El trabajo comprometido suele tomar rutas de crecimiento que se sustenta en la calidad del propio trabajo, de tal manera que habla por sí mismo y de quién lo ejerce. Liderar un negocio actualmente no es tarea fácil, sin embargo, Ana Lucía Lara se ha desempeñado de tal manera que ha sobresalido en su área: la moda, con su taller Anna Lara Atelier.
A los 10 años de edad, un acercamiento al taller de su abuela fue el detonante de lo que actualmente es hoy: una mujer empresaria que brinda la mejor calidad a sus clientes. En este sentido, reconoce la importancia de involucrarse en los procesos de creación de un vestido en conjunto con su equipo de trabajo, desde el trazo hasta la confección.
Ana Lucía hace hincapié en la importancia de saber delegar diferentes tareas para obtener el mejor resultado posible y, a la vez, tener en cuenta qué habilidades de su equipo de trabajo se requieren emplear de manera formidable. En este sentido, comenta: “Soy perfeccionista. Además, siempre me gusta estar aprendiendo para ofrecer mejor calidad al cliente. En términos de trabajo soy dedicada y me gusta liderar de la misma manera, para sacar lo mejor de mi equipo”.
La trayectoria de la diseñadora de moda tuvo a bien cimentarse en una buena educación que, más allá de los conocimientos, fue la que le permitió ejercer de manera profesional su pasión. Estudió en la Universidad de Monterrey, misma que le dio la oportunidad de realizar una estancia de seis meses en la escuela de arte y diseño Parsons, en París, Francia. Fue en este último lugar en donde, más allá de los aspectos técnicos, fue incitada a explorar su creatividad.
Confeccionando el trayecto de Anna Lara Atelier
A pesar del talento y la dedicación, los retos y dificultades se han presentado. Como mujer empresaria, indica que, al inicio, lo que más cuesta es que la gente confíe en tu trabajo. La validez del producto es de los aspectos más importantes al comenzar, es por ello que, conseguir la distinción y el prestigio empiezan por la confianza. “En el 2016 regresé a Zacatecas después de estar fuera por casi 10 años. Era relativamente nueva y poca gente conocía mi trabajo, sin embargo, con el paso del tiempo mi trabajo fue hablando por sí solo”.
Del mismo modo, la pandemia ha cambiado las reglas del juego y los retos a enfrentar ahora presentan cambios en todos los aspectos. El mérito de los negocios de sobrevivir es, en estos tiempos, un gran logro por sí mismo. Pero más allá de eso, desde 2013 Anna Lara Atelier se ha constatado como una marca que se distingue gracias a su buen gusto y toque inigualable.
Al especializarse en vestidos de noche y la confección de vestidos para ceremonias religiosas, el sello de la diseñadora está siempre presente. Los bordados que implementa en las creaciones son la firma del taller, y no solo eso, sino que es lo que brinda la elegancia y autenticidad que las clientas buscan.
“Me interesa que mi clienta esté cómoda, que sea algo que a ella le guste, combinar lo que ella tiene en mente, lo que sabe que le queda bien, con mi estilo, mi toque. Para mí lo más importante es que se sientan satisfechas y vuelvan cuando lo necesiten”.