México pasa por una etapa de inestabilidad económica, desde la caída del 0.1% del PIB en 2019, se preveía que 2020 sería un año complicado para este sector. A estas predicciones se añadió la contingencia por Covid-19, que acrecentaron los efectos adversos, lo que impactó principalmente a las mipymes y negocios informales. Con el paso de Fases del virus, el país ha optado por tomar medidas cada vez más puntuales para frenar el número de contagios. Entre ellas la suspensión laboral de los sectores «no esenciales». Aunque aún no se tienen cifras exactas de lo que estas medidas acarrearán a la economía nacional, sí es evidente que los primeros afectados son los trabajadores que han perdido su medio de sustento. En México, más del 70% del empleo se concentra en micro, pequeñas y medianas empresas. Las dificultades de mantenerse en operaciones durante la contingencia permea entre ser consideradas como esenciales o no, y entre recibir la cantidad de clientes suficientes o no. Bajo estas circunstancias, todo tipo de mipymes corre el riesgo de cerrar permanentemente. Es posible que el cierre de empresas canalice el interés en negocios que operen desde la informalidad, de ser así, el motor económico mexicano necesitará algunos ajustes en los años siguientes. Mientras tanto, se está en espera de políticas federales que estabilicen, en la medida de lo posible, la economía de las empresas en el periodo «contingencia y post contingencia». No obstante, lo desalentador del panorama acrecentó cuando en el informe presidencial del domingo, Andrés Manuel López Obrador, enlistó una serie de procedimientos para reactivar la economía, sin que se especificara cómo y a qué sectores beneficiaría a largo plazo, considerando que el auspicio no es efectivo en el contexto actual.