Por: Xicoténcatl Morales Hurtado
Director de Grupo Gavata
Primero fueron las cadenas de restaurantes, luego los gimnasios, en seguida los cines, después los salones de fiestas. Finalmente, comenzamos a enterarnos del cierre de empresas locales, que dejaron de brindar servicios en los espacios y de atender a sus clientes de forma regular.
Por desgracia, para algunos esta clausura ha sido definitiva, no sólo por el punto de inflexión que representó para su unidad de negocios, sino porque el reemprendimiento de una nueva visión empresarial ha sido detenido por diversos obstáculos.
En este mes de marzo cumplimos un año de que la COVID-19 provocara un cambio radical en nuestras vidas. Aún sin fecha definitiva para experimentar una reactivación económica más consistente (algunos hablan del final del 2022 como plazo para percibir un repunte de utilidades real), las organizaciones productivas de toda índole han vivido una paulatina recuperación, sin que ello signifique un avance totalmente positivo en sus ganancias.
El impacto psico-afectivo
Ante la realidad descrita, los enemigos internos no se han hecho esperar. La angustia, la desesperación, la sensación de fracaso y la frustración son sólo algunos términos que han cobrado fuerza en el empresariado nacional. Sus efectos, no siempre aceptados, han vuelto más difícil hablar del tema de manera franca para darles una solución.
Lo cierto es que las conductas de riesgo son parte de los estragos que ha traído la pandemia. ¿Qué hacer ante ello? ¿Cómo atender nuestras necesidades emocionales para experimentar días más felices? ¿En quién confiar para tratarlos a fondo?
La primera tarea es determinar el impacto psico-afectivo. Recientemente Sonia Weiss Pick ha alertado al mundo empresarial. Nos ha recordado que “nuestra responsabilidad como empresarios y emprendedores es asegurarnos de que nuestros colegas y empleados tengan las herramientas para proteger su salud mental.”
Por su parte, el grupo Expansión reveló que problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad son ignorados y escondidos por los mexicanos, ya que tristemente nos generan sentimientos de vergüenza o culpa.
Trabajadores, gerentes, directivos o subordinados, estos problemas atraviesan toda la estructura organizativa sin respetar el perfil, cargo, género, edad o experiencia. Ante ello la lista de síntomas ante los que debemos estar alerta son:
- Cambios de humor destructivos y baja moral (decaimiento).
- Descenso en la socialización y actividades grupales (bad teamwork).
- Pesimismo y desconfianza en el futuro expresado con cinismo.
- Apatía y rechazo ante nuevas estrategias o propuestas de acción.
- Duda, incredulidad y pensamientos negativos sobre los demás (comparación).
- Descuido de la imagen personal (desaliño y sobrepeso por inactividad física).
- Sentimientos de culpa, de abandono y de pérdida de sentido.
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Recupera tu vida productiva
No es fácil enfrentar la suma de estas conductas, sobre todo si llevamos meses con su resaca. Debemos empezar, en algún momento, a recuperar nuestra vida productiva y sentido de propósito.
Los empresarios asertivos reconocen que la confusión y la lucha son factores siempre presentes en el escenario económico. Son, en realidad, elementos predominantes que enseñan a sobreponerse a los conflictos.
Hoy necesitamos ejercer, por lo menos, estas cinco actividades para enfrentar las conductas de riesgo:
- Realizar actividades físicas y deportivas (preferentemente en parejas o grupos), acompañadas de una alimentación balanceada.
- Generar liderazgo positivo y acercamiento a la red de apoyo más cercana para encuadrar intereses comunes.
- Reorientar la visión (con metas más altas) para recuperar el tiempo y territorio perdido en el mercado.
- Alejarse de personas sarcásticas o maliciosas que a través de sus comentarios pueden estropear los planes.
- Rediseñar una agenda productiva sin caer en excesos (agotamiento, desvelos o desgaste laboral innecesario).