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Una escasez que frenó a toda la industria automotriz, ¿seguirá el desabasto de semiconductores en 2022?

A dos años del inicio de la pandemia por COVID-19, la industria automotriz aún padece por el desabasto de semiconductores que originó la emergencia sanitaria. Al dispararse la demanda de equipos electrónicos para cumplir con la educación en línea o el trabajo desde el hogar, los proveedores de microchips privilegiaron el suministro para el sector automotor. 

Estas pequeñas piezas con propiedades para conducir la electricidad entre diferentes dispositivos tecnológicos generaron ingresos por 591 mil millones de dólares (mdd) durante el 2021, igual a un incremento de 26.9% frente al 2020, según señalan datos de la consultora Gartner

A medida que la escasez de chips disminuya y los precios se estabilicen, el crecimiento moderado en 2022 impulsará los ingresos hasta un pronóstico de 644 mil mdd, proyecta la misma consultora. 

Para la industria automotriz, los microprocesadores surgieron para sustituir al motor de combustión interna (ICE), gracias a las múltiples funcionalidades que permite ejecutar: electrificación, autonomía, conectividad y servicios de movilidad.  

No son sólo accesorios, pues de acuerdo con el documento Automotive Semiconductors: The new ICE age”, elaborado por KPMG, se estima que el mercado de semiconductores para la industria automotriz se cuadruplique en los próximos veinte años: pasará de ingresar 40 mil mdd, que representó en 2019, a 200 mil mdd en 2040.

Un mercado interno limitado

En México, la crisis de semiconductores se reflejó en la menor producción y venta de vehículos ligeros a partir de marzo de 2020. Desde entonces, las ventas mensuales no alcanzaron las cien mil unidades sino hasta diciembre del mismo año, en tanto la producción tardó dos meses en superar las 300 mil unidades que generalmente ensambla la industria automotriz. 

La historia fue similar en 2021: ventas de vehículos ligeros que no superaron las cien mil unidades durante todo el año. En cambio, la producción mostró un promedio de 248 mil piezas armadas mes a mes, pero sin alcanzar las 300 mil que se ensamblaban previo al COVID-19. 

En total, la venta de vehículos ligeros durante 2021 fue por un millón 14 mil 680 unidades —lo que equivalió a un incremento de 6.8% en comparación a lo reportado en 2020—, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI); sin embargo, no superaron a las cifras de 2019, pues en aquel año se comercializaron un millón 317 mil 931 unidades. 

La producción de vehículos, por su parte, disminuyó a dos millones 979 mil 276 unidades en 2021, cuando en 2020 fue de tres millones 40 mil 178. Comparado con el 2019 —en que se fabricaron tres millones 811 mil 68 vehículos—, se presentó un retroceso de 21.8% y 20.2%, respectivamente.

Desde otra perspectiva, México dejó de producir 60 mil 902 automóviles de 2020 a 2021 y, en total, 831 mil 792 desde hace dos años. Asimismo, dejó de vender 303 mil 251 a partir del 2020. 

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Afectaciones a la industria automotriz no sólo se deben a semiconductores  

Para Guillermo Rosales Zárate, presidente ejecutivo de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA), la insuficiencia de semiconductores no ha sido el único factor que limitó las ventas y la fabricación de automóviles en México. A ello se suma:

A consideración del ejecutivo, la falta de componentes en el sector automotriz persistirá al menos durante el primer semestre del 2022. Terminado ese periodo puede que se restablezca el abasto de semiconductores, siempre y cuando las cadenas de suministros recuperen su nivel de producción, agregó Rosales. 

Por lo anterior, las proyecciones de ventas para este año son de un millón 39 mil unidades (equivalente a un crecimiento anual del 2%), así como ventas mensuales con un nivel similar al segundo semestre del 2021.

Por otra parte, el aumento de la inflación (7.32% al cerrar 2021) es otro factor que puede frenar la compra de vehículos en el mercado interno. El despegue de su costo en 8.77% sobre el 2021 y una tendencia al alza para el año en curso afectarían el poder de compra de los consumidores, explicó el presidente de la AMDA.

Además, 59% de los usuarios requiere de algún tipo de financiamiento para la compra de un automóvil; disponer de menor liquidez para el gasto en bienes de consumo diario implicaría menor posibilidad de adquirir un crédito.  

En un aspecto positivo, el desabasto de componentes ha incentivado la búsqueda de mejores condiciones de negocio en fabricantes y proveedores —​​a fin de mantener su competitividad en la industria automotriz—, señaló el ejecutivo.

Por ejemplo, ahora las grandes marcas apuestan por producir vehículos de mayor valor agregado; asimismo, las redes de distribución operarán con un inventario mucho menor que el existente previo al COVID-19. No obstante, puede que los fabricantes sacrifiquen el margen de utilidad a costa de mayor participación de mercado. 
Esta coyuntura ha demostrado que el exitoso modelo de producción justo a tiempo y entrega de componentes tendrá que limitarse para privilegiar el suministro regional. De esta forma, la industria puede disminuir los riesgos de desabasto que vivimos en este periodo”, concluyó.

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