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Gonzalo Montellano: El amor por México hecho arte

En el arte, cuando la vocación llama, la praxis suele convertirse en la mejor herramienta para aprender de ello. Desde el mero hecho de observar, hasta proyectar y configurar una idea en el papel para más tarde maquinarla en el lienzo, se vuelve la escuela, si acaso, más fructífera. Gonzalo Montellano se erige dentro de esta categoría de artistas que, alejados de la academia, o una educación “propia” en ello, cargan consigo el trabajo y talento que les permite desenvolverse de manera satisfactoria.

“Soy un entusiasta de la pintura, nunca tomé clases. Puedo decir que soy un pintor aficionado. Me hubiera gustado tener técnica de los grandes maestros, dominar los colores, pero no me arrepiento. Es satisfactorio que, lo poco o mucho que he logrado, ha sido por mí y mi trabajo”.

Aunque la motivación y el gusto surgieron desde temprana edad, los caminos que llevaron a Montellano a dedicarse a pintar no fueron los usuales. Inspirado e impulsado por su esposa, Susana Mercado, la oportunidad para seguir construyendo proyectos artísticos se dio a partir del alcance que su obra fue tomando «de boca en boca». El primer escenario en el que sus pinturas se posaron ante la mirada de ajenos fue en las paredes del restaurante El Belduque, negocio del cual formaba parte el artista.

Más tarde, sus cuadros se expusieron por primera vez en la Ciudadela del Arte. Sus obras también se han exhibido en el Teatro Calderón. La frescura de sus cuadros interesó en el extranjero, prueba de ello es que sus cuadros llegaron a la embajada de Bélgica, como representativos de la cultura mexicana. En el viejo continente las catrinas de Montellano posaron para los ojos de los visitantes en Amberes, la Galería Palm Beach, el Museo de Bellas Artes en Bruselas y la Universidad de Amberes.

Las altas y bajas en los procesos y momentos de creación han sido una constante en la trayectoria del pintor, ya que actividades fuera del ámbito artístico han formado parte de su vida.Su formación en Ingeniería Eléctrica lo ha llevado a desempeñarse en distintos lugares como la Comisión Federal de Electricidad, en la constructora DLL, Pirosmart e incluso a desempeñarse como docente. Más allá de estas actividades, sus creaciones pictóricas se colaron como una senda de satisfacciones compartidas y a la vez personales, que van más allá del ámbito profesional.

La modelo excepcional de Montellano

Los trajes de gala típicos de todas las entidades de la república son modelados por un personaje que más allá de resaltar las particularidades y atributos de cada región, se erige como un ícono de identidad nacional: la catrina. Evocando con cada pincelada la diversidad y riqueza cultural del país, Gonzalo Montellano se declara un apasionado y enamorado de México. Del mismo modo, disfruta dando a conocer toda esta riqueza en sus cuadros, a partir de estampas mexicanas, en las que retrata no solo a la catrina, sino motivos tradicionales de todo el país.

Tomando como referencia e inspiración las catrinas de Capula, Michoacán, el artista se ha dado a la titánica tarea de pintar a la catrina ostentando todos los trajes típicos de México. Además de esto, su esposa fue una de las grandes motivaciones y asistente de su obra al momento de trasladar la idea al lienzo. Sobre este aspecto menciona:

“Una influencia muy grande para mí es mi esposa. Ella también pintaba, aunque era más de acuarela y pastel y yo de acrílico y óleo. Ella era mi musa. Cuando pintaba, le pedía su opinión y a partir de sus comentarios yo seguía trabajando en la obra.”

Más allá de los lapsos en los que Gonzalo Montellano ha soltado el pincel, su esposa ha sido clave para seguir el camino.

Gozanlo Montellano enmarca el son

Sobre la marcha, Montellano ha tenido la oportunidad de codearse con figuras importantes de la pintura del estado. Ha estado en talleres de José Esteban Martínez y Emilio Carrasco, de quienes aprendió sus técnicas a partir de la imitación, pero resguardando siempre su estilo. Refrenda su estilo como figurativo: “tengo que verlo y saber que lo estoy haciendo”.

Más allá de estilos y técnicas por explorar y explotar, el artista disfruta la transformación. La proyección de la idea y su debido proceso de construcción es de los mejores momentos para Gonzalo Montellano. “Yo tengo la idea de que un cuadro jamás se deja de pintar, siempre hay algo que quieres cambiar o agregar. Pero es precisamente eso lo que más disfruto de la pintura, la transformación”.

Captar el movimiento de los bailables, de la fiesta y los detalles que hacen únicos cada uno de los trajes típicos de cada estado no ha sido una tarea sencilla, pero, nuevamente, el proceso es el deleite del mismo, cuando, al finalizar, se consagran todos los elementos que brindan un retrato lo más fiel posible. “Todo lo que es creación se disfruta al ver que lo que estás haciendo, te está gustando. Yo creo que es eso el arte, que lo ves antes de crearlo. Después lo haces y lo modificas según tu idea”. Y remarca: “Lo más importante para todos los que queremos hacer algo es quedar bien con uno mismo, no tanto buscar la aprobación ajena”.

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