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Viridiana Álvarez: Para subir el Everest, lo más importante es la mente

Apenas tres años después de haber escalado una montaña por primera vez, Viridiana Álvarez llegó a la cima del Everest. Al saber que no tenía mucha experiencia en alpinismo, muchos trataron de disuadirla de su meta; sin embargo, ella nunca perdió fuerza para intentarlo. El 16 de mayo de 2017, se convirtió en la séptima mexicana y la primera aguascalentense en escalar la montaña más alta del mundo.

 

Líder Empresarial (LE): ¿Cómo fue tu acercamiento al montañismo?

Viridiana Álvarez (VA): La primera montaña la subí el 8 de febrero de 2014 por una invitación que me hicieron unos amigos al Pico de Orizaba. Había un lugar disponible en su expedición porque alguien había cancelado. Lo hice por reto físico, sin conocer nada, pedí ropa prestada y renté el equipo.

Me gustó estar en la cima después de todo el esfuerzo. Luego, me propuse escalar Aconcagua, en Argentina, la montaña más alta de América. Fue una expedición de 21 días, la cual requirió más conocimiento y preparación.

Los chicos con los que iba, quienes llevaban muchos años escalando, me cuestionaron desde un principio cómo subiría si no tenía experiencia. Yo pensaba que la única manera de saberlo era intentándolo.

Diez meses después de bajar de Aconcagua ya estaba en Nepal, a punto de subir Manaslu, la octava montaña más alta del mundo. Escalar aquí fue la única recomendación que seguí para conocer cómo mi cuerpo reaccionaba a la altura. Nuevamente me decían que no tenía la experiencia suficiente.

En la expedición del Everest había dos personas que estaban haciendo su tercer intento. Algunas de esas historias respaldaron lo que me decían de mi falta de experiencia. Pero a mí siempre me quedó claro que la pauta de los sueños la pone cada uno. En mi caso, yo puse la mía cuando decidí que iba a hacer el Everest, a tres años de haber conocido una montaña.

LE: ¿Qué pensabas cuando la gente te decía que no podrías lograrlo? ¿De dónde agarraste fuerza?

VA: Cuando quieres hacer algo le encuentras los pies. Me ayudó tener confianza en mí, conocerme y saber mis capacidades. Sólo tomaba en cuenta los comentarios que me sumaban.

LE: ¿Crees que cualquiera puede subir la montaña más alta del mundo?

VA: Cualquiera que se lo proponga. Hay muchos factores que influyen: la condición física, la capacidad del cuerpo de adaptarse a la altura, el conocimiento de la técnica, el equipo; pero para mí, lo más importante es la mente.

LE: ¿Cómo trabajas la mente?

VA: Sea personal, profesional o deportivamente, tienes que definir la meta o el sueño y trabajar para cumplirla a través de ciertos valores: perseverancia, constancia, disciplina y las ganas de querer hacerlo para soportar los sacrificios.

LE: ¿Existe un momento o algo que te haya marcado?

VA: Luchar por mis sueños, siempre fui muy imaginativa. Los sueños son intenciones, sólo están en el pensamiento, y las metas son acciones. Yo tenía muy claro que si no hacía algo respecto a lo que quería, nadie lo iba a hacer por mí.

LE: ¿Cuáles son los valores con los que tratas de regir tu vida?

VA: El esfuerzo, la pasión y la perseverancia.

LE: En momentos de fracaso, ¿qué has hecho para seguir adelante?

VA: Más que fracaso, han sido cosas que no sucedieron como las había planeado. Cuando pasa algo así, pienso que por algo no se dio; pero sigo trabajando para que se cumpla mi objetivo. Ahí está la diferencia entre terquedad y perseverancia. La terquedad es cuando quieres algo sin algún propósito; la perseverancia es cuando luchas por algo más grande.

LE: ¿Cuál es tu mayor ambición?

VA: Más que una ambición, es un propósito: trascender. Para mí, el trascender es dejar algo en otras personas.

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