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Un turista en Zacatecas, la ciudad romántica de México

Hay viajes que te marcan, que sin duda te cambian la vida; lo he creído siempre y lo testifico ahora; si hace un mes me hubieras preguntado sobre una ciudad romántica que visitar, creo que te hubiera hablado de París, te hubiera dicho todo, menos lo que ahora contaré:

El que nos invitaran a esa boda en Zacatecas fue una afortunada coincidencia, la ciudad con elegantes fachadas, pintorescos callejones e innumerables tonos de color rosa nos tomó por sorpresa a mi novio y a mí; lo primero que hicimos al llegar fue dirigirnos a Miguel Auza, una de sus innumerables plazuelas, llena de cafecitos y restaurantes, sobra decir que se come y se bebe rico. Desde ahí tomamos uber hasta el ícono de la ciudad el Cerro de la Bufa, donde no pudimos resistirnos a subir en la tirolesa de 840 metros, fue una experiencia inolvidable, al llegar el atardecer caminamos por su mirador que ofrece una vista de la ciudad de esas que casi te hipnotizan.

No puedo decir menos de nuestro hotel, Mesón de Jobito, ubicado en una antigua vecindad y hoy lleno de encanto e historia que se perciben desde que entras al lugar, esa misma noche vivimos la ciudad, literalmente la vivimos, como no hemos vivido ninguna otra ciudad en ningún lugar del mundo, nuestros amigos nos invitaron a una tradicional Callejoneada Zacatecana para ir calentando el ánimo antes de la boda, recorrimos montones de pintorescos rincones de la ciudad, tomamos mezcal zacatecano, pero sobre todo bailamos y es que el tamborazo, el burrito, los callejones se conjugan y traen magia a la celebración.

En la mañana la ceremonia religiosa fue en un auténtico tesoro escondido del barroco mexicano, la Capilla de Nuestra Señora de Nápoles, que con sus retablos, muros y hasta techos todos cubiertos en oro, además de su imponente piso de marquetería nos dejaron a todos con la boca abierta; de ahí la celebración en un amplio y espectacular recinto que entrelaza la historia de la Ex Hacienda de Bernárdez con la modernidad del hoy Centro Platero (donde por cierto compre un collar hermoso a un precio increíble).

El que la boda haya sido de día nos permitió aprovechar nuestra tarde en una actividad que ni siquiera imaginamos que podríamos llegar a vivir en Zacatecas, adquirimos boletos para la Observación Sideral para lo que fuimos trasladados a la zona arqueológica de La Quemada que se convierte en escenario inmejorable para los millones de estrellas que están prácticamente al alcance de la mano en el más hermoso firmamento que hasta ahora he visto.

De regreso a la ciudad, no podíamos cerrar la noche de mejor manera que en el único antro subterráneo en el mundo, a bordo de un pequeño tren entramos a la legendaria Mina del Edén, que tiene un excelente ambiente, buenas bebidas y buena música todo ello a 300 metros de profundidad.

Decidimos regresar caminando a nuestro hotel, la tranquilidad de la noche zacatecana, su magnífica arquitectura, su iluminación nocturna y su carácter te hacen entender por qué es una Ciudad Patrimonio de la Humanidad, pero también te hace sentido por qué dicen que Zacatecas es un Estado deslumbrante como sus cielos, como sus tradiciones, deslumbrante como la amabilidad y alegría de su gente, deslumbrantes como esas ganas de querer regresar a Zacatecas, la Ciudad Romántica de México.

 

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