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Derma Care: La belleza que trasciende al tiempo

Zacatecas ha sido la plataforma en la que la carrera profesional del Dr. Alan Gilberto Ramírez Valverde ha puesto sus cimientos. El reconocimiento que ha logrado a su temprana edad da cuenta del profesionalismo con el que se desenvuelve, ya que actualmente está al frente de la clínica de dermatología cosmética Derma Care, donde se atienden alrededor de 600 personas al mes.

Para ahondar en las claves que han posibilitado esta trayectoria, acompañaremos a Alan a recordar sus momentos más entrañables, a indagar en cómo es un día de trabajo en la clínica y la importancia de transmitir un ambiente agradable a los pacientes. 

Constancia, la ruta para avanzar en línea recta

Los retos suelen volverse más atractivos cuando redoblan su magnitud. El interés por la medicina llegó a la vida de Alan cuando cursaba el bachillerato, pues consideraba que los desafíos académicos y exigencias que enfrentaría ahí serían los adecuados para sus capacidades. Aun cuando al inicio se planteó la posibilidad de salir del estado para estudiar, sus padres lo encauzaron a elegir la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).

“Los retos empezaron desde que entré a la universidad. Estudié la preparatoria en un colegio así que el cambio fue radical, ahí pude ver nuevas ideas y gente muy diferente. Académicamente no fue una etapa pesada, aprendí a adaptarme y me fue bien porque soy bastante dedicado”, mencionó. 

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Su paso por la licenciatura fue intachable, de manera que el salto a la especialidad no representó mayores complicaciones. Previo al ingreso a dermatología Alan entró con éxito a medicina interna,  debido a que era la troncal solicitada. Después de poner a prueba sus habilidades y conocimientos, logró un lugar dentro del prestigioso Centro Dermatológico Dr. Ladislao de la Pascua en la Ciudad de México

“Había miles de aspirantes porque es el hospital más importante de dermatología en el país y una especialidad muy competida, pero conseguí un buen lugar. No imaginaba que al venir de un estado pequeño, de una ciudad chiquita, me fueran a aceptar, pero así pasó”, recordó. 

El modo en el que llevó a cabo su formación profesional fue crucial para priorizar la actualización e investigación constante. En este sentido no es de extrañar su participación como ponente en congresos de dermatología cosmética, tanto a nivel nacional como internacional y la publicación de artículos en revistas especializadas.

Los primeros pasos de su carrera se dieron en simultáneo en Ciudad de México y en Zacatecas. En la megalópolis tuvo como mentor al Dr. Javier Ruiz, quien está al frente de las clínicas Dermédica y es uno de los especialistas más reconocidos del país; esta interacción con las «grandes ligas de la dermatología cosmética» ampliaron su perspectiva de la atención a los pacientes y la conformación del espacio de trabajo. Mientras tanto, cada mes visitaba su estado natal para ofrecer algunos procedimientos, armando una promisoria cartera de clientes.

El crecimiento de un proyecto innovador

Dos años después de egresar de la especialidad, Alan cuenta con una de las clínicas más importantes de la región, Derma Care. Lo que inició en una pequeña oficina pronto se convirtió en un local, más tarde creció hasta caber en el edificio de tres pisos en el que se encuentra ahora. Haber implementado el modelo de las clínicas de la Ciudad de México le auguró la aceptación del público. 

“Tengo citas puntuales para que sea fluido y dinámico, ponemos atención en generar un ambiente agradable, que huela bonito y haya pantallas con videos. Ha funcionado hacer las consultas más amenas, no tan rígidas, para que los pacientes se sientan a gusto”, explicó. 

Un día de trabajo en Derma Care inicia desde las 8:30, donde el equipo de trabajo revisa que “hasta el más pequeño algodón” esté en su lugar. Las puertas se abren a las 9:00 para recibir a los pacientes. De acuerdo con lo mencionado por Alan, en las citas se realiza una “plan de tratamiento conjunto”, después interviene el personal de enfermería para finalizar la sesión.

“Solemos incluir algunos procedimientos en la consulta para que las personas tengan la oportunidad de mejorar desde ese día. El personal es empático y tiene las capacitaciones necesarias. La gente percibe que trabajamos en un ambiente relajado”, enfatizó.

Alan considera que la relación con su equipo es horizontal al igual que su liderazgo, pues cada quien cumple con funciones específicas. La puesta en marcha del engranaje organizacional es posible gracias a que cada miembro demuestra que es capaz de hacerse cargo de lo que le corresponde.

Los ganadores de la pandemia

Contrario a lo que se puede imaginar, Derma Care fue uno de los grandes beneficiados de la pandemia. ¿Cómo fue posible?, Alan explica que se trata del «lipstick effect», un fenómeno social resultante de las épocas de crisis, en donde los consumidores invierten en artículos o experiencias para tener una percepción más amable de sí mismos

Afortunadamente el área de la cosmética se disparó tras la crisis.  Al ver que no había otros gastos, la gente empezó a invertir en su imagen; hubo quienes se quedaron viudos o sobrevivieron al COVID-19, así que arreglarse les dio un impulso para continuar con sus vidas”, reflexionó.

Debido a que los especialistas en dermatología están expuestos a todo tipo de infecciones, las nuevas medidas sanitarias no supusieron ningún dolor de cabeza. En Derma Care se hicieron las adaptaciones indicadas por la Secretaría de Salud y apostó por una limpieza más estricta.

Empatía, metas y experiencia

Una de las características más atractivas de Derma Care es su vocación de mantenerse a la vanguardia en cuanto a tecnología. Durante sus dos años de existencia se han sumado innovadores métodos para el tratamiento de la piel, cabello e incluso uñas. En palabras de Alan, entre los servicios más solicitados se incluyen:

“La depilación láser es uno de los más populares, ya que tenemos uno de los láser más modernos que existen. Generalmente se pide el servicio de bótox y los rellenos; durante la pandemia la demanda se disparó de forma impresionante. También son muy solicitados los láser para quitar manchas. En procedimientos no tan invasivos, las personas acuden por limpiezas faciales”.

El futuro está a la vuelta de la esquina, por eso la clínica tiene algunos planes para aprovechar el tiempo de la mejor manera posible. A corto plazo será posible acudir a un espacio aún más equipado, donde habrá servicios de dermatología pediátrica. Después se integrarán los servicios de fototerapia y ampliarán las opciones de láser para tratar malformaciones vasculares y rojeces; así como el fortalecimiento del área de farmacia. Asimismo, no muy lejos en la década, cabe la posibilidad de abrir algunas sucursales

“Para mí fue una sorpresa que la clínica creciera tanto en estos años, así que intento devolver lo que se me ha dado. Si está en mis posibilidades, regalo una parte del tratamiento a mis pacientes, algunas cremitas o un jabón. Quiero seguir apoyando a la gente, continuar siendo empático”, externó.

Una realidad ajena, pero cercana

Ya que el trabajo no es todo en la vida, Alan deja la bata en la clínica y se dispone a disfrutar de la compañía de sus familiares y amigos. Desde hace un año es un apasionado del tenis, tanto en la práctica, como en el análisis de jugadas virtuales; también conserva el gusto por la lectura y el cine.

“Entre mis aspiraciones personales tengo no volverme tan workaholic y tener un espacio para mí mismo, para la familia y amigos. Procuro darme tiempo para una llamada, una salida a un bar o una comida, tener al menos ese espacio para ofrecer calidad”, declaró. 

Debido a que es un referente de éxito para los jóvenes que inician sus propios caminos, Alan recomienda omitir los comentarios desalentadores y duplicar el esfuerzo. Se trata de apasionarse por el área a la que se aspira e insistir hasta conseguir resultados. 

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