengo’, por el amor a los animales. Visto como se visten los ganaderos, me gusta este ambiente. Aquí trabajo diez veces más de lo que en cualquier otro negocio, pero me gano diez veces menos… soy un enamorado del rancho y estoy muy feliz.
Mi trayectoria ganadera también consiste en lo que he logrado como expositor. Llevaba vacas paridas con sus becerritos. Ahí están las fotografías y los trofeos que he ganado. Cuando trabajas en lo que te gusta no es trabajo; incluso estuve al frente del Consejo Directivo de la Unión Ganadera por cinco años y organicé la primera convención de la Confederación Nacional Ganadera aquí en Zacatecas”.
Perseverancia, la máxima prueba de liderazgo
Rafael Olmos demostró su firmeza cuando fue víctima de la invasión de tierras, durante el gobierno de Luis Echeverría. Menciona que sus propiedades duraron 28 meses en manos de los agraviantes, hasta que la historia dio un giro a su favor. Él se mantuvo inmutable, a pesar de que todos a su alrededor desistían de luchar por sus propiedades:
“Tuve que sacar ganado a ranchos de amigos, los invasores me insultaban cuando pasaba en la camioneta, pero aún así no dejé el rancho. No quise vender, el dinero es como humo; yo prefería que me sacaran con los pies por delante antes que claudicar. Después del mal tiempo estoy feliz porque he logrado rescatar las tierras de mis ancestros y seguiré buscando las demás”.
Si bien los retos a los que se le han presentado durante la vida lo han marcado, Rafael Olmos ha demostrado tener un liderazgo inexorable. Según cuenta, algunos de estos rasgos los aprendió directamente de su padre, quien compartió con él todos sus saberes:
“Soy líder, aunque también conté con el apoyo de mi papá para todo. Me tocó defender a mi familia en muchas ocasiones; así que fui el que tomó la cabecera cuando é faltó. Ahora que ya casi cumplo mis 90 años sigo con muchas ilusiones, quiero seguir trabajando y logrando cosas, por él y por todos mis antepasados”.
La experiencia se siembra y cosecha

La elección de ciertos caminos sobre otros han fortalecido la leyenda viva de Rafael Olmos. Según platica, su madre le explicó que “lo único que no se consigue gratuitamente es la experiencia”, enseñanza que lo acompaña desde entonces. En la infancia escuchó con atención las voces de la experiencia, durante la juventud definió sus ideales y en la vida adulta los puso en práctica.
“Procuré aprender todo de mi papá, un hombre culto y sabio. Me recuerdo escuchando sus pláticas con atención, fue la persona que más quise en mi vida y daría lo que me queda de vida por poder darle un abrazo. En una de esas me mostró unos versos de Rudyard Kipling, que creo que son el mejor consejo que se le puede dar a un joven:
‘Si en la lucha el destino te derriba.
Si todo en tu camino es cuesta arriba.
Si tu sonrisa ansía insatisfecha.
Si hay faena excesiva y mala cosecha.
Si a tu caudal se contraponen diques,
date una tregua. ¡Pero no claudiques!’”, expresa.
Como ganadero, empresario y líder, Rafael Olmos ha sido, es, y será, una figura memorable en la historia de Zacatecas. Los proyectos que todavía no empieza y las inquietudes que aún no cumple le darán material para continuar trabajando, no sólo a su favor, sino de quienes lo rodean.