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Una vida labrada en el arte y la pasión: Ismael Guardado

La vida del artista zacatecano, Ismael Guardado, puede ser descrita como un flujo lleno de visión y contenido. Prueba de ello es la natalidad con la que diversos sucesos se formaron para que, actualmente, su obra recorra la ciudad de Zacatecas sin permanecer desapercibida y siempre vigente. Originario del municipio de Ojocaliente, pasó de observar e imitar, a la gestación de obras propias que se consolidan y respaldan a partir de una sólida formación.

Dedicarse y definirse en el arte no es una tarea fácil, ni antes ni ahora, apunta. Seguir el camino difícil suele ser mediante el que se logran los objetivos. El trabajo constante lo ha llevado a explorar, definir y dar vuelo a la creatividad que caracteriza sus obras. “Siempre tiene que estar uno sobre las cosas, sobre lo que estás haciendo, porque si se rompe ese cordón, el hilo conductor de lo que estás haciendo, es difícil retomar”, apunta

Sus primeros pasos en el arte surgieron de la curiosidad pero también de un entorno vivo y estimulante. Durante su infancia, pudo presenciar la vida pintoresca del pueblo, a la que pronto se integró al decorar espacios y crear carteles para las festividades. Al respecto comenta: 

“Tuve la dicha de haber nacido en un pueblo, de haber tenido tanta riqueza visual: las fiestas, los velorios, las campanas, la vida diaria en la plaza. Yo creo que todo eso me brindó algo esencial. El cine también me trajo el despertar de una de mis esencias más importantes; me tocó ver películas increíbles como Viridiana, cine japonés, cine de arte”. 

El negocio familiar también influyó de manera indirecta en sus primeros pasos con las artes visuales. En la panadería “La espiga de Oro”, arribaban una gran variedad de almanaques que solían traer imágenes religiosas impresas, de animales, toreros, entre otras; Ismael Guardado comenzó a copiar las imágenes: “en el mostrador de la tienda ponía el papel y mi mamá me llevaba lo colores”. Todas estas piezas las conservó y le sirvieron para continuar su trayectoria. 

“Creo que mi destino ya estaba marcado, desde que tengo uso de razón ya estaba destinado a esto. Y aunque la música estuvo presente en mi vida desde siempre y lo sigue estando, pues aún toco varios instrumentos y soy un apasionado de la música mexicana, yo decidí decantarme totalmente por las artes plásticas, quizá pude ser músico pero no se dio».

La fluidez y la constancia 

En su juventud, a los quince años inició su formación académica en la academia San Carlos, en la Ciudad de México. Durante cinco años pudo nutrirse del conocimiento que le ofrecieron los maestros de la institución. Según apunta, tuvo la suerte de poder compartir aula con grandes maestros, refugiados de España. Durante esta etapa realizó trabajos de diseño, entre otros. Apunta que terminó sin ninguna angustia, enrolló sus trabajos y regresó a su pueblo. 

“Fue maravilloso. Fue una dicha haber llegado y haber obtenido esa oportunidad de estudiar en San Carlos. Fue mi formación, fue el despertar de lo que yo traía, quería y me gustaba. Ahí estaba el centro de todo lo que yo deseaba hacer”.

Sin ansias por comerse el mundo, las oportunidades se le fueron presentando una tras otra. Un año después de regresar, recibió un llamado de Aguascalientes, estado en el que realizó una gran labor: realizó talleres en preparatoria y universidad, más tarde dirigió el Taller Guadalupe Posada, durante quince años. Durante este periodo, también recibió la invitación, por parte de estudiantes de economía, para realizar una obra monumental, hoy en día icónica de la universidad y el estado: el Prometeo

Más tarde, en la década de los ochenta, dejó la ciudad de Aguascalientes para mudarse a la Ciudad de México. Esta decisión, menciona, la realizó de manera espontánea, siguiendo una especie de instinto que le permitió seguir creciendo y ampliar sus horizontes. Como parte de su enriquecimiento y crecimiento como artista, vivió dos años en París y, más tarde, dos años en Japón, los cuales le permitieron adentrarse en la serigrafía, con el maestro Kiyokazu Yamazaki, y otras técnicas del país asiático. 

A su regreso, su consolidación como artista siguió su camino. A partir de entonces comenzó a participar en bienales, trienales y conseguir diversidad de premios. La siembra del trabajo y la dedicación comenzó a cosechar frutos en su vida profesional, pero, ¿Qué hay detrás de la obra y cómo guía sus pasos a través del lienzo?. 

La experiencia que nutre a Ismael Guardado

Los elementos que configuran la obra de Ismael Guardado no son cosa del azar ni surgen de las musas sino que, son figuraciones de toda una experiencia de vida. El principio de su creatividad y, posteriormente, de su creación, es darse el tiempo para leer, investigar, meditar un tiempo para dar conocer nuevas cosas. “Termina uno ciertas etapas, cantidades de esto o aquello, proyectos. Pero yo continúo como si nada pasara, como si no hubiera empedrado, como si no hubiera baches, siempre estoy en una constante búsqueda lejos de la angustia”. 

Su proceso creativo se da de manera natural, ante el contexto que lo rodea y las investigaciones que realiza, esto ha significado una de sus más grandes virtudes. Asegura que más allá de la inspiración se encuentra el trabajo duro y la constancia, lo cual le ha valido la variedad de ideas que ha desarrollado a lo largo de su trayectoria.  

“Cuando algo me toca fibras me pongo a hacer y de ahí van surgiendo cosas. Es una dinámica muy tranquila, más que nada es meditar, porque cuando surge, surge puro. No fuerzas lo que estás realizando, ni surgen las cuestiones de si soy, si voy a ser, si me parezco, nada.” 

A esto agrega: 

“La inspiración no sé ni qué es, surge la dinámica de crear, en eso está uno constantemente, uno está siempre viendo luz, viendo agua, reflejos, historias, leyendo lo que te gusta, escuchando música, sus letras, en fin.”

De tal manera que al tener un lenguaje bien fundamentado, así como un sentido de espacio y contenido de las cosas, Ismael Guardado se mantiene analizando. Sobre el espacio vacío estructura cosas, una pequeña idea puede detonar diez más, por lo que, hasta el momento, las ideas no le han faltado. Uno de los aspectos más importantes para el artista zacatecano al momento de crear es el de llenar de significado y contenido. Solo mediante esto, sus obras se han podido mantener vigentes.

El titán, la luz y el desarrollo 

En la mitología griega, Prometeo desafió a los dioses para entregar el fuego a los humanos, de igual manera, Ismael Guardado trajo para el pueblo zacatecano un recordatorio de esta gran hazaña y una premisa: la luz del conocimiento guía al desarrollo. Esta pieza fue creada por el artista una vez que había egresado de la  academia de San Carlos, a petición de jóvenes que buscaban dejar un legado en la máxima casa de estudios. 

Tras alrededor de dos meses de trabajo, el artista, junto a un equipo de trabajo, erigieron la gran pieza que hoy se aprecia por el boulevard Adolfo López Mateos. Como todas sus lecturas y obras realizadas en el estado, se nutren de gran contenido y significado, al respecto, menciona: 

“Jamás he hecho algo por decoración, sino que busco que su lectura sea eterna y la vez que apoye el despertar del espectador. Eso es lo importante para mí  que no envejezca”

El impacto de la pieza se mantiene hasta hoy en día, sigue robando miradas y brindando un sublime recordatorio. Durante su creación, el artista confiesa que tenía que hacer periodos de descanso, puesto que sus ojos se veían constantemente expuestos a la soldadura. “Yo tenía que poner las piezas en su anatomía y fueron muchas quemadas, pero ahí está dando luz todavía”. En este sentido, la obra se ha sostenido por sí misma, pero también por las intenciones y el trabajo que hay detrás. 

“No es lo mismo estar construyendo al Prometeo en el piso que tenerlo de frente en la altura. La fuerza de Prometeo se ha mantenido por su contenido hacia el universo y hacia el hombre. Podrán decir que la figura se ve plana, pero su contenido se expresa en las líneas de su estructura, en la dinámica que le da forma y sustancia”.

Además del Prometeo, existen muchas otras obras del zacatecano que se encuentran en la capital, dentro de espacios públicos. Algunas de las piezas que conforman esta ruta de Ismael Guardado son: 

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