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El peor enemigo de los empresarios disruptivos

falsa productividad

Por: Xicoténcatl Morales H., CEO Gestión Avanzada

No, no son las deudas, los mapas de procesos, el clima organizacional o la crisis económica, aunque todas estas situaciones tienen un lugar especial en los líderes de negocio. 

Hoy hablaremos de un enemigo mucho más familiar que incluso se ha tolerado como parte del ritmo de vida al que “deben” estar acostumbrados los empresarios disruptivos. Nos referimos al agotamiento que produce la falsa productividad. Como señala un artículo, muchas actitudes se esconden detrás de este síndrome, entre ellas: hacer sin razonar, trabajar horas extras, no incluir tiempos de descanso, etc.   

Hagamos algunas preguntas al respecto: ¿Puede usted tener ideas creativas cuando está literalmente agotado por una semana difícil en el trabajo? ¿Se siente con ganas de motivar a otros y establecer nuevas estrategias después de experimentar tanto cansancio a lo largo de un mes? 

Con tantas ocupaciones, juntas, correos, eventos, cuentas pendientes por cobrar, llamadas y decisiones que se acumulan al día, la innovación no parece gozar de buen puerto, ¿está de acuerdo? Si es así, entonces hablemos de sus peligros. 

El espejismo de la falsa productividad 

Todas las personas, sobre todo las que se forman en la fila de la categoría disruptiva, buscan destacar por algo que agregue valor a su idea de negocio. Su propuesta no sólo busca ser llamativa o diferente, sino extraordinaria, incluso única. 

Esta actitud, si bien parece deseable, con el tiempo convive con ese sentimiento de estar demasiado cansados, preocupados o llenos de incertidumbre. Levantarse muy temprano o saturar nuestra agenda son actitudes que pueden esconder un temor muy sutil: no ser juzgados de holgazanes o nada proactivos. 

La productividad o, mejor dicho, la exigencia que nos imponemos para llevarla a tope, es de hecho un espejismo. Si, una imagen que promete mucho (como el viajero de un desierto que cree estar frente a un paraíso mínimo lleno de agua), pero que al final del día paga muy poco (cuando descubre que todo fue producto de su imaginación). 

El espejismo de la falsa productividad nos obliga a pensar en estos términos: “tengo muchas tareas que atender”, o bien, “tengo que hacer mucho más de lo que estoy haciendo”. Ambos caminos nos conducen a las mismas circunstancias: ocupación extrema, extenuación  por supuesto, falta de innovación. 

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El complot interno

Cuando vivimos sumergidos en el espejismo de la falsa productividad, parece como si hubiera un complot que nos ordenara, por medio de una voz interior, las siguientes instrucciones: “mantente corriendo”, “mantente ocupado”, “sigue haciendo”, “no pares”.  

El problema con esta postura es que un empresario que se mantiene lleno de ocupaciones también es una persona más vulnerable a los padecimientos físicos, mentales y emocionales que, de hecho, lo distraen de sus verdaderos objetivos —sin mencionar que corre el riesgo de presentar muchos síntomas del embotamiento—

¿No es verdad que, cuando usted está sumamente fatigado, una bolsa de golosinas o un poco de comida chatarra le parece una salvación? ¿Qué me dice del cigarrillo que ya había “dejado”? ¿Ha pensado alguna vez que el exceso de calorías y azúcares que ofrece una caja de galletas es un paliativo que se dirige más a su agobio que a su apetito?  

El impulso de regresar a viejas prácticas nocivas o cultivar otras que comprometen nuestra energía guarda mucha relación con la presión que experimentamos en momentos de suma tensión o estrés. Lo preocupante es que buena parte de esa tensión la imponemos nosotros, cargando nuestras bitácoras de pendientes imposibles de cubrir o aceptando compromisos cuyo desgaste resultará extremo. 

Hay un gran cuadro de esto que debemos analizar. La disrupción no surge del ahogo, el fastidio o la angustia que se derivan de una vida llena de preocupaciones. Aprender a decir “no” a las cosas que nos hacen sentir mortificados, sin aliento, reposo o distracción, es una conducta asertiva y saludable. 

El descanso, la distracción o la inactividad reparadora son recursos a los que tenemos no sólo derecho, sino acceso cuando descargamos buena parte de los quehaceres que nos distraen de las verdaderas prioridades; por ejemplo:

Recuerde: el peor enemigo de los empresarios disruptivos es el espejismo de la falsa productividad. 

Nota: Agradezco la retroalimentación del Psi. Luis Enrique Ramírez Chávez por su retroalimentación en este artículo.

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