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Una luz inextinguible llamada Alfonso Pérez Romo

Uno nunca está preparado para este tipo de noticias.

Aún cuando el Dr. Alfonso Pérez Romo reconocía estar en el “ocaso de su vida” a sus 98 años, esperando la muerte con tranquilidad e “ilusión” por conocer cómo sería ese último momento, su partida parece prematura debido a la vitalidad y alegría que mantuvo hasta el final de sus días, cimbrando los corazones de todos aquellos que lo conocieron y con una pregunta resonando: “¿Por qué tan pronto?” ante lo que es ya una pérdida honda e irreparable. 

Fiel a su carácter magnánimo, Pérez Romo le abrió innumerablemente las puertas de su casa a Líder Empresarial para hablar sobre cualquier punto en particular. Hombre sumamente culto, las conversaciones con él eran inagotables y podían discurrir sobre cualquier tema en particular, dejando en los interlocutores la permanente sensación  de que más que atender una entrevista, estaban presentes en una clase gratuita por la sabiduría que desprendían sus palabras.

El Dr. Pérez Romo encontró en el ejercicio de la medicina -particularmente en  la pediatría- esa vocación perenne de servir al prójimo, aunque sabemos que la profesión es lo de menos, pues siempre habitó en él ese espíritu de entregarse a los demás.

El servicio ha sido mi más grande fuente de inspiración en estos casi cien años. es el resultado de lo que me inculcaron mis padres de pequeño, sobre todo mi madre: servir a los demás, vivir para hacer algo en favor de otros (…) Si hubiera sido barrendero, cantor, lo que sea, [no importa], me hubiera gustado servir”, compartió apenas en julio.

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Reconocido como uno de los principales impulsores de la creación de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), el Dr. Pérez Romo rehuyó  a los halagos, pues a través de su humildad reiteró en varias ocasiones que “hicimos lo que nos tocó hacer, sin ningún mérito”.

Modestia aparte, su huella en el desarrollo de la medicina en el estado es indeleble: creador de la carrera de Médico Cirujano en la UAA, en su papel como docente formó a innumerables profesionistas, además de ejercer como subdirector del Hospital Hidalgo y director médico de la Cruz Roja. 

En este sentido, si hay algo que criticaba profundamente era que la salud se haya convertido en un bien negociable.

Yo lo que sostengo es que el conocimiento médico, ya sea de las investigadores, de los médicos, es un patrimonio de toda la Humanidad, es decir, de nada sirve que tengamos unos adelantos maravillosos en las técnicas para hacer operaciones o curaciones, o cosas que antes eran impensables, pero que al mismo tiempo estén a disposición de un grupo de reducido de personas.¡No puede ser!”, nos compartió en pleno apogeo de la pandemia por COVID-19.

Pérez Romo también fue uno de los promotores más reconocidos de las artes y la cultura en Aguascalientes de los últimos años. Sirvió como director fundador del Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA), a la par de ser el impulsor de la carrera en Ciencias del Arte y Gestión Cultural en la Máxima Casa de Estudios. 

Yo lo que le aconsejaría a la juventud es leer mucho, leer bien, leer con atención. La lectura es lo que le va dando a uno poso de la vida, le va dando cultura, conocimiento, y le va entrenando para construir sus propias imágenes, su propia vida”, comentó.

A la juventud de Aguascalientes también le exhortó hacer un examen de conciencia, un recuento de todas las experiencias anteriores de las generaciones pasadas para “tratar de hacer las cosas que no pudimos hacer bien, así como mejorar las cosas que hicimos correctamente”.

La tristeza y la pena embargan a toda persona que lo conoció; sin embargo, si el Dr. Pérez Romo tuviera la oportunidad, quizá trataría de desdramatizar su partida: 

Ya sabemos, la vida es como una función de teatro donde te toca hacer tu papel y a la hora que se acaba el acto, te metes y entran otros actores a escena, como es la vida, como es la historia del mundo”.

En este día triste para la vida de Aguascalientes, quizá “morir” no sea la palabra adecuada para referirnos al Dr. Pérez Romo, pues el inconmensurable legado que deja al estado trasciende más allá de su muerte; la estela de una vida luminosa que abarcó tantos ámbitos nos hará fácil encontrarlo y recordarlo en algo tan sencillo como el acto de servir a los demás, así como él siempre lo hizo.

Que en paz descanse.

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