Por Nadine Cortés, colaboradora en Dossier Político.
Acto I: Las alianzas del absurdo
En el circo político mexicano, las alianzas entre partidos rivales son el pan de cada día, pero más que estrategias coherentes, parecen salidas de un guion de comedia absurda. El PRI y el PAN, en un acto de desesperación digno de los Hermanos Marx, sellan acuerdos para enfrentar a Morena, como si fueran una pareja disfuncional que decide unirse solo por miedo a quedarse solos en el baile. Coahuila se convierte en el escenario de este esperpento político, donde los ciudadanos son testigos atónitos de cómo sus representantes juegan al gato y al ratón en un juego de traiciones y deslealtades.
La escena se completa con la entrada en escena de figuras políticas que parecen más adecuadas para una obra de teatro del absurdo que para la arena política. La designación de candidatos resulta ser un desfile de personajes pintorescos cuyas credenciales políticas son tan endebles como un castillo de naipes en una ráfaga de viento. Como si estuvieran interpretando un papel en una comedia de enredos, los líderes políticos se aferran a sus micrófonos, tratando de convencer a un público cada vez más escéptico de que sus alianzas son la respuesta a todos los problemas del país.
Acto II: La Oposición Incondicional y la Danza de los Hipócritas
Mientras tanto, la oposición se aferra a su papel de antagonista incondicional, como un coro de teatro mal ensayado que repite sus líneas una y otra vez sin convicción. Sus críticas al oficialismo suenan huecas y vacías, más preocupadas por mantener su estatus quo que por defender los intereses del pueblo. Como en una parodia de sí mismos, los líderes de la oposición se enredan en sus propias contradicciones, ofreciendo un espectáculo patético de hipocresía y cinismo.
En una escena especialmente surrealista, los políticos de la oposición se lanzan acusaciones mutuas de corrupción y malas prácticas, como si estuvieran participando en un concurso de quién tiene más esqueletos en el armario. Mientras tanto, el pueblo observa con desdén cómo aquellos que deberían representar sus intereses se pierden en un juego de poder y vanidad, olvidando por completo el propósito original de su posición.
Acto III: El Presidente Maestro de los Escenarios
Mientras tanto, el presidente en funciones se erige como el maestro de ceremonias de esta tragicomedia política, manipulando los escenarios a su antojo como un titiritero siniestro. Con cada movimiento, crea ilusiones y distorsiones, convirtiendo la realidad en un espejismo que confunde y desorienta a la audiencia. Como un mago de feria, desvía la atención del público de los verdaderos problemas del país, ofreciendo en su lugar un espectáculo de humo y espejos que oculta la corrupción y la incompetencia de su gobierno.
Epílogo: La Esperanza de un Despertar
En medio de esta farsa política, queda la esperanza de un despertar, de un público que finalmente se canse de ser engañado y exija un cambio real. La reconstrucción de un sistema político honesto y transparente puede parecer una tarea titánica, pero es posible si los ciudadanos se unen en un frente común contra la corrupción y la manipulación. Solo entonces podremos dejar atrás esta triste y cómica parodia de la democracia y construir un futuro digno de nuestro país.