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Cony Ramírez: Disponibilidad, inquietud y creatividad para la gestión cultural

Nos sentamos en la butaca de un teatro para ver una puesta en escena. Nos acercamos lo más que podemos al escenario para corear nuestras canciones favoritas. Recorremos exposiciones en los museos, escuchamos lecturas de poesía, asistimos a festivales. Pero antes del momento preciso de la experiencia estética, muchas acciones se encadenaron.

“Cuando llegas al evento y ves que todo fluye adecuadamente es porque hay mucho trabajo antes, muy profesional y sabes que el resultado implica un impacto en la población”, comparte Cony Ramírez. Con más de veinticinco años en la gestión cultural desde la administración pública, ella conoce a la perfección lo que sucede, no sólo tras bambalinas, sino en el mundo artístico en su conjunto.

Promoción y difusión de espectáculos, programación de festivales y eventos, administración pública (con todo lo que implica ese lenguaje propio), gestión de proyectos culturales o producción de espectáculos son algunas de las labores que ha desempeñado a lo largo de sus años en el sector.

Hoy ocupa el puesto de coordinadora del departamento de personal en la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, pero antes construyó una larga trayectoria dentro del Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA), donde llegó a ser directora de Promoción y Difusión, así como en la Dirección de Programación de la Secretaría de Cultura de San Luis Potosí.

Tras estudiar la carrera de Comunicación en la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), se presentó la oportunidad de ingresar al ICA con Miguel Ángel Vargas, como jefa del departamento Comercialización. Ya con experiencia en medios, comenzó en el Canal 10, que al año siguiente se convirtió en Radio y Televisión de Aguascalientes y Canal 6.

En esos primeros años, de 1997 en adelante, se vinculó a la gestión de diversos proyectos dentro de la institución. Uno de los que recuerda con más cariño es “Telón Abierto”, un festival de teatro para niños y jóvenes con proyección internacional. Además de las puestas en escena, compañías muy reconocidas permanecían un periodo en Aguascalientes (una semana por lo regular), impartían talleres y convocaban a la comunidad teatral de toda la república.

“Un proyecto muy ambicioso que suponía muchísimo trabajo, porque implicaba a mucha gente y muchas instituciones”, recuerda.

“La gestión se aprende gestionando; es acción”

En los últimos veinte años, el término de gestión cultural se ha extendido: licenciaturas y posgrados se han creado tanto en el estado como a lo largo de la república. Antes, sin embargo, la gestión se aprendía casi exclusivamente “en las tablas”. Cony menciona que, como en su caso, muchos egresados de Comunicación se decantaron por el arte y la cultura.

En esos albores de la institucionalización, Cony estudió un diplomado en gestión y administración cultural, por parte de CONACULTA, en coordinación con el Fondo Regional y en colaboración con el ITESO. Tras esa experiencia decidió continuar su especialización.

En la Universidad de Deusto San Sebastián, País Vasco, España, estudió por un año un posgrado en Gestión de Recursos Culturales, con la intención de aplicar sus conocimientos a su vuelta a Aguascalientes.

“Estudiar fue muy enriquecedor; sí descubrí cosas, pero sobre todo las sistematicé […] La gestión se aprende gestionando, a fin de cuentas, es acción. En la teoría aprendes cosas, te sensibilizas en el contexto y lo conoces, pero es una profesión que aprendes en la práctica, con acciones, trabajando”, comparte.

Cony reconoce que la gestión cultural independiente difiere de la realizada desde la institución pública. Cada una implica sus propios lenguajes; si bien hay rasgos compartidos, por ejemplo, la importancia del proyecto —y, sobre todo, su ejecución—:

“Si tú tienes claridad al escribir ese proyecto, el desarrollo puede ir avanzando adecuadamente. Pero en ocasiones, en la práctica o entrando ya en los proyectos te atrapa, te involucra”, comparte.

En ese proceso de dar forma a lo previsto en el papel, Cony Ramírez subraya la importancia de formar equipos:

“Todo proyecto necesita equipos de trabajo; nunca una sola persona va a poder, todos los proyectos requieren de la gente, de instituciones y de formar redes”, refiere.

Las virtudes de los proyectos culturales

Cada proyecto cultural tiene sus virtudes. En el mencionado “Telón Abierto” —celebrado cada dos años, luego de un tiempo desapareció—, Cony resalta los beneficios que tuvo para la población teatral, el enfoque en el público infantil, su logística detallada, la presencia de compañías de primer nivel, así como el impacto en la comunidad teatral y en la población a la que se dirigía.

Otro proyecto en el que participó de manera muy cercana fue en el Fondo Regional Centro Occidente. El Fondo Regional para la Cultura y las Artes (Forca) fue una estrategia que dividía al país en cinco grandes zonas con características compartidas—Centro, Centro Occidente, Noroeste, Noreste y Sur— y buscaba la vinculación cultural de los estados pertenecientes a cada región.

A través de un fideicomiso y planeaciones conjuntas, se trabajaba con los intereses particulares de cada estado, así como con su situación cultural. Por ejemplo, comparte Cony, San Luis Potosí ha dado gran prioridad al tema de los pueblos originarios y las culturas populares, o Guanajuato a las artes visuales; en el caso de Aguascalientes, la música ha tenido un lugar preponderante (que no exclusivo) en el desarrollo del ecosistema cultural: el Festival de Jazz, el Festival de Música de Cámara o el Festival de Canto Operístico surgieron en ese tenor. “Nos permitía intercambiar, pero a partir de la particularidad”, menciona.

“Toda la región trabajaba de forma muy afortunada porque había muchas iniciativas y gente muy brillante en todos los estados que la integraban”, recuerda.

Ya en su periodo en San Luis Potosí, Cony llegó a ser secretaria técnica del Fondo Centro Occidente:

“Había buena sinergia, una manera interesante de trabajar; me dieron la oportunidad y la confianza de hacerlo. El secretario técnico debe hacer la relación con todos los estados, se coordina con los operativos y lleva realmente toda la gestión. Hay mucha relación con los titulares, te permite hablar con otros niveles en las instituciones, diferentes a los operativos, a los programadores, etc.”, resalta.

La gestión cultural como construcción de afinidades

Al hablar de gestión cultural, Cony resalta ciertas cualidades necesarias de la profesión: la relación con la gente y la construcción de redes (que luego se pueden volver de amistad), la apertura ante los aprendizajes constantes, así como la imprescindible “disponibilidad” de resolver para que el proyecto, o el evento en particular, salga de la mejor manera.

Sobre este último punto, comparte una anécdota sobre su camino que arrancó desde haber sido “jalacables”. Cuando vinieron el grupo portugués Madredeus y la conocida Teresa Salgueiro al Teatro Aguascalientes, le habían asignado atender al grupo. Compró su boleto para sentarse a verla, pero nunca llegó a la butaca: “En el momento más imprevisto piden algo de comer especial, no sé qué fruta. Entonces, había que ir a comprarlos al super para ponerlo en el catering”, allí aprendió que no hay que dar por hecho nada.

Cony menciona que en estos años ha cambiado mucho la forma en que se entiende la gestión: desde los términos que se utilizan hasta la figura misma: “Ahora la gestión está mucho más expuesta. Antes no figurabas”.

En cuanto al circuito cultural, Cony cierra enfatizando el papel creativo que implica la gestión:

“Toda persona que desarrolla un proyecto o programa, tiene la vena creativa, aunque no sea artista. Uno se hace tan sensible a las disciplinas artísticas, que al ser parte de una curaduría o proyectos artísticos, te vuelve creador o creativo. Es una posición de mucha sensibilidad, pero también de ser muy inquieto: hay que estar buscando, siempre buscando”.

“Cada proyecto tiene una vocación, un porqué y un para qué: porqué quieres hacer este proyecto y para dónde quieres llegar con él. Hay proyectos que realmente se desarrollan porque hay un sustento social, cultural o incluso político pero además hay muchas personas trabajando en torno a él; los resultados influyen, van a tener un reflejo en la misma comunidad o en la población, en la misma sociedad. Los proyectos se desarrollan para un receptor, para que alguien lo reciba”, finaliza.

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