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El pago de impuestos en los albores de Zacatecas

Por: Manuel González Ramírez*.

Aún no caía la ciudad de México Tenochtitlán y ya estaban haciendo acto de presencia los agentes de la Real Hacienda, una de las primeras instituciones que aparecieron en el escenario histórico de estas tierras. El primer tesorero, Julián de Alderete, llegó de Castilla un poco antes de 1521. No pasó ni un mes de toma de la capital del imperio azteca, cuando ya estaba funcionando la tesorería real en esta ciudad. Al año siguiente, fueron nombrados los primeros oficiales reales, entre ellos, Pedro Alméndez de Chirinos, como veedor (y a quien algunos libros de historia de Zacatecas registran como el primer español que llegó hasta los pies del cerro que tenía forma de vejiga de cerdo, hacia 1531; sin embargo, esto último se ha puesto en duda).

            Una de las medidas implementadas por la Corona Española para mantener un mayor control de sus dominios en el Nuevo Mundo fue la configuración de entidades territoriales. Después de la caída de México Tenochtitlan, en 1521 –hace 500 años-, fue fundada la Nueva España, un territorio que fue creciendo poco a poco, donde se dividió en partes para su mejor gobierno y administración. Aparecería un complejo abanico de jurisdicciones territoriales donde autoridades de diversa índole ejercieron sus responsabilidades: provincia, provincia mayor, provincia menor, reino, colonia, partido, gobernación, capitanía general, alcaldía mayor, corregimiento. No obstante, “en toda la legislación española de la época sólo se encuentran indicaciones escasas y muy poco claras acerca de la delimitación de los territorios de los ámbitos administrativos –civil, judicial, militar y fiscal– que pudiera ayudar a clasificar la multiplicidad de designaciones”.

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            La recaudación fiscal de la Nueva España, en un principio era efectuada por la Caja Real de la ciudad de México. De aquí salían los oficiales reales a cobrar los impuestos a Veracruz y Acapulco. En 1533, la Caja de México colocó un teniente permanente en Veracruz, y en 1597, se estableció un tesorero en Acapulco, en ese puerto que se transformaría en poco tiempo en un enclave comercial de carácter intercontinental.

            Con las exploraciones que realizaron los españoles hacia el septentrión novohispano en la búsqueda de metales preciosos, surgieron nuevos asentamientos, entre ellos, Zacatecas. El 8 de septiembre de 1546, el vasco Juan de Tolosa descubrió las minas de los Zacatecas. Tras recoger algunas muestras encontró que la plata que contenía era de muy buena ley. Esto provocó que el propio Tolosa y otros españoles arribaran de nueva cuenta a las inmediaciones del cerro al que llamaron La Bufa para iniciar la explotación de los yacimientos argentíferos. De esta manera, comenzaría a generarse y a crecer uno de los poblados mineros más importantes del virreinato. Esto llamó la atención de la Corona, en particular, de sus emisarios.

            Aún no terminaba el siglo XVI cuando se fueron creando otras cajas en las principales poblaciones de la Nueva España, sobre todo en centros mineros. Así se estableció la primera de estas Cajas Reales en Zacatecas, en el año de 1570; la de Durango, en 1575; la de Guadalajara, en 1578; la de San Luis Potosí en 1627; la de Pachuca, en 1665; la de Guanajuato, en 1666 y la de Sombrerete, en 1681.

            Hubo demasiadas evidencias de la ineficiencia y corrupción de las autoridades fiscales para reportar buenos resultados a la Corona. Además, era muy complicada y costosa la recaudación de ciertos impuestos, entre ellos, las alcabalas (gravamen sobre el valor de cualquier mercancía que se vendiera en la Nueva España.

            Es por ello que los cabildos de Puebla, México y Zacatecas obtuvieron el derecho de recaudar este impuesto a cambio de una cuota fija. El cabildo de Zacatecas obtuvo este derecho en 1607 a cambio de un pago anual a la Real Hacienda de cuatro mil pesos. Poco después, en 1622, el gobierno le quitó la recaudación de la alcabala al cabildo de Zacatecas y lo remató a un grupo de comerciantes de esta ciudad en nueve mil pesos anuales, es decir, más del doble de lo que el ayuntamiento había estado entregando cada año, desde 1607.

*Cronista de Zacatecas.

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