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¿Y si muero intestado? 

Una de las inquietudes más comunes al pensar en la muerte es qué sucederá con la familia después de partir. Es lógico que, en la medida de lo posible, se busque aminorar el dolor de los seres queridos y legarles paz, tranquilidad. 

Una medida concreta para contribuir a ello es que la persona elabore su testamento cuando esté en pleno uso de sus facultades. De lo contrario, si fallece intestada, expondrá a sus familiares a un camino previsiblemente tortuoso, tenso y desgastante. 

La diferencia entre dejar o no un testamento es abismal, asegura Luis Perales de León, notario público no. 45 y presidente del Colegio de Notarios de Aguascalientes. 

Si el sujeto fallece y no dejó registrada su disposición testamentaria, la familia del difunto se verá obligada a contratar los servicios de un abogado para que lleve un juicio denominado ‘sucesorio intestamentario’, en el cual se convocará a los presuntos herederos y un juez determinará quiénes serán los beneficiarios. Terminado el proceso, el expediente será turnado a una notaría para que se haga la escritura de adjudicación correspondiente. 

¿Qué implicaciones tiene este tipo de juicio? Además del tiempo invertido, conlleva una serie de consecuencias económicas y emocionales que pueden llegar a ser considerables, refiere Perales de León. 

«Hay que pagar los servicios al abogado. El costo de este juicio será de acuerdo a lo que el arancel de abogados determine, con base en la masa hereditaria que se vaya a heredar. En una sucesión donde hay muchos bienes, los honorarios para el abogado pueden resultar muy costosos». Por ejemplo, si la masa hereditaria asciende a un millón de pesos y el arancel está situado entre un 8 y 10 por ciento, la familia se verá obligada a pagar un monto de entre 80,000 y 100,000 pesos, una cifra desproporcionada si se compara con los 3,000 pesos que le habría costado al difunto elaborar su testamento cuando aún vivía. 

Aparte del costo, una situación muy común en las sucesiones es que se presenten peleas entre los familiares debido a la disputa de los bienes. “Puede que no estén conformes con la manera en que la autoridad está repartiendo la herencia, por lo cual la adjudicación nunca llega a formalizarse, de tal forma que hay bienes que quedan intestados durante muchos años. ¿Qué pasa luego? Que se van muriendo los herederos, provocando una cadena de sucesiones larguísima. ¿Cuántas familias no han perdido la amistad por una sucesión que no se ha podido consolidar?”. 

En relación con el tiempo que esto lleva, en el panorama más optimista y si los herederos no tienen ningún conflicto, el juicio puede durar de ocho meses a un año en el juzgado. 

De lo anterior parte la importancia de “ser responsable, de estar consciente de las consecuencias que podríamos dejar a nuestros seres queridos si no acudimos con un notario a emitir nuestra disposición testamentaria”, menciona Perales de León. 

Se trata de un trámite sencillo, en el cual, el testador se presenta ante un notario público con dos testigos (que no sean parientes suyos), para establecer cómo quiere dejar distribuido el patrimonio que ha forjado durante toda su vida en favor de sus herederos. 

En el testamento es recomendable, según Perales de León, incluir la cláusula de ‘bienes futuros’, con la finalidad de que no exista necesidad de tramitar uno nuevo cada vez que se amplíe el patrimonio; aunque añade que en el caso de que cambie la situación familiar del testador, sí es prudente renovarlo. 

Pero el testamento no sólo se limita a los bienes materiales. También se puede determinar a quién le corresponderá el tutelaje de los hijos en caso de que ambos padres fallezcan, quién tendrá que ser responsable de velar por los menores y cuidar su herencia hasta que cumplan la mayoría de edad. 

México, con una inexistente cultura previsoria 

De acuerdo con información de la Secretaría de Gobernación, en 2015 poco menos del 4 por ciento de la población en México tenía un testamento, una prueba de la falta de previsión y cultura testamentaria. 

¿Cuáles son las causas? En primer lugar, la superstición y las cábalas, responde Perales. La gente piensa que al hacer un testamento tiene que ir despidiéndose de sus seres queridos porque acaba de firmar su muerte o acortar su vida de manera drástica. 

Otra razón es que la gente no ve los beneficios y ventajas porque no conoce las dimensiones de no contar con un testamento: “Hacer un testamento da certeza legal a los familiares, les evita problemas y conflictos entre ellos; les ahorra bastante tiempo para tener los bienes que eran propiedad del fallecido. Además, nos otorga tranquilidad, ya que la voluntad del testador no puede cambiarse, no está sujeta a interpretación. La diferencia de escenarios entre tener un testamento y no tenerlo es enorme”, resume el notario.

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