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Viveros: el hombre detrás del micrófono

Dirigió el primer noticiario radiofónico en Aguascalientes y le dio importancia a la denuncia ciudadana. Desde la década de los noventa, se ganó el cariño de su auditorio gestionando ayuda que los funcionarios no alcanzaban a dar. Alberto Viveros, comunicador, empresario y altruista, ha sido alguien cercano a la gente, ¿por qué? Tal vez, su historia pueda revelar el motivo. 

El comienzo

Todas las mañanas, Alberto Viveros camina dos kilómetros y medio desde su casa, en la colonia Pilar Blanco (en la capital de Aguascalientes), hasta la central camionera. Si recorre ese camino a las 5 am, no es por el gusto de levantarse temprano o gastarse los zapatos, sino porque el transporte urbano siempre demora y él no puede llegar tarde a su trabajo. Por eso, con la esperanza de estar ahí antes de las 6:45, toma el primer autobús que sale de la central rumbo a la Universidad Autónoma del estado.

En cuanto baja del transporte, corre hasta la estación universitaria con el fin de encender el transmisor, para que la difusora pueda ser escuchada en toda la ciudad. Pulsa los switchs, se iluminan los bulbos uno a uno y se dirige de nuevo rápidamente hacia el edificio de la radio, a casi 500 metros, donde le aguardan el micrófono y los auriculares. Tratando de regular la respiración, avisa al auditorio lo que se escuchará a lo largo del día. Después, con más calma, presenta los conciertos de música clásica, la cual se colará a su vida, lo hará escuchar con devoción a compositores como Tchaikovsky, Hendel, Musorgski, Dvorak y lo convertirá en un pianista aficionado con el paso del tiempo.

Sin saberlo, el transmisor que Alberto enciende todos los días a las 6:45 de la mañana guarda una relación con su futuro como profesionista: fue donado a la universidad por Pedro Rivas Cuéllar, fundador de Radio Grupo, lugar donde años más tarde se convertirá en uno de los comunicadores más reconocidos de la entidad.

El examen para obtener una licencia de locutor no es sencillo. Hay que responder 100 preguntas sobre historia, política y actualidad. Se debe conocer bien la Ley Federal de Radio y Televisión; la pronunciación del alemán, inglés y francés debe ser casi impecable y se tiene que ser una persona informada. El resultado de Viveros es la licencia categoría A, la cual le abrirá las puertas de Radio Grupo, aunque comience conduciendo un programa de complacencias.

Un par de meses después, se da cuenta de que las complacencias no son lo suyo. No puede poner en práctica lo que le enseñan en la licenciatura de Comunicación y Medios Masivos, en la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Pero, la propuesta de estrenar un proyecto que los dueños de la radiodifusora llevan organizando desde hace tiempo le guiña como un cómplice.

Al principio, en “Buenos días Aguascalientes” se leen noticias de diarios locales y se ponen canciones de catálogo; sin embargo, el conductor no está contento con eso. Se consigue una grabadora y sale a buscar la noticia por sí mismo. La música deja de abrir el programa y da paso a los hechos del día.

Pronto hacen falta ojos que registren el ajetreo de la ciudad. Alberto pide más reporteros, motocicletas para los reportes viales, radios de comunicación, controles remotos y micrófonos con la imagen corporativa de la empresa.

También quiere hablar sobre lo que se vive en la calle, quiere hablar de lo cotidiano. Pero no es fácil convencer a su audiencia de que la radio es su aliada, tienen miedo de denunciar públicamente, por temor a represalias, cosas que a él le parecen simples y justas, como la falta de alumbrado público, agua potable o seguridad.

Quien utiliza a diario el camión, como él, entiende sus carencias. El que nunca se ha subido no sabe a qué huele, cuánto cuesta, cuánto se tarda; no ha visto cómo el chofer retoma la marcha antes de que bajen los pasajeros. Ese conocimiento se nota en la voz de Viveros, la gente lo percibe. Poco a poco se animan a hablar y es así como su noticiero se convierte en el primero del estado en dar voz al pueblo, el cual hace visible las deficiencias de los servicios públicos.

Entre la noticia y la gestión

“Me decían: tú estás aquí para informar, no para estar consiguiendo apoyos para los pobres. A pesar de que recibí esa instrucción, nunca la obedecí. Y en 25 años no me han corrido por eso. He dedicado un 20 por ciento de mi jornada diaria a la gestión y no nos ha ido mal”, dice el conductor al hacer un recuento de su carrera.

A veces, las denuncias ante el micrófono no bastaban para resolver los problemas, había que intervenir directamente. Uno de esos casos se dio durante un invierno punzante, era enero del 2001. En el municipio de Cosío, las personas estaban sufriendo a causa de las heladas y las cobijas que solía enviar el gobierno estatal no llegaban. Viveros consiguió un tráiler repleto de cobertores, donado por el empresario Jorge Rivera, y “sobró hasta para abrigarse al año siguiente”, recuerda mientras extiende la mano como quien mide una distancia larga.

Lo que empuja a este comunicador a traspasar la línea de lo informativo al altruismo es, según comenta, estar frente a una realidad de altos contrastes sociales; ver problemas que no se atienden por la vía ordinaria y necesitan un poco de voluntad para solucionarse. Así, Alberto se fue especializando en juntar esfuerzos; en pedir ayuda a su auditorio, a hombres de negocios o de la esfera pública.

“El comunicador en Aguascalientes tiene poder. Y ese poder lo puede canalizar para enriquecerse a sí mismo o para gestionar a favor de la gente”, afirma.

No es extraño, después de estas acciones diarias, que se haya interesado por estudiar el diplomado en Políticas Públicas del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Tampoco que, años antes, hiciera un posgrado en Marketing Político en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), el cual aprovechó para cuestionar mejor a sus entrevistados y compartir la información aprendida con su auditorio.

Conocer la contraparte de la información diaria y la gestión pública le ha permitido plantear soluciones a problemas que ha escuchado durante sus 28 años de carrera. Para él, que ha colaborado desde la radio con distintas administraciones municipales, hay necesidades que siguen insatisfechas: el agua potable, el déficit de policías en la capital y la inseguridad, son algunas de ellas.

Incluso ha compartido, al aire y con funcionarios encargados de la seguridad en el Estado, propuestas sobre cómo cree que se puede mejorar la deserción de elementos policiacos por bajas en exámenes de confianza.

“Que las fuerzas armadas humanicen a militares, que se baje su formación marcial, ruda y rígida. Si de ahí sacamos 600 para convertirlos en policías, estarían más que calificados. En más de una ocasión, gobiernos han vendido la plaza de Aguascalientes a criminales. Eso provoca que actúen impunemente, abres la puerta a los bandidos y claro que van a robar a tu pueblo. Si administras a tu policía, la certificas, la evalúas; van a cambiar las cosas”, dice como si estuviera hablando con su público.

El hombre del piano y el empresario

“Si por alguna razón, de la noche a la mañana, tuviera mucho ocio, me refugio en el piano y en la lectura”, menciona Viveros al hablar de la persona que es cuando aparta el micrófono y suena la cortinilla de su último programa.

Cada semana intenta practicar, al menos un par de horas, las partituras que aprende en sus clases de piano. Las comparte solo con su esposa, sus dos hijos y algunos amigos cercanos. Y aunque ama la música, solo puede dedicarle muy poco tiempo porque, además de conducir dos programas diarios (uno en la mañana y otro en la tarde), debe atender sus obligaciones de empresario.

Hace trece años comenzó con un negocio en los medios impresos: la revista de sociales Hola Aguascalientes. Al principio no fue sencillo pagar los tirajes, la nómina y los impuestos; pero emprender este proyecto fue para él una lección que se sumó a su formación como comunicador. A su audiencia puede hablarle desde otra perspectiva. Según sus cálculos, desde el primer número de la revista hasta la fecha, han surgido 20 publicaciones similares y solo tres se han consolidado. “Soportar el embate de 17 competidores es señal de que algo hacemos bien”, comenta.

La disciplina para coordinar tantas actividades –también tiene una compañía de publicidad urbana– se debe, en gran parte, a la formación que Radio Grupo le ha brindado durante tantos años.

“Trabajo en una empresa altamente ética y con valores. Respetan mucho eso, no los valores religiosos por sí mismos, sino los esenciales del ser humano: la verdad, la honestidad, el trabajo, la disciplina y la puntualidad”.

También habría que dar crédito al ejercicio que hace casi a diario para mantenerse con energía, las escapadas al cine, las tardes frente al televisor viendo un partido de los Steelers o las noches en las cuales devora un libro –sobre todo si trata de política, corrupción o narcotraficantes–.

Cuando era niño, Viveros pasó mucho tiempo en casa. Sus padres trabajaban y no podían cuidarle; estuvo sentado muchas horas frente al televisor viendo programas como Plaza Sésamo. Cuando le preguntan que si por eso se desquitó corriendo de un extremo a otro en su primer trabajo, ríe y suelta la siguiente frase: “Yo creo que después de salir de esas cuatro paredes, todavía no me detengo”.

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