A principio de los noventa, México entró en una etapa que marcó su futuro y cuyas consecuencias vivimos 20 años después: la del Tratado de Libre Comercio (TLC). La creciente industrialización generó diversas demandas. Una de ellas fue capacitar técnicos superiores universitarios (TSU) para integrarlos a la manufactura y la transformación. Con ese propósito, el Estado creó las universidades tecnológicas.
Durante muchos años, estas instituciones se encargaron de formar a la fuerza laboral de México; pero el mundo globalizado tiende a estar en constante cambio y el país comenzó a darse cuenta de que el título de TSU ya no era suficiente para encajar en la industria.
Las universidades tecnológicas tuvieron que evolucionar junto con las demandas del sector empresarial y ahora, están proponiendo un cambio en la forma de entender la educación tecnológica.
Ajustarse al cambio: de la manufactura al diseño
Una de las tres primeras instituciones que se fundaron en 1991, antes de la firma del TLC, fue la Universidad Tecnológica de Aguascalientes (UT Aguascalientes). Desde ese año hasta la fecha, se han abierto 114 instituciones de educación superior de este tipo, incluyendo las universidades politécnicas.
Para el rector de la UT, Ricardo Serrano Rangel, la historia de estas instituciones ha estado marcada por dos momentos. El primero fue en 2009, cuando se incluyó en sus planes de estudio la posibilidad de obtener el título de ingeniero.
“Éramos vistos como una universidad que generaba técnicos profesionales, pero no profesionistas. Cuando se autorizaron las primeras ingenierías, se detonó todo un proyecto; las matrículas y los perfiles emprendedores incrementaron exponencialmente. Se nos abrió el mundo entero”, menciona Ricardo Serrano.
El segundo momento de evolución se sitúa en estas fechas. Los directivos de la UT se están dando cuenta de que la mano de obra calificada y los títulos de ingeniería, como sucedió hace unos años, volverán a ser insuficientes.
La necesidad que tiene el estado de poner esfuerzos en la profesionalización e innovación del sector industrial es una discusión vigente. La tarea no parece sencilla: gran parte del producto interno bruto de Aguascalientes se obtiene a través de la manufactura.
El rector hace énfasis en este tema: “Aguascalientes no puede convertirse en Detroit”, la ciudad estadounidense que sufrió una grave crisis después de que su principal sustento, la industria automotriz, decidió mover sus fábricas a otros países, dejándola con una infraestructura inservible.
Si la entidad ha puesto durante décadas sus esfuerzos en la manufactura, ¿cómo puede dar el brinco a la generación de conocimiento?
Serrano Rangel tiene claro lo que su institución debe hacer: preparar a sus egresados para que no solo sean capaces de realizar un trabajo técnico, sino también que puedan transformar la industria de Aguascalientes a través de la creación y el diseño de tecnología.
El plan es crear el Centro de Innovación y Certificación en Manufactura Avanzada (CICMA), una especie de laboratorio en el cual se darán servicios a la industria como: creación, diseño y elaboración de nuevos productos, herramientas (tool making), estrategias de distribución, entre otros.
Este centro será operado por profesores e investigadores, quienes se apoyarán en los universitarios para resolver los problemas de automatización, producción y diseño de las empresas.
“Nuestra intención es que se convierta en una unidad de negocios que dé servicios al sector empresarial”, explica el rector. “Cuando logras que los alumnos entiendan la importancia del diseño, les abres las puertas de donde sea. Los diseñadores son escasos, sobre todo en el área industrial”.
Una herramienta para abrir puertas en todo el mundo
La evolución de la UT también se va a alimentar de movilidad académica, una experiencia que transforma a quien la vive, pues le hace entender aspectos como la disciplina, la competitividad y el trabajo en equipo. “Alguien que se ha ido al extranjero tiene que sobrevivir solo. Y eso hace a los estudiantes personas más maduras”, afirma Serrano Rangel.
Para lograr este objetivo, la institución firmó un convenio con Alamo Colleges. El acuerdo permite cursar una carrera en instituciones tecnológicas de EUA durante un periodo que va de un cuatrimestre a un año, culminando con la recepción del certificado correspondiente.
Gran parte de los estudiantes no puede costearse los gastos que representa un intercambio, así que la UT hace los ajustes necesarios para enviar a la mayor parte posible al extranjero. Una de sus estrategias es combinar los fondos de las becas con los recursos de los alumnos. Esto al parecer está dando resultado, pues en todo el país las universidades tecnológicas han conseguido una movilidad de 5,000 personas.
Los convenios con otras universidades no se limitan al intercambio de estudiantes. El rector comenta que este verano, en julio, vendrán profesores de Texas a impartir cursos de inglés de nivel avanzado al personal académico de la UT. También, se tiene el plan de enviar docentes a impartir cursos de verano en el extranjero.
“Hoy, estamos en un segundo momento de crisis, ya la mano de obra la tenemos; pero faltan especialistas, personas bilingües”, dice Serrano Rangel.
El objetivo es que los alumnos tengan la posibilidad de que el mundo se abra ante ellos, conocer otras formas de hacer las cosas y animarse a salir de su estado a buscar experiencias que los enriquezcan.
Forjar estudiantes desde el núcleo de la industria
La vinculación de los estudiantes con el sector productivo es una parte crucial en la formación que brinda la UT. Para ello, cuentan con las estadías profesionales, un modelo en el cual los universitarios son acogidos por una compañía durante cuatro meses.
El objetivo es que se involucren en un proyecto relacionado con su carrera y se conviertan en un trabajador más. La escuela les asigna un profesor para evaluar su desempeño durante y al final de su estadía, así como la satisfacción de la empresa que los recibió.
“En ellas, surgen muchos proyectos de trabajo. Los alumnos se colocan cuando terminan la estadía, pues es el campo idóneo para venderse como trabajadores”, cuenta el rector. De las casi 13,000 personas que han egresado desde que la universidad se fundó, entre el 60 y 70 por ciento se han colocado en el sector laboral.
El vínculo que la UT busca crear entre empresa y alumnos también se puede ver en su Centro Nacional de Diseño Avanzado, donde manejan el Product Lifecycle Management (PLM). Se trata de un centro de diseño para la manufactura en el cual se capacita y certifica en softwares de última tecnología. Aguascalientes es líder de las 13 universidades tecnológicas del país que cuentan con estos sitios.
Alumnos destacados y sus casos de éxito
Quizá el mejor ejemplo que la institución puede dar para sustentar el trabajo realizado en todos estos años, son los logros de sus estudiantes. Líder Empresarial entrevistó a tres de ellos, quienes han aprovechado las oportunidades que la UT ha puesto a su alcance.
Gema Paola Puerta Jiménez
Es egresada de la Ingeniería en Desarrollo e Innovación Empresarial y Técnico Superior Universitario en Desarrollo de Negocios.
Desde que inició sus estudios, Gema se ha caracterizado por emprender proyectos y conseguir recursos estatales para sacarlos adelante. Actualmente, dirige su propio negocio de mercadotecnia, artes gráficas y diseño.
Uno de los proyectos más interesantes que ha realizado es el de una aplicación para mejorar el transporte urbano de la ciudad. En ella, se podrá visualizar las rutas de los autobuses, el tiempo de los traslados, número de pasajeros que viaja en la unidad, entre otras cosas.
El plan incluye la construcción de paradas inteligentes que incorporan módulos para recargar una tarjeta que sustituya al dinero en efectivo. También se considera hacer una reingeniería de la logística de las rutas y buscar un combustible sustentable para las unidades de transporte. Aún está a la espera de conseguir financiamiento.
Carlos Alejandro Gamboa Reyes
Es recién egresado de la Ingeniería en Mecatrónica y Técnico Superior Universitario en Mecatrónica, área Automatización.
Alejandro ha desarrollado varios proyectos tecnológicos en el área de Robótica Humanoide, específicamente con robots NAO. Junto con su equipo, ha ganado dos competencias nacionales: el NAO CHALLENGE, realizado en agosto de 2016, y el Concurso NAO, efectuado en noviembre del mismo año. El primer concurso lo ganaron con un robot interactivo para que niños de temprana edad aprendan a diferenciar movimientos como arriba, abajo, izquierda o derecha; el segundo, con un robot que apoya a los profesores en clases de física y matemáticas.
Este alumno fue becado por el CONACyT para llevar a cabo la instalación de las salas de robótica e inteligencia artificial del Museo Descubre y capacitar al personal para operarlas. Debido a su carácter emprendedor y desempeño escolar, la UT lo incluyó en su plantilla de personal, primero como encargado de los Talleres de Electrónica y Automatización, y recientemente, como docente.
Flor de María López Sandoval
Es egresada de la Ingeniería en Desarrollo e Innovación Empresarial. Fue becada al 100 por ciento por la universidad debido a su excelente promedio. Tuvo la oportunidad de hacer un intercambio de tres semanas en Alamo Colleges, donde pudo perfeccionar su inglés y conocer un poco de la cultura de Estados Unidos.
Esta experiencia la ayudó a salir de su zona de confort y darse cuenta de que es necesario empujar los límites para crecer profesionalmente. “La UT te da muchas opciones para crecer y llegar más allá de lo que esperas”, dice la alumna.
La capacitación técnica no es lo único importante
En la UT, la educación es intensiva. Los estudiantes pueden obtener tres títulos: técnico superior universitario a los dos años de haber ingresado, ingeniero a los tres años con ocho meses y, si lo desean, alguna certificación en áreas especializadas. Pero el trabajo no lo es todo, y los directivos saben de sobra que una formación profesional no está completa si solo está enfocada en la preparación técnica.
“Queremos que sean conscientes de que no solo estudiarán para trabajar toda su vida. También tienen necesidades comunitarias, familiares; viven en un contexto en el que conviven con sus propias limitaciones”, comenta el rector.
Su programa de tutorías está diseñado para que el alumno comprenda esas limitaciones y desarrolle competencias como resiliencia, asertividad e inteligencia emocional. El equipo de expertos que se encarga de ello está formado por trabajadores sociales y psicólogos.
La UT planea incluir el servicio social comunitario en la formación universitaria, a pesar de que las instituciones tecnológicas, a diferencia del resto del sistema público de educación superior, no están obligadas a realizarlo.
“Si en las estadías practican sus conocimientos a favor de una empresa, en el servicio social tienen que hacerlo a favor de una comunidad o un grupo vulnerable”, dice Ricardo Serrano, “es importante que los alumnos entiendan la dignidad y la reflejen en su trabajo”.