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Zacatecas da el segundo grito de independencia

Alejandro Basáñez Loyola
Autor de las novelas históricas México en llamas; México desgarrado; México cristero y Tiaztlán, el fin del Imperio Azteca de Ediciones B.
a.basanez@hotmail.com
Twitter @abasanezloyola

El grito de independencia de México fue dado por el cura Hidalgo en el pueblo de Dolores, Guanajuato, antes del amanecer del 16 de septiembre de 1810. Su grito de emancipación tuvo eco en Nochistlán, Zacatecas, con su oriundo Daniel Camarena, quien el 8 de octubre del mismo año recorrió las calles arengando a la gente a tomar gachupines. Como cabeza zacatecana del movimiento insurgente, aprehendió al intendente de Zacatecas, Francisco Rendón, y lo entregó al sacerdote guanajuatense en Guadalajara.

Cuando Félix María Calleja derrotó a los insurgentes en el Puente de Calderón (Zapotlanejo), Camarena regresó a Nochistlán, donde se reagrupó para intentar alcanzar a Miguel Hidalgo en Jalpa. Sin embargo, fue capturado el 18 de febrero de 1811 por Antonio Garcilaso y enviado a Lagos de Moreno. En ese lugar, lo fusilaron cuatro días después, en la plazuela de San Felipe.

Por su parte, el padre Hidalgo, tras el desastre de Puente de Calderón –enfrentamiento en el que tenía toda la ventaja de triunfar sobre Calleja; pero una infortunada granada cayó sobre el carro de municiones e hizo estallar la pólvora, provocando su derrota–, escapó con sus hombres y desde ese descalabro, todo fue huir para ellos. De Jalpa pasaron a la Hacienda de Pabellón (Museo de la Insurgencia) en Aguascalientes, donde el cura fue despojado del mando militar por Ignacio Allende, el 25 de enero de 1811.

De ahí partieron hacia Zacatecas, donde se les unieron 1 200 soldados para continuar su viaje a los EUA, donde pensaban reabastecerse y conseguir armas y pertrechos. El 21 de marzo de 1811, en las norias de Acatita de Baján, Coahuila; fueron traicionados por Ignacio Elizondo. Los jefes insurgentes Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez, Iriarte, Arias y Rayón fueron detenidos, uno a uno, tras una loma desértica, en la que los realistas, sin ser vistos, esperaban la fila de carretas y jinetes. Allende se opuso a ser detenido, pero soltó su espada al ver a su hijo Indalecio caer muerto de un balazo en la cabeza. Fueron fusilados semanas después en Chihuahua y así, el gobierno puso fin aparente a la insurrección. Meses después, por el sur, resurgiría el generalísimo José María Morelos y Pavón.

Pero, Daniel Camarena no fue el primer insurrecto de Zacatecas: en Nochistlán, se encuentra la estatua del indio Francisco Tenamaztle.

Después de la caída de Tenochtitlan, los españoles pusieron sus ojos en Michoacán y el norte de la Nueva España. El capitán español Nuño de Guzmán quemó vivo a Cazonzi, tlatoani de los tarascos, y conquistó el enorme territorio de Nueva Galicia, la cual comprendía: Zacatecas, Aguascalientes, Michoacán, Sonora, Jalisco y Sinaloa.

En Nochistlán, surgió un guerrero caxcán que no estaba dispuesto a entregarse sin pelear. Francisco Tenamaztle se organizó con los valientes zacatecos, chichimecas, tepehuanos, tecos, huachichiles y caxcanes para hacer frente a la conquista. Con ataques de guerrillas, mataron a muchos españoles hasta que decidieron atacar Nochistlán, en ese entonces, la primera Guadalajara. El gobernador de Nueva Galicia, Cristóbal de Oñate, sabía que el rebelde era una amenaza y pidió ayuda al virrey.

Por esos años, 1540 y 1541, se realizó una expedición hacia Nuevo México, encabezada por Francisco Vázquez de Coronado y cientos de soldados españoles e indígenas aliados. Ese era el momento que esperaba el líder caxcán para tomar su localidad, desguarnecida y sin soldados. Las huestes de Tenamaztle la arrasaron, aunque solo se encargaron de victimar españoles y conseguir más aliados para la futura represalia, organizada por el virrey Antonio de Mendoza.

El adelantado de Guatemala, Pedro de Alvarado, que planeaba navegar para la conquista de la mar del sur, fue requerido para calmar este levantamiento. Alvarado, acostumbrado a matar aztecas, veinte años atrás, pensó que los insurrectos eran cosa sencilla y marchó con su gente sin pedir ayuda a Oñate, al cual consideraba un inútil incompetente. Pero, al llegar a combatir, el conquistador español se dio cuenta de la peligrosidad de zacatecos y caxcanes: en una subida resbalosa de una colina, le cayó un caballo encima destrozándole el pecho. Ahí quedó liquidado el temerario Tonatiuh, a quien tanto temían los aztecas de Moctezuma.

El virrey Antonio de Mendoza, más precavido que Pedro de Alvarado, organizó una expedición militar con cientos de soldados y enfrentó a Tenamaztle en la famosa batalla del Mixtón (en Teocaltiche), donde los caxcanes fueron derrotados y su líder detenido. El feroz caxcán fue liberado de nuevo por sus valientes seguidores y pasó nueve años escondido en la sierra haciendo la guerra de guerrillas a los españoles.

Más tarde, cansado de pelear, se entregó al obispo de Guadalajara Pedro Gómez de Maraver. Éste lo llevó con el segundo virrey Luis de Velasco y en 1552 fue deportado a España para ser juzgado por el Consejo de Indias. En el país ibérico, se encontró con fray Bartolomé de las Casas, quien evitó que fuera ejecutado por insurrecto. Después de la muerte de De las Casas, en 1556, ya no se supo más sobre Francisco Tenamaztle. Algunos dicen que se quedó en España y otros, que regresó en secreto a México para morir entre su gente.

Tenamaztle es considerado el primer defensor de los derechos humanos en América. Sus argumentos de lucha para defender a su gente de los abusos de los españoles causaron revuelo en Europa. He aquí un fragmento de lo que expuso ante el Consejo de Indias en su defensa:

«…suplico a Vuestra Alteza que, teniendo ante sus ojos a Dios y a la verdadera justicia, consideren los incomparables agravios y males que yo y todos los naturales de aquella provincia hemos recibido y recibíamos en aquella sazón y que no fue alzarnos y rebelarnos sino huir de la crueldad inhumana y no sufrible de los españoles como huyen los animales de quien los quiere matar. Y que de esta manera de defensa Dios no la quitó ni privó aun a las piedras que no tienen sentido y que yo me hui por la dicha causa y estuve escondido por los montes nueve años, y después me vine de mi propia voluntad no forzado por nadie, creyendo que no fuera como lo he sido tan maltratado…»

Francisco Tenamaztle, 1555

Con esto, se puede contemplar la importante participación de Aguascalientes, entonces perteneciente a Zacatecas, en los movimientos libertarios contra el virreinato de la Nueva España. Una razón más para festejar en familia las fiestas patrias de septiembre.

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