Desde su llegada en 1837, el ferrocarril ha dejado una huella imborrable en la actividad económica y comercial de México. Tras su relevancia por la Revolución Mexicana, el presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó Ferrocarriles Nacionales de México en 1938, y durante los siguientes sesenta años fue un factor dominante en la infraestructura y desarrollo del norte de México.
En 1987, Ferrocarriles Nacionales de México dio un salto significativo al establecer el «Servicio Estrella» para el tren de pasajeros.
Este servicio innovador ofreció comodidades de lujo, con trenes Pullman con vagones-dormitorio, carros-comedor con menús excelentes y bar-observatorio.
Varias rutas importantes fueron establecidas, operadas por 14 trenes, cada uno llevó el nombre de su destino preestablecido.
San Luis Potosí se convirtió en una ciudad de paso en la ruta Ciudad de México y Monterrey, con un trayecto de 15 horas.
Esta ruta podría reactivarse tras el decreto del presidente Andrés Manuel López Obrador en Diario Oficial de Federación (DOF), que declara área prioritaria para el desarrollo nacional la prestación del servicio público de transporte ferroviario de pasajeros en el Sistema Ferroviario Mexicano.
En 1997 fue la última corrida de El Regiomontano, periodo cuando Ernesto Zedillo, presidente en turno, decide privatizar Ferrocarriles Nacionales de México.
Así era El Regiomontano
El Regiomontano era considerado un «tren de lujo» y, por ende, no proporcionaron un servicio de transporte masivo.
Realizaba su recorrido por el centro-norte del país en 15 horas, con paradas en las ciudades de San Luis Potosí y Saltillo.
Este tren exclusivo ofrecía sus servicios a viajeros de clase media y alta, quienes tenían la opción de ocupar los coches-cama fabricados por la compañía Pullman, además de disfrutar de un elegante salón bar y servicio de comedor.
Adicionalmente, el Regiomontano se componía por coches tradicionales en color verde olivo, a los que se sumaron posteriormente los de color gris con rojo y, finalmente, los azules con rojo.