El productor y pionero de la música “ambient”, Brian Eno, dijo alguna vez que todas aquellas personas a quienes llamamos “genios” son consecuencia de la inteligencia creativa del entorno donde se desenvolvieron. De esta forma, denominó “escenios” a quienes están en la punta de un iceberg que tiene como base todo un genio creativo colectivo.
El artista italiano Aron Demetz podría ser considerado como un “escenio”, pues su estilo artístico está muy relacionado con el trayecto personal y profesional que vivió a lo largo de su carrera: primero en la Escuela de Arte de Selva Gardena y después en la Academia de Bellas Artes de Nuremberg en Alemania.
Aron creció en el pueblo de Val Gardena, en Italia, una región famosa por su tradición de talla en madera y que se caracteriza por sus crudos inviernos y vastos bosques. En aquellos paisajes, Demetz cuidaba ovejas cuando era adolescente, una actividad que le enseñó a observar y apreciar en la soledad, así como a desarrollar su introspección.

A los 18 años, intentó ingresar a la facultad de Medicina, sin embargo, el lugar no se le dio. Tuvo que aguardar dos años en la Escuela de Arte de su pueblo natal, donde se enamoró de los materiales, sus procesos y, principalmente, donde encontró su verdadera vocación.
Desde entonces, han sido 30 años los que Demetz se ha dedicado al arte, utilizando la madera y la figura humana para expresar la cuestión figurativa de los materiales, así como transmitir la vulnerabilidad, el poder, la transformación y los procesos de cambio en los que estamos envueltos.
El italiano ha llevado sus esculturas a países como Alemania, Taiwán, Estados Unidos, Dinamarca, Bélgica y México. Actualmente es uno de los autores de la exposición colectiva “Anillos Concéntricos”, del Museo Espacio en Aguascalientes:
“Me gusta trabajar la construcción y deconstrucción, porque son parte del ciclo de las personas, el cambio, la metamorfosis, la evolución. Es interesante la retroalimentación que existe dentro del ser humano constantemente”, explica a Líder Empresarial.
Fragilidad: La esencia de un estilo
Aron busca representar a través de sus obras la fragilidad y los cambios violentos a los que siempre estamos sujetos como parte de un todo con el mundo. Por ello, carboniza sus esculturas convirtiendo la propia acción de prenderles fuego en una especie de “perfomance”.
Según explica el artista, con esta técnica permite a los materiales hablar por sí mismos, mostrando su propia memoria con un mensaje de esperanza pues, aunque la pieza fue intervenida, sigue de pie sin desmoronarse y conservando su figura humana:
“Las esculturas en las que ahora estoy trabajando, las cubro con yeso y resina, una especie de coraza que cubre la madera que se había quemado, transmitiendo que hay esperanza, que la vida continúa”.

Al igual que los árboles, sus piezas cubren y sanan sus heridas con resina, poniendo en oposición la vida de un árbol y un ser humano: esto hace referencia a la conexión inherente entre nuestra existencia y la naturaleza.
El discurso de Demetz toma gran relevancia en el contexto actual. Un escenario donde, si bien la era digital nos mide en bits, el valor del capital humano que hay detrás comienza a reivindicarse. Esta tendencia no es ajena al mundo del arte y el italiano lo plasma a través de sus esculturas:
“No sé si los procesos artesanales sean más o menos importantes en el arte contemporáneo. No es que un Botticelli o un Francesca no sean conceptuales; también había concepto, si se estuvo practicando por más de tres mil años, no se puede olvidar en treinta, la cuestión artesanal es la base del quehacer del arte”.